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Directo al corazón

"La no autenticidad de las reliquias de la Catedral de Oviedo no les quita valor"

"El Prerrománico tendría que estar más cuidado tomando medidas sencillas y estudiadas a diario, aunque alguna vez haya que restaurar"

"La no autenticidad de las reliquias de la Catedral de Oviedo no les quita valor"

Es toda una científica, analítica y rigurosa en extremo; busca la verdad y, aunque sus conclusiones lleven a desmitificar aquello donde ha incidido su ciencia, no teme las consecuencias. Esto es lo que hay, y es indefendible guste o no guste. Raquel Alonso es una mujer segura de sí misma, serena, práctica y honrada. Las noticias de sus estudios sobre las reliquias de la Catedral de Oviedo no han estado exentas de polémica, aunque nadie dude de sus resultados. Han podido motivar desencanto, pero los tiempos no están para muchas ilusiones.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en Mieres (1963), hija única. Mi padre trabajaba en Fábrica de Mieres y al ser trasladado a Uninsa vinimos a vivir a Gijón para siempre. Yo tenía 6 años, de modo que me considero gijonesa a todos los efectos. Pienso que soy una mujer de suerte porque me dedico a lo que me gusta. Soy cumplidora, ordenada para el trabajo; en lo demás paso por fases erráticas. Tranquila, me gusta salir con los amigos; parece que una investigadora es una persona nada social, y no es cierto. Sin ser la alegría de la huerta, tengo sentido del humor. Estoy soltera.

-¿De pequeña qué quería ser?

-Nada, jugaba a lo que todas: a la goma, la comba, el cascayu... Fue un poco más tarde cuando me empezaron a interesar las letras y las humanidades. Estudié el Bachillerato en el Instituto Doña Jimena, donde tuve de profesora de Historia del Arte a doña Leontina Alonso, y ella me ayudó a concretar mi vocación. Hice la carrera en la Universidad de Oviedo.

-¿Fue buena estudiante?

-Sí, y disfruté mucho el ambiente. Descubrí la cantidad de horizontes que abre la Historia del Arte.

-¿Qué asignatura la sedujo?

-Soy medievalista, aunque me interesan también la Literatura y la Filosofía.

-¿Qué opina sobre el estado del Prerrománico asturiano, tan discutido?

-Tendría que estar más cuidado, a diario, tomando medidas sencillas y estudiadas, aunque alguna vez haya que proceder a una restauración. Son como una casa, si no se mima cotidianamente...

-¿Qué edificio prerrománico le interesa más?

-Me encanta Santa Cristina de Lena, por la construcción en sí y el lugar donde se halla. Además, para acceder a él es preciso recorrer un camino delicioso.

-¿Por qué decidió investigar las reliquias de la Catedral?

-Fue la consecuencia de estudios anteriores. Había empezado a investigar al obispo de Oviedo Pelayo, del siglo XII, ya que se conserva una colección de libros ilustrados por él. Al tratar de establecer vínculos entre las imágenes y los textos, vi que se creaban leyendas para darles actualidad a objetos antiguos. Me di cuenta de que un predecesor de Pelayo, el obispo Arias, fue el que inició la propaganda episcopal. Arias fue el prelado que estuvo presente en la apertura del Arca Santa. Por este camino llegué a las reliquias.

-¿Y supo que eran falsas?

-Lo importante es el contexto cultural. Si son auténticas o no, no importa; tienen el valor que deriva de su tradición. Pero yo creo que son falsas.

-¿Hubo una reacción social negativa?

-Las personas de la Iglesia que conozco no tuvieron ningún problema. Son cuestiones que están muy documentadas y nadie las discute. Además, éstos son fenómenos que ocurren en toda Europa.

-¿Cree que trasciende algo su falta de autenticidad?

-Me resulta difícil de valorar. A finales del siglo XI ya hay autores que dudan de ellas. Para mí no tiene importancia ya que no le quita nada de su valor.

-¿Y qué tiene que decir del Santo Sudario?

-Me remito a otros autores que dicen que también es falso, aunque hay corrientes que creen que es auténtico. Yo me inclino del lado de los escépticos, pero no lo he estudiado.

-Es usted un peligro, ¿sobre qué investiga ahora?

-No soy polemista ni una "destroyer", sólo trabajo sobre temas concretos. Mi tarea ahora se centra en las monjas cistercienses de Castilla, especialmente las del monasterio de Las Huelgas de Burgos. Se llega a un proyecto por casualidad, en este caso fue a través del monasterio de Santa María de Cañas, en La Rioja, lo que me llevó a las monjas del Císter.

-¿De qué fuentes se vale?

-De las documentales y cronísticas, y de elementos materiales como los arquitectónicos, artísticos... Me apetece mucho cambiar de aires, aunque antes he de cerrar la investigación del obispo Pelayo.

-¿Todo esto qué le retribuye?

-Son trabajos que se publican y se evalúan en Madrid, y si estiman que son buenos te suben un poco el sueldo. Pero, sobre todo, retribuye satisfacción.

-¿En qué tema versó su tesis doctoral?

-Sobre la arquitectura franciscana en Asturias. Me dieron una beca para estudiar en Francia, en la Universidad de Tours, y al volver a Oviedo gané la plaza de profesora. Antes había investigado en las universidades de Cambridge y París.

-¿Es usted un hueso?

-Lo fui más de lo que lo soy. Sí procuro que en mis clases haya un buen nivel de exigencia. Me gusta enseñar.

-Respecto a su carácter, ¿de qué se siente menos orgullosa?

-A veces me cuesta no enfadarme, no darle gusto al genio que tengo.

-¿Le queda algún sueño por realizar?

-Sí, el de vivir una buena temporada en Venecia. Conozco la ciudad, pero me gustaría disfrutarla de un modo cotidiano.

-¿Qué hace en su tiempo libre?

-Me encanta la música, antigua y clásica, la ópera... Hago deporte de un modo tranquilo, esquío, corro, y por temporadas nado. Me gusta mucho vivir en Gijón, una ciudad tranquila, cómoda y hermosa, con el mar tan próximo.

-Si volviera a empezar...

-Sería paleontóloga, pero en una vida suplementaria.

-¿Tiene alguna obsesión?

-Sí, temo el sufrimiento de la gente que quiero. Vi casos en mi familia horribles, y no deseo de ningún modo que se repitan.

-¿Padece estrés?

-Sí, pero cuando llega salgo a correr.

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