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La figura de la semana | ANTONIO MORTERA | PRESIDENTE DEL REAL CLUB DE GOLF DE CASTIELLO

Un eterno presidente "sin handicap"

Tras 38 años dirigiendo el golf regional, este competidor nato afrontará su tercer mandato al frente del club de Castiello, donde elogian su labor

Un eterno presidente "sin handicap"

Es posible que sea el "presidente" que más años lleva, consecutivos, al frente de instituciones de una disciplina deportiva y ahora acaba de renovar por otros cuatro años más en el Real Club de Golf de Castiello.

Antonio Mortera empezó "su carrera" como delegado federativo de Golf de Asturias y Castilla en 1970, pasando a ser presidente de la Federación Asturiana en 1989, cuando se creó la territorial, y dejó el cargo, 38 años después, en el 2008. Todo un récord. Pero lo que parecía, para sus amigos, que era un retiro, se convirtió en un nuevo objetivo al anunciarse elecciones a su club de siempre. Y lo consiguió, al arrasar a su oponente en la noche más larga y emocionante de la historia de Castiello, al prolongarse el recuento de los votos hasta las dos de la madrugada.

A los cuatro años, en 2012, tocaba renovar y nadie se presentó, por lo que continuó con su equipo hasta el pasado mes de febrero, en una nueva convocatoria a urnas, pero sólo se presentó su candidatura y fue reafirmado en el cargo. Señal de que lo había hecho bien. Los socios están contentos. "Es el mejor", dicen por Castiello.

Antonio nació en 1938 en Gijón, en la Puerta de la Villa. Su padre era de Tudela Veguín y su madre de Gijón, siendo el mayor de tres hermanos. En sus años mozos tenía fama de "guapo, elegante y presumido". En 1960 conoció a María José Morán Pérez, con la que se casaría en 1964 y con la que tuvo dos hijos: Antonio y Marco, con los que siempre fue muy exigente y a los que inculcó el trabajo como fuente de éxito.

Para su entorno, Mortera tuvo mucha suerte juntándose con ella, pues, en buena medida, la artífice de su historia es María José, la esposa que siempre estuvo a su lado desde un segundo plano: trabajadora, humilde, discreta, buena persona y guapa, muy guapa. En resumen, la heroína de la familia.

Antonio estudió en la Academia Mortera, cerca de la "Gota de Leche" y cursó Derecho en la Universidad de Oviedo, pero nunca ejerció, pues tenía un don de gentes ideal y se incorporó, primero, a la empresa "3M" como comercial y, poco después, a la Compañía Argón, donde fue director y desarrolló su carrera profesional hasta su jubilación.

Una faceta de Mortera es su gran competitividad, practicando todo tipo de deportes: patinaje, hockey sobre patines, motonáutica, tenis, caza, tiro al plato, golf y pesca de altura; son algunas de las disciplinas en las que destacó y con las que ganó algún título nacional.

Jugaba al tenis y lo hacía bien, pero veía que los jóvenes llegaban fuertes y un día, en 1968, visitó Castiello y se encontró con un ambiente de "señores mayores" que no tenían mucha imagen de deportistas. Ese día uno de ellos hizo un "hoyo en uno" y al verlo pensó: "Esto es fácil, yo que estoy en plena forma física, en quince días también lo hago". Empezó a jugar y se dio cuenta de lo atrevido que había sido. Ese "hoyo en uno", tardó muchos años en llegar y sólo lo consiguió en una ocasión y, como él mismo reconoce, de casualidad. Pero el veneno estaba dentro y desde entonces nunca más se apartó del golf, llegando después a ser campeón de España en dos ocasiones. La Federación Asturiana, le concedió la Medalla de Oro, y el título de Presidente de Honor, arropado por todos los directivos que Antonio Mortera tuvo en sus años al frente de la federación.

Socialmente Mortera es un caballero y práctica el "carpe diem". Es buen conversador, sabe un poco de todo y mucho de otras cosas, todo ello con gran humor. Gastrónomo, amante de los buenos vinos y de sus famosos puros -que por ello fue nombrado "embajador del Habano"- madridista y sportinguista incorregible -fue directivo con Vega-Arango en los años gloriosos del Sporting- es, sobre todo, un hombre entregado a los amigos, que lo definen como un "tío de fiar, buena gente, amigo de sus amigos"; todo un "diplomático de la amistad".

Cuando cerró la etapa deportiva más larga de su vida, al cesar en la Federación, todo su entorno pensó que la pesca de altura ocuparía su tiempo. Pero de Mortera no se puede decir que tiene una "pasión" pues en cada una de sus aficiones pone el mayor tesón que se puede poner y en su condición de marino -tuvo por más de 10 barcos y todos llamados "Mortimer"- la pesca de altura ocupa las cotas más altas, destacando en las tertulias con la mejor pieza y que en alguna ocasión lo puede demostrar, como sucedió con el bonito de 85 kilos que pescó y trajo al muelle gijonés para fotografiarse con él.

Mortera es un competidor nato que tiene multitud de anécdotas y, como buen presumido, cuentan que había comprado a su amigo del alma, Juan Atorrasagasti, una moto Suzuki, y cuando se estableció la obligatoriedad de poner casco, él no lo hacía. Un día lo paró la autoridad y le preguntaron por qué no llevaba el casco, a lo que contestó "entonces no me conoce nadie". En otra ocasión, discrepaba con otro tertuliano al que no conocía sobre el peso de un Jumbo. Antonio decía que pesaba 1.000 toneladas y el otro le replicó que no llegaba a 400 cargado, matizando, para cerrar el tema, que era piloto de Jumbo; a lo que Mortera respondió: "Claro, así va Iberia".

Como cazador era bueno y tiene muchas historietas. Cuentan que en una ocasión cobró dos muflones y cuando el guarda le dijo que sólo se podía cazar una pieza respondió: "Fue de un solo tiro, estaban juntas". Últimamente sus compañeros dicen que le bajó la puntería, que los jabalíes se le ponen a tiro de dos en dos porque saben que no corren peligro.

En estos últimos ocho años, como presidente del club de Castiello, consiguió, en unión de su equipo, mantener equilibradas las cuentas, sin poner derramas a los socios, a pesar de la caída de asociados motivada por la crisis económica y de la que no son ajenos los campos de golf. En el terreno deportivo consiguió la recuperación de la Escuela de Golf, con la incorporación de nuevos talentos que aseguran el futuro deportivo. El recorrido del campo fue mejorado en el aspecto fitosanitario, eliminando varios problemas que perjudicaban a Castiello en los últimos años. También finalizó las obras del pabellón gastronómico del club y consiguió, después de muchas gestiones para reconducir el servicio, con adjudicatarios que no vivían el día a día del club, que la hostelería sea muy buena en Castiello; tanto que aumentaron notablemente los banquetes y eventos, para mantener muchas actividades sociales tanto para niños como para los adultos. Una labor que los socios de Castiello le reconocen al no tener oposición en esta última renovación de su cargo, que él mismo espera que sea la definitiva.

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