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La educación personalizada apuntala los colegios más pequeños del concejo

El centro rural de Pinzales y el Honesto Batalón, que vivieron años al filo del cierre, han visto duplicarse su alumnado en los últimos cursos con familias que los identifican como "el modelo finlandés" de la red pública

Una de las aulas de Primaria del colegio Honesto Batalón. MARCOS LEÓN

El colegio rural de Pinzales tuvo en el curso 2007-2008 cinco únicos alumnos. Todos de distintas edades que compartieron un aula mixta (donde se concilia el aprendizaje de niños de distintos niveles). Este año el curso empezó en Pinzales con 28 escolares distribuidos en tres unidades: una de infantil y dos de primaria.

Los años de caída de natalidad -y en los que tampoco se ha movido al alza el censo de la parroquia- son, precisamente, los que más bullicio le han generado a este colegio que vivió al filo del cierre, con declarados opositores a que en un municipio como Gijón, con todas las posibilidades educativas en un radio de distancia de pocos minutos, se mantuvieran "escuelinas" propias de las áreas mas rurales de Asturias.

Pero Pinzales no es el único centro que en los últimos años ha vivido un despertar de sus aulas partiendo casi de la amenaza de cierre. Su situación es compartida por el Honesto Batalón, el colegio de Cimadevilla. En su caso, la matrícula también se ha multiplicado en los últimos años y de la misma forma, sin que haya un rejuvenecimiento del barrio.

El éxito de ambos hay que encontrarlo en la selección consciente que están haciendo muchas familias -en algunos casos vinculados a corrientes de crianza natural-, incluso de fuera de la zona de influencia del dichos centros, por estos colegios "casi familiares". Centros donde se asocia la baja matrícula con la educación personalizada y con fórmulas de trabajo que no siempre son posibles en el resto. Incluso hay padres y madres que buscan específicamente esas agrupaciones flexibles -de niños de distintas edades- por su componente enriquecedor que ahora se valora. Expertos vinculados a las altas capacidades advertían recientemente de que esos entornos pueden ser muy beneficiosos en concreto para niños superdotados y que hay progenitores que desplazan a sus hijos a colegios rurales buscando esa ventaja.

"Hay familias que han venido por aquí preguntándonos si somos el colegio del modelo finlandés de la red pública, y no tiene nada que ver. Nuestros objetivos y contenidos son los mismos de cualquier centro público asturiana, pero nos ayuda el hecho de ser pequeños. Es nuestro ambiente y el contexto el que nos hace diferentes. Aquí no ofrecer una educación diferenciada 'ye pecao', porque nos conocemos todos", sostiene Alberto García, director del Honesto Batalón, un centro que de cara al próximo curso va a tener muy limitada su entrada. Ya saben que les aumentarán una unidad, y con eso casi se exprimen las posibilidades de crecimiento del edificio. Porque el único colegio del área urbana gijonesa que sigue manteniendo aulas mixtas tiene ahora problemas de admisión. Si en 2008 no llegaba a los 40 alumnos, este año son 88 los chiquillos repartidos en dos unidades de Infantil y tres de Primaria. En la época de admisión en el colegio de Cimadevilla toca hacer siempre análisis a largo plazo para no descuadrar las agrupaciones mixtas de futuro. "Dar una clase mixta no es fácil y para el profesor es duro si se quiere preparar bien, pero para los niños es enriquecedor al cien por ciento", sostiene Alberto García.

En Pinzales una de las últimas incorporaciones fue la de una alumna que venía procedente de Suiza. "Sus padres habían buscado en los blogs de los colegios gijoneses y aunque no eran de la zona les gustó nuestra metodología, que veían más parecida al centro donde había estado la niña. Es cierto que en estos colegios pequeños la relación que se establece es muy fuerte y se genera muy buen ambiente. Quizá desde fuera antes se veían más las carencias que las virtudes de estos centros, pero los alumnos y las familias siempre han sido muy conscientes de las ventajas. De hecho siempre nos ayuda el boca a boca y con un poco de estabilidad que haya en la plantilla es fácil tirar por estos centros; de hecho nosotros si tuviéramos comedor y extraescolares seríamos un colegio perfecto", sostiene Verónica Cobián, la directora.

Tanto Cobián como Alberto García reconocen que desde hace unos años "hay una búsqueda consciente de este tipo de colegios pequeños, se conoce más nuestra forma de trabajo y se valora".

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