La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En coro se reza con la voz

"Melisma" y la Polifónica Gijonesa protagonizaron una bella oración penitencial en el Ciclo Coral de Música Sacra

Un momento del concierto coral de núsica sacra, ayer, en el Antiguo Instituto.

Resultó pequeño el patio del Antiguo Instituto Jovellanos para albergar al público asistente al segundo concierto del Ciclo Coral de Música Sacra, que este año celebra su segunda edición. Pequeño y frío: nadie se quitó el abrigo. Es verdad que a medida que avanzaba la audición nos fuimos olvidando de las bajas temperaturas; la música tiene ese poder.

Dos coros, dos estilos se hermanaron en las partituras para ofrecer una conjunción de sorprendentes contrastes. A las voces graves, incluso de sonido monacal del grupo "Melisma", se opusieron las de la Polifónica Gijonesa, y juntas elevaron una bella oración penitencial, ya que todos los motivos estaban inspirados en la Pasión de Cristo.

Inició la sesión el grupo Melisma, que en griego quiere decir "canto", dirigido por quien es su creador y director desde el año1994, Fernando Menéndez Viejo. Ocho voces masculinas, casi todas derivadas del Schola Cantorum del Seminario de Oviedo, interpretaron nueve obras gregorianas, dos de ellas del jesuita gijonés Ignacio Prieto, considerado en compositor de música sacra más importante del siglo XX, entre ellas esa belleza titulada "In monte Oliveti".

Otras dos pertenecían al propio Fernando Menéndez Viejo, un músico que ya es célebre internacionalmente desde que el Papa Francisco, en su visita a Brasil coreó "¡Qué detalle Señor has tenido conmigo...", una obra firmada por este autor, al que se le considera un maestro excepcional. Sus títulos de ayer fueron "Ténebrae", y "Surrexit Dominus". Actuaron de solistas en Melisma, Alfonso García y Paco Gómez.

A cada intervención gregoriana del grupo "Melisma" respondía la Coral Polifónica, dirigida por Santi Novoa, con la misma partitura, pero en su versión de polifonía. Muy bien. Aunque empezaron un poco flojos, con escaso empaste y algo desafinados -probable consecuencia de la tensión y el frío-, aunque muy finos en las matizaciones, fueron a más, acoplándose, para rematar su "Lacrimosa" del Réquiem de Mozart, en plenitud de musicalidad y belleza. Tanto, que al finalizar el concierto hasta teníamos calor. Y sobre todo ganas de quedarnos.

Compartir el artículo

stats