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Historiador.

Una joya de hierro escocés

Historia de las fuentes ornamentales instaladas en Gijón, algunas de las cuales se remontan al siglo XIX, con influencias del Reino Unido

Una joya de hierro escocés

La celebración cada 22 de marzo del Día Mundial del Agua permite traer al presente las soluciones adoptadas a lo largo de los siglos vinculadas al uso y aprovechamiento del agua potable, traducidas en un diverso e interesante patrimonio hidráulico. En ocasiones esto conlleva identificar elementos ciertamente singulares, caso de una pequeña estructura que está en Gijón desde 1890: un templete de fundición de carácter ornamental importado de Escocia y destinado a cubrir una fuente pública.

En aquella primavera de hace 126 años entraba en servicio la traída de agua de Llantones, la primera de carácter moderno que tuvo Gijón y la que hizo posible el abastecimiento de agua a domicilio.

Ignacio Ferrín da Silva, el ayudante de obras públicas que abordó el diseño y la ejecución de toda la obra hasta los más mínimos detalles, también tuvo en cuenta cuestiones ornamentales vinculadas al disfrute del agua.

La realización más vistosa fue la construcción de una fuente monumental en la intersección de la calle Covadonga con el paseo de Begoña inaugurada en el verano de 1889, tras finalizarse las obras entre Leorio y Gijón.

Al año siguiente, ya concluida la red de distribución urbana, se instalaron tres fuentes ornamentales de fundición destinadas a calmar la sed de los viandantes que se ubicaron en la plaza Mayor, en el Campo Valdés y frente al mercado del Sur, en lo que hoy es la plaza de Europa.

La primera contaba con función doble, ya que su parte inferior era una fuente de cuatro caños mientras su remate era una farola; las otras dos contaban con un mismo modelo de fuente más decorativa, también con cuatro caños y con otros tantos vasos metálicos sujetos a la estructura con cadenillas. Estas dos últimas estaban completadas con un templete ornamental rematado por cúpula, de planta cuadrada el del Campo Valdés y octogonal el de la plaza de Europa. Este último elemento es al que hacíamos referencia al principio, el único de todos ellos que ha sobrevivido localizándose hoy en el parque de Isabel La Católica.

Estas piezas, una excelente muestra de la alta calidad de las artes aplicadas de entonces, fueron adquiridas por catálogo a una de las principales firmas de la época, la fundición Saracen de Walter Macfarlane & Co ubicada en Glasgow. Esta factoría, que llegó a ocupar 14 hectáreas, era entonces una de las mas notables de Europa entre las dedicadas a la fundición artística.

Gran parte de los materiales metálicos destinados a las obras de Llantones se encargaron a la firma Mac Naughtan Bros que actuó como intermediaria entre el Ayuntamiento de Gijón y las distintas compañías escocesas que entonces fabricaban productos punteros en este campo como grifos, tuberías o contadores. En esta decisión tuvo un importante papel Alejandro Alvargonzález, alcalde de Gijón entre 1886 y 1890, debido a su vinculación personal con el Reino Unido ya que había cursado estudios en Londres, había desarrollado parte de su carrera profesional en Newcastle y mantenía, tras su retorno a Asturias, vínculos comerciales y familiares en Gran Bretaña. De hecho en la prensa local se le afearon públicamente estas compras en el extranjero en detrimento de la industria local, si bien la excelencia de los productos adquiridos era incuestionable.

En lo que respecta a esta apuesta por el mobiliario urbano de gran calidad, hay que tener en cuenta que responden a un momento en el que Gijón buscaba potenciar su imagen en concordancia con su aspiración por convertirse en una elegante estación balnearia estival similar a San Sebastián. En ese contexto, estas piezas de arte industrial afín al eclecticismo victoriano encajaban a la perfección.

Lo más peculiar es que estos elementos fabricados en serie hicieron que algunas estampas urbanas del Gijón de la época mostrasen similitud con otras numerosas poblaciones del globo ubicadas tanto en Canadá como en Australia y desde Irlanda hasta Hong Kong. Incluso un templete de esta serie con su fuente forman hoy parte de la colección permanente del Museo Nacional de Escocia.

En contraste, el caso de Gijón es el único conocido en España. Además estas piezas contaron con la singularidad de presentar la invariable advertencia que aparecía sobre cada arco, "Keep the pavement dry" (Mantenga seco el pavimento), sustituida por un más cortés "Se ruega no viertan el agua fuera", lo que posiblemente las hace únicas en el mundo por su empleo del castellano.

El único elemento de esta serie que sobrevivió, el templete octogonal, fue restaurado en el año 2003 por iniciativa de la EMA y quedó bajo la protección por el Catálogo Urbanístico de 2010, si bien lleva más de una década sin mantenimiento, presenta un creciente deterioro y carece de identificación que dé cuenta de su singularidad. Otro caso evidente de cómo Gijón no sabe sacar partido de su patrimonio.

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