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Periodista

El cambio del trazado del Muro se comió gran parte del arenal de la playa

Al optar por una línea recta y no una curva tangencial constante se propiciaban los cíclicos destrozos por los oleajes

Histórica fotografía con la quiebra del trazado para facilitar construcciones invadiendo el arenal.

De nada valió que en 1903, el alcalde Baldomero de Rato y Hevia fijase -a la hora exacta de la pleamar equinoccial- el trazado del Muro de San Lorenzo, ya que cuatro años después, cuando comenzaron las obras de construcción el 13 de agosto de 1907 -que iban a durar unos siete años, con un presupuesto de unas doscientas sesenta y tres mil pesetas- tras pasar la zona de las "Tiendas del Aire" se hizo un sorprendente quiebro, no respetando aquella línea marcada, por lo que fue invadido gran parte del arenal, con las consecuencias que todos hemos conocido y sufrido durante décadas. Y es que nunca se tiene en cuenta que la mar siempre recupera los territorios que le son propios y han sido invadidos por las artificiales obras de los humanos.

Los antecedentes históricos de la destrucción de las primeras casas de baños. No hay que olvidar el hecho de que ya en 1886 habían sido destruidas por el oleaje las primeras casetas de baños, propiedad del inventor de la nueva playa de San Lorenzo, Justo del Castillo y Quintana, quien fue el promotor de una nueva industria turística -tal vez inspirado por la "Fortuna Balnearia" que estaba en su casa familiar- y quien, a pesar de sus innegables conocimientos técnicos, no hizo los cálculos precisos, al considerar que era suficiente protección el inicio de la concha de Santa Catalina. Pero no fue así.

Justo del Castillo no era un hombre al que le arredrasen los problemas e, inmediatamente, al año siguiente procedió a la reconstrucción -con una empresa de la que formaba parte Faustino Goyanes Morán y de la que muy pronto dejó de ser socio, tal vez porque comprendió que aquello no era lo suyo- de un nuevo balneario, que llevaría el nombre de "Las Carolinas" y que sería uno de los mejores de España. Su portada, obra del escultor José María López, había sido anteriormente la del afamado "Circo Gallístico" del paseo de Alfonso XIII.

Abrió sus puertas el 28 de julio de 1888, después de superar de nuevo las ráfagas de los vientos ciclónicos que derribaron los techos. La restauración gastronómica se la adjudicaron al afamado Juan Fernández Setién, quien hasta hizo un tobogán con carriles con una barca a la que denominaron entonces popularmente "la montaña rusa".

Las leyes no escritas de la Naturaleza aconsejan que todo malecón -sin olas que invadan las aceras y las calles adyacentes- ha de tener forma de concha circular, como así queda bien demostrado en todas las calas.

Cuando se produjo el injustificable cambio del trazado del Muro, en esta ocasión la prensa local no miró hacia otro lado ante semejante desaguisado urbanístico y el día 14 de agosto de 1907 publicó que: "Prosiguen con mucha actividad los trabajos del malecón en la playa de San Lorenzo. Desde mañana lunes se emplearán cerca de sesenta operarios para emprender un trozo de cincuenta metros de solera de hormigón hidráulico. Y ya comenzó la colocación de cornisa en el tramo de cuarenta y cinco metros de mampostería. Para dentro de un mes seguro que las obras avanzarán hasta la travesía de las casas de Veronda. Los trabajos para el relleno recibirán mayor impulso. El alcalde ha dispuesto que utilizando los carros del Ayuntamiento se proceda a transportar tierra del coto de San Nicolás. En cuanto queden desalojadas las casas enajenadas en la calle de Hortalizas, Santa Elena y Contracay se iniciará su inmediato derribo y los escombros serán aplicados a rellenar la parte interior adosada al muro".

La prensa local advirtió de que el nuevo trazado suprimiría gran parte de la playa. Tres meses después, a la prensa local no le convencía el trazado que se estaba dando al muro de San Lorenzo y que se comía una gran parte del arenal de la plata, por lo que el día 22 de octubre de 1907 el diario "El Comercio" advirtió sobre la insensatez urbanística que se estaba cometiendo a la vista de todos: "Hoy que la parte construida avanza hasta la segunda rampa colocada frente a la calle de la Caridad tenemos la obligación de clamar alto, porque según nuestros informes el progreso del muro hacia el mar, separándose de la línea aprobada y señalada en el plano, se acentúa cada vez más siguiendo una curva que come un trozo de playa. Para que nuestros lectores formen juicio de la desviación indicada, baste decir que si en el comienzo de las casas de Veronda el muro y la línea aprobada coincidían, y uno y otra distaban de la esquina de dichas casas dieciocho metros y cuarenta centímetros, al llegar frente a la calle de Juan Alonso se iba ya distanciado de la línea oficial y por delante de ella: desde las casas al muro había catorce metros y diez centímetros, en vez de los nueve metros y veinticinco centímetros actuales. Calculen nuestros lectores dónde parará esta línea que suprimirá, ni más ni menos, una gran parte de nuestra hermosa playa. Y digan si no debemos evitar aún el gravísimo daño que, quizá por error, quizá por sorpresa, se ocasiona a los intereses generales de la localidad que considera la playa de San Lorenzo principal joya que debe a la Naturaleza".

El grave error de construir un malecón en línea recta enfrentándolo al oleaje. El emprendedor técnico José María Pérez "Pericles" tiene razón cuando mantiene la tesis de que construir un malecón en línea recta siempre es enfrentarlo directamente a la fuerza del oleaje durante las grandes mareas -lo que motiva los periódicos destrozos y socavones- por lo que hubiera sido más aconsejable construir el muro en forma de curva tangencial constante.

La variación de la línea del muro de San Lorenzo se hizo seguramente para facilitar las construcciones a partir del "martillo de Capua", lo que motiva que sea esa zona en línea recta la más deteriorada habitualmente por la fuerza de las olas. "Pericles" aconseja también retirar las piedras que con las mareonas suelen quedar al descubierto y los restos de las cimentaciones de los antiguos balnearios, a fin de que quede una especie de pozo que muy pronto volvería a quedar rellenado de arena con los flujos naturales de las mareas.

El gijonés Rufo García Rendueles construyó el puente del Piles y la carretera hacia El Infanzón. Rufo García Rendueles fue un gijonés que siendo subdirector general de Obras Públicas del Ministerio de Fomento logró que el Estado pagase la construcción de un puente sobre el río Piles que también pudieran atravesar los automóviles que iban hacia Somió y la nueva carretera hacia El Infanzón. De ahí que, el Ayuntamiento de Gijón, muy agradecido y no era para menos, no dudase en dar el nombre de Rufo García Rendueles a la avenida paralela al paseo del Muro de San Lorenzo.

Aunque se trataba de dinamizar urbanísticamente toda aquella zona creada con el nuevo malecón hasta la ería del Piles, no despertó el más mínimo interés para promover nuevas edificaciones a pesar de las grandes facilidades dadas por el Ayuntamiento, que redujo los impuestos en las licencias; ni tampoco fue tomada en consideración una moción presentada para construir una línea de tranvía eléctrico que partiese de la calles de San Bernardo y Jovellanos hasta llegar a Somió por la nueva carretera del Piles al Infanzón y que también tuviese como alternativa otro trayecto hacia los populares merenderos de La Guía.

Cuatro décadas después el periodista Paco Ignacio Taibo lanzó una gran campaña desde la primera página de un diario local para construir en la primera línea de la playa de Gijón edificios que emulasen a los rascacielos de Copacabana, sin tener en cuenta la posición del sol.

Pero ésta es otra historia que será publicada en su momento para recordatorio de todos los gijoneses.

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