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El desconocido proceso del aprovechamiento de vehículos

La riqueza de la chatarra

Una firma gijonesa recicla los vehículos desguazados en Asturias y parte de los de Galicia, Cantabria, Castilla y León y Extremadura

Al fondo, la fragmentadora de Daniel González Riestra. ÁNGEL GONZÁLEZ

El 70% de los materiales de un coche desguazado, sus componentes metálicos, son aprovechables para su reciclaje industrial. Un proceso de recuperación al que se dedica Daniel González Riestra, principal empresa asturiana de este sector y una de las 37 que hay en España.

La empresa, ubicada entre las instalaciones de ArcelorMittal y la Zalia, lleva el nombre de quien la fundó hace casi siete décadas. Hoy la dirige su nieto, Daniel Langer, que explica que sólo un tercio de los vehículos que recicla proceden de desguaces autorizados de Asturias. La mayor parte de los coches que se trituran en sus instalaciones llegan principalmente de Galicia, Castilla y León y Cantabria y, en menor medida, de Extremadura.

Los coches llegan a la factoría descontaminados, sin líquidos, cubiertas ni baterías, tras haber sido compactados en el desguace para su transporte y se someten a una serie de procesos mecanizados y manuales para convertirlos en materia prima para acerías de arco eléctrico y otras industrias de producción de metales.

El corazón de la empresa es su actual fragmentadora, que adquirió en 2003, y que es la tercera que tiene desde 1979. Un molino con 2.000 caballos de potencia y con capacidad para desmenuzar hasta 55 toneladas de chatarra a la hora. En la misma se hacen pedazos los vehículos, pasando a continuación a separar los metales del resto de materiales.

Principalmente se obtienen, mediante imanes, la chapa de los coches. Una paradoja es que a pesar de que Daniel González Riestra tiene a tiro de piedra la factoría de ArcelorMittal en Veriña, que precisa de chatarra para su proceso productivo, no le puede suministrar esa chapa reciclada: La chapa de los coches está galvanizada y no es válida para el proceso de fabricación de acero en la siderurgia integral, con lo que se vende a acerías eléctricas del norte de España, principalmente.

Los otros metales que haya se separan mediante corrientes de inducción y luego, con un proceso de lavado especial, "similar a un batán de la mina", se extrae el aluminio, que flota al ser el más ligero. El proceso permite obtener aluminio libre al 99% de impurezas, tal como exigen los fabricantes de Alemania y Austria a los que la firma gijonesa exporta este rentable producto. No en vano, al preguntar a Daniel Langer por qué marca de coches prefiere, responde sin duda que Audi, por su mayor contenido en aluminio.

El resto de metales se tienen que separar a mano por operarios de la empresa, que cuenta con una plantilla total de 38 trabajadores. Cobre, latón y calumina (una aleación de cinc) se envían a distintas fundiciones y fábricas, como la de Agalsa en el caso del cinc, que utilizan para el galvanizado.

El proceso de reciclado no acaba aquí ni en las instalaciones gijonesas. El 30% de gomaespuma, goma y plásticos que salen de la fragmentadora se venden a una empresa especializada en recuperar las pequeñas cantidades de metal que aún contiene esa mezcla, un 3% del metal del vehículo, antes de enviarla a industrias que la utilizan como combustible.

Ése es, en resumen, el procedimiento actual mediante el que Daniel González Riestra transforma en riqueza la chatarra ligera. No sólo la de coches procedentes de desguaces, pero principalmente. Aunque reciben chatarras metálicas de otros suministradores -como Emulsa, derribos de naves industriales o astilleros que desguazan pesqueros pequeños- cuatro quintas partes de su materia prima procede de los desguaces de vehículos.

A medio plazo, es posible que el proceso de reciclaje se pueda afinar aún más y la empresa gijonesa pase no sólo a ser suministradora de metales para fundiciones, sino también a reciclar plásticos. La empresa está colaborando en un estudio de la Escuela de Ingeniería de Minas de Oviedo, que está desarrollando un proceso para separar los distintos plásticos que salen mezclados tras triturar los coches. Utilizan en sus ensayos muestras suministradas por la compañía gijonesa.

Pero una cosa es que ese proceso se desarrolle técnicamente, de lo que está convencido Daniel Langer, y otra que sea viable económicamente, algo para lo que habrá que esperar. El precio de los plásticos está ligado al precio del petróleo, actualmente muy bajo. Cuando suba ese precio, tal como prevé Langer, sí será rentable la recuperación de determinados plásticos de los vehículos, como el PVC. Otros materiales menos valiosos seguirán acabando en hornos para su incineración.

Daniel González Riestra no tiene competencia en Asturias. La empresa, que ocupa 55.000 metros cuadrados, posee la única fragmentadora que hay en el Principado. Sus rivales directos son empresas con fragmentadoras en Galicia, Cantabria, Palencia y Madrid, con las que compite por la compra de la chatarra y la venta de los productos que obtiene de la misma.

La empresa cuenta con una flota propia de 12 camiones y dos prensas móviles que los acompañan para "empaquetar" los vehículos antes de cargarlos en los desguaces. Ese proceso permite que cada camión traiga en un viaje 30 coches viejos en lugar de 6.

Langer cree que la mayoría de la gente desconoce el proceso completo de reciclaje de un vehículo, más allá de lo que hacen los desguaces en un momento en el que "están al alza los precios de las piezas de coches de segunda mano".

"Aquí acaba el ciclo de vida de un vehículo y aquí empieza el de muchos productos, con el reciclaje de los metales", señala Langer. Un proceso que genera riqueza y reduce desperdicios.

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