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SEBASTIAN CHATHAM | Activista de Action Aid Dinamarca, vive y trabaja en El Salvador

"Si todos los buenos matamos a todos los malos al final quedaremos sólo asesinos"

"Para que una democracia funcione debemos participar, porque la política no es sólo un proceso electoral; es el desafío de los jóvenes"

Sebastian Chatham, ayer, en el Antiguo Instituto. MARCOS LEÓN

Sebastian Chatham (Copenhague, 1984) es un activista de Action Aid Dinamarca, residente en El Salvador, y llega a Gijón dentro de la V Semana de la Solidaridad Oxfam Intermón que se desarrollará hasta el jueves 31 de marzo en el Antiguo Instituto, por las tardes a las 19.30 horas. Chatham, junto al salvadoreño Jonathan Portal hizo ayer una encendida defensa del activismo, como el que su organización desarrolla en El Salvador a través del proyecto "Plataforma global".

-El título de estas jornadas es "Del sofá a la calle: activízate". ¿Por qué parten de la base de que los jóvenes están tumbados en el sofá?

-Yo no puse el título pero es uno de los desafíos que tenemos a nivel global. Al no ser activo y no hacer nada para cambiar las cosas nos quedamos sin ninguna incidencia, no podemos influir en las decisiones. Más allá de ir a votar cada cuatro o cinco años para tener una democracia que funcione debemos estar participando porque la política no es sólo un proceso electoral. Como jóvenes podemos participar de muchas formas, sin corbata y sin reuniones formales, pero tenemos el desafío de revertir esa situación en que creemos que no podemos hacer nada.

-Habla de la juventud como algo global pero según el país, el entorno en que se viva, empieza antes o después. ¿El mensaje puede ser el mismo?

-No pretendemos que lo que hay que hacer en El Salvador sea lo mismo para España, sin embargo hay cosas en común y siempre es válido conocer las experiencias de otros lados porque fortalece e inspira a tener otras ideas. Por eso creemos que es importante que exista una red global. Aunque cada uno tenga su trinchera y su forma de luchar. No hay una sola juventud, hay muchas juventudes.

-El Salvador cerró 2015 como el año más sangriento desde su guerra civil. ¿Quién salvará a El Salvador de las maras?

-El Salvador lideró el ranking mundial de homicidios en 2015. El problema viene de lejos. El gobierno, éste y los anteriores, lo ven como un problema de la juventud, que los jóvenes son violentos y que no quieren un cambio positivo. En realidad es una respuesta de algunos jóvenes a no tener ninguna oportunidad. No tienen acceso ni a la educación, ni al empleo ni al agua en muchas comunidades. No avalo la forma de organizarse en pandillas pero hay que ver las condiciones que han creado eso. La violencia siempre ha sido una respuesta allá, en El Salvador hay una cultura de la violencia y el problema es que se está haciendo una guerra contra las juventudes.

-¿En qué sentido?

-Los últimos cinco años he trabajado con jóvenes allí y no he conocido ninguno que habiendo recibido educación universitaria haya formado parte de esas pandillas. Sólo entran jóvenes de comunidades muy pobres, muy marginados, que no ven otra salida que defenderse. Ni siquiera los miembros de las pandillas quieren que sus hermanos entren porque saben que sólo tiene dos salidas, la cárcel o la muerte.

-¿Y cómo está la situación actualmente?

-El domingo las tres pandillas más grandes de El Salvador hicieron un comunicado anunciando el cese de la violencia. Dicen que no van a mandar asesinar a nadie, pero quieren que el gobierno también cese de matar porque cada mes mata a 200 jóvenes a través de sus batallones. Luego el gobierno lo presenta como un gran logro diciendo "hemos acabado con 200 de los malos".

-¿Doscientos al mes?

-Sí, 29 homicidios al día. Tratar de matar a todos los malos es una especie de genocidio. ¿A dónde nos lleva? Si todos los buenos matamos a todos los malos al final quedaremos sólo asesinos. Eso de cerrarse al diálogo es muy equivocado. Hace dos años hubo una tregua y bajó la tasa de homicidios a cinco diarios. Se demostró que hay una forma pero la nueva administración dijo que no negociaría con terroristas. Es una pena porque creo que la solución es a través del diálogo.

-¿Se vislumbra de algún modo el fin de la violencia en Latinoamérica?

-La noche más oscura es justo antes del amanecer, dicen los zapatistas. Ahí pongo mi esperanza. Es muy difícil llevar tiempo viviendo en Honduras o El Salvador y que no hayas perdido a un familiar o a un amigo. Pero veo salida, hay jóvenes comprometidos a cambiar esa situación, jóvenes que intentan contagiar a otros jóvenes para crear comunidad y lograr un cambio estructural.

-Desde fuera, ¿cómo ve a la juventud en España?

-Nos parece interesante el panorama político que se está viviendo ahora. Desde el 15-M los movimientos y demandas sociales, esa forma de organizarse en las plazas públicas y cómo se está convirtiendo en partido político para insertar esas demandas en el sistema político. Me gustaría aprender más de ello porque lo veo interesante. Aunque en El Salvador eso no va a pasar.

-¿Y qué pecados observa?

-La situación de España la conozco menos, le explico mi visión desde el ejemplo de Dinamarca, donde nací. Es un país con menos delincuencia y menos problemas sociales que en América latina pero a una parte de la juventud danesa, en cambio, se le ha olvidado cómo se han conseguido esos derechos laborales o de libertad de expresión que no proceden de arriba, del poder político, sino que vienen de los movimientos sociales. Cuando los jóvenes pierden esa visión y no son parte de organizaciones ya no existe ese poder colectivo y le dejamos a los diputados que hagan lo que quieran. Y eso es peligroso y lo estamos pagando. Se puede ver con la crisis y las decisiones de la Unión Europea que afectan a países como España.

-El Parlamento danés aprobó confiscar los bienes que superasen las 10.000 coronas (1.340 euros) a los refugiados. ¿Carecen de humanidad sus políticos?

-Cuando los políticos no saben a dónde ir, para ellos es fácil crear unidad en torno al miedo. Me da pena lo que sucede allí porque está muy lejos de lo que es Dinamarca, que siempre ha sido un país muy liberal y ahora se está cerrando. Lo bueno es que esa decisión provocó una reacción de la gente, hay una plataforma "Welcome to Denmark" que da hospedaje en sus casas, ropa, comida... unen esfuerzos y ahí sí veo humanidad. De eso se trata, de salir del sofá y de dar respuesta a la oscuridad de los políticos.

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