La capilla de Nuestra Señora de los Milagros -la Milagrosa para los vecinos y fieles- de Rioseco de Caldones ha quedado sin campana. Unos vecinos echaron en falta hace días el llamador que coronaba la pequeña ermita de la parroquia gijonesa y ayer mismo hicieron partícipe del robo al párroco Maximino Canal. La sustracción, según indicaron al sacerdote los más conocedores, no se acompañó, al menos aparentemente, de ninguna otra acción violenta como pudiera haber sido forzar la puerta de acceso a la capilla o sustraer algo del interior, pero no deja de suponer un disgusto para los fieles y devotos de una ermita que se construyó en los años 60 del siglo pasado, para sustituir a otra muy próxima que ya estaba en estado de ruina. Tanto la original como la nueva han contado con la devoción popular por el cariño a la Milagrosa. "No hay cultos en todo el año en la capilla y está bastante 'abandonadina', pero tiene muchas visitas de gente que deja flores y velas a la Virgen casi todos los meses. Es una pena que le roben lo poco que tiene para embellecerla", indicó una vecina. El párroco, Maximino Canal, tiene previsto dar parte a la Guardia Civil y también al arzobispado, previo paso por la capilla para hacer comprobaciones.

Lo difícil, dicen, es poder fijar con exactitud desde cuándo falta la campana porque en la zona ya casi no hay vecinos y el párroco, que compagina la atención religiosa en cinco parroquias -Castiello, Santurio, Caldones, Quintes y Quintueles- ha tenido que sacrificar las esporádicas visitas que antes se hacían a Rioseco, dejando en manos de los vecinos el cuidado del santuario. "Aquello está muy solo y supongo que ahora, o no tardando, la campana será objeto de decoración en algún chalé o estará a la venta en algún anticuario o mercado. Es una pena", sostiene el sacerdote que recuerda "la gran función" que en su día tuvieron las campanas, como elemento de comunicación en las parroquias, pese a que ahora la de Rioseco fuera meramente objeto de complemento de la capilla.