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Arquitectura de gran buqué

Una bodega de vinos ubicada en Valladolid, proyectada por la gijonesa Silvia Paredes, está nominada a los premios estadounidenses "Architizer A+"

Silvia Paredes, ayer, en Gijón. Juan Plaza

La gijonesa Silvia Paredes cotiza al alza en la arquitectura mundial. Su ópera prima, una bodega de vinos, proyectada en compañía de su socia Ana Agag, es el único trabajo español que está nominado en los prestigiosos premios del sector "Architizer A+", de Estados Unidos. El trabajo de Paredes y Agag -hermana de Alejandro Agag, yerno de José María Aznar- se concretó en una bodega sostenible y autosuficiente para los vinos Valdemonjas de Ribera del Duero, ubicada en Quintanilla de Arriba (Valladolid).

A los galardones, considerados los "Oscar" de la arquitectura, aspiran más de cien trabajos de todo el mundo distribuidos en distintas categorías. La que pretenden llevarse Paredes y Agag es "Factory Warehouse", en castellano "Almacén de fábrica". Hace unos días su bodega encabezaba las votaciones del premio popular en internet. El 12 de abril, conjuntamente con el premio del jurado, habrá veredicto, y la gala de entrega será en mayo en Nueva York.

"Presentamos la candidatura como inversión, no pensábamos que nos iban a seleccionar pero la alegría ha sido inmensa cuando nos vimos como finalistas. Ya es un triunfo porque allí están los mejores arquitectos del mundo. No nos lo esperábamos", valora Paredes. En la votación se miden a otras cuatro construcciones procedentes de Eslovenia, China, Suiza y Tailandia.

Tras la entrega de galardones se editará un libro que recogerá todos los proyectos nominados. "Da nombre, caché e ilusión por hacer las cosas bien. Lo veo como una recompensa personal", estima la gijonesa. Además, miran de reojo al premio Riba (Royal Institute of British Architects) de Londres, al cual también han presentado su obra.

El bagaje laboral de Silvia Paredes y Ana Agag viste de largo. Ambas pusieron en práctica los conocimientos adquiridos durante la carrera en los estudios londinenses de Foster&Partners. Allí se conocieron, y a la sombra de un grande de la arquitectura mundial, Norman Foster, desarrollaron sendos proyectos relacionados con el mundo de la viticultura. Ana -aún afincada en Londres- trabajó con Foster en Bodegas Portia, de Burgos, y Silvia -con casa y trabajo en Madrid- en Chateau Margaux.

Cuando la familia Moyano, propietaria de la bodega Valdemonjas, escuchó este último nombre, el de una de las mejores marcas de vino del mundo, les encomendó sin dudar la tarea de planificar el espacio para su sueño bodeguero. "Llegamos a un acuerdo, más barato que si fuera Foster (ríe) y nos pusimos a trabajar gracias al voto de confianza que depositó en nosotros la familia Moyano", recuerda.

La obra, finalizada en septiembre de 2015, empezó con el requisito "indispensable" de crear una bodega autosuficiente. "Al ser un negocio que está empezando debíamos dar una imagen muy potente, buscábamos algo representativo de un negocio familiar. Y, por supuesto, con el vino como centro de todo, porque nuestra forma de entender la arquitectura es basarte en lo que va a albergar la estructura", matiza Silvia. De ahí que la bodega esté enterrada, "porque se necesitan condiciones de humedad y temperatura para el vino". Y de ahí una bóveda de ladrillo tradicional, reinterpretada y moderna "pero, al fin y al cabo, una bóveda de ladrillo tradicional como hacían toda la vida los bodegueros porque el vino tiene que respirar de forma natural". Luego, explica, "ha quedado un edificio llamativo; eso es buen resultado pero lo principal es dar respuesta a las necesidades del cliente".

La particularidad del proyecto, "que le da gran parte de su atractivo", es que la bodega no está conectada a la red de electricidad ni a la de agua. Toda la electricidad necesaria se genera a través del propio edificio y para el agua idearon unos aljibes para su recogida y un sistema de filtrado. "Es un proyecto diferente y eso ha sido una de las cosas que más se ha valorado", defiende Paredes que siempre ha tenido muy presente el respeto al entorno. La construcción está en suelo rústico, en la ribera del Duero, al lado del monasterio de Santa María de Valbuena, del siglo XII. "No puedes hacer algo que desentone", asegura.

Pese a no haberlas felicitado aun por alumnas aventajadas, Silvia Paredes guarda con gratitud sus recuerdos tras cinco años al lado de Norman Foster. "La razón por la que él es Norman Foster es porque es un emprendedor nato, una persona que no ve límites". Bajo esa fuente de inspiración, que comparte con Ana, afronta ya el siguiente reto. "Estamos ahora llevando residencias privadas en Londres, un par de proyectos. Esperamos que siga funcionando y que vengan más proyectos y premios", afirma con una sonrisa.

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