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Una tarta sin velas que soplar

El plan de saneamiento integral cumple 25 años pendiente de completar y con la sombra de la demolición sobre la depuradora del Este

La infraestructura del Pisón, que está a punto de terminar sus obras de construcción con la sombra de una sentencia judicial que impone su demolición. Ángel González

En sus idas y venidas por Asturias de aquel 15 de abril de 1991 el ministro de Obras Públicas y Transportes del gobierno de España, el socialista José Borrell, encontró tiempo para firmar en Gijón el convenio de colaboración entre administraciones que iba a desarrollar el plan de saneamiento integral de Gijón. A su lado estaban Vicente Álvarez Areces como alcalde y Pedro de Silva como presidente del gobierno del Principado de Asturias. El convenio fijaba una inversión de 12.915 millones de pesetas para financiar once proyectos en las zonas Este y Oeste del litoral gijonés. Al Ministerio le tocaba pagar cerca de 6.000 millones, al Ayuntamiento unos 3.730 y al Principado 3.300 millones.

A punto de cumplirse el 25º aniversario de esta histórica firma el plan aún no está completado. De hecho, la pieza final de este enmarañado rompecabezas es una depuradora en la zona Este que enfrenta la fase final de su construcción con la amenaza de la demolición por una definitiva sentencia favorable que han conseguido los vecinos del Pisón, que llevan años luchando contra esta infraestructura y la previa estación de pretratamiento. Es el último tropiezo en un camino lleno de baches técnicos, políticos y vecinales. Tantos que no se espera que nadie sople las velas de este festejo fuera de tiempo.

El plan de 1991 fijaba un diseño de la red de saneamiento local a partir de la división de la ciudad en dos cuencas: una al Este definida por el río Piles y sus afluentes y otra al Oeste con el eje vertebrador de los ríos Pilón y Cutis. A cada zona le correspondían acciones de extensión del alcantarillado, una serie de colectores interceptores -El Arenal y El Coto de San Nicolás al Este y Cutis, Pilón y Jove al Oeste- la canalización de los ríos más deteriorados, plantas de bombeo, de pretratamiento de aguas residuales y depuradora. El objetivo era conseguir la calidad de las aguas fluviales y marinas, evitar las periódicas inundaciones que sufría la ciudad y cumplir con las directrices que imponía la Unión Europea en materia de saneamiento y depuración de aguas.

Los proyectos de construcción se pusieron en marcha de tal manera que, como recuerda el historiador Héctor Blanco en sus publicaciones sobre la historia de la Empresa Municipal de Aguas (EMA), en mayo de 1993 se remató el colector de El Arenal y en 1994 se inauguró la planta de pretratamiento del Pisón, conocida como la Plantona. Luego llegarían las obras del emisario submarino de Peñarrubia y la estación de pretratamiento en La Figar.

A la tortilla del diseño inicial del plan se le quiso dar la vuelta en 1993 eliminando de la ecuación la depuradora del Este. El Ministerio de Obras Públicas decidió fijar una única depuradora en el entorno de El Musel con una tubería de impulsión desde el Piles al colector del río Cutis. El cambio tuvo su contestación ciudadana a través de una plataforma donde las entidades vecinales de La Calzada, Jove y El Natahoyo mostraban su negativa a "ser la cisterna" de todo Gijón. Hubo estudios, contraestudios, decisiones plenarias de retrasar cualquier decisión, problemas con terrenos... hasta que en 1995 se zanjó la cuestión optando por mantener el sistema de dos depuradoras.

A partir de ese momento la polémica pasó a la elección de la ubicación para la estructura del Este y a la suma de retrasos en cada tramite y en cada ejecución de los proyectos. Pese a todo, entre 1999 y 2005 Gijón sumó 150 kilómetros nuevos de conducciones. En 2005 es cuando se inaugura la estación depuradora de La Reguerona, con un coste de 32 millones, y se anuncia que las obras para construir a su hermana del Este comenzarían en esa legislatura. La buena nueva la daba la ministra Cristina Narbona. Aún se tardaron tres años en decidir qué iría en El Pisón, junto a una Plantona envuelta en polémicas judiciales, y cinco en ver la obra licitada con un presupuesto global de 55 millones de euros. La propuesta era una instalación soterrada bajo un parque y con tecnología de última generación para minimizar cualquier impacto o molestia. La operación se completaba con una gran tubería de nueve kilómetros que cruzaba la ciudad para llevar los lodos a la depuradora del Oeste.

Al final el coste de la EDAR Gijón Este se ha quedado en unos 40 millones que pueden ir directos a la basura si se ejecuta su derribo. También están pendientes otros ocho millones para mejoras de calidad en La Reguerona para cumplir con la nueva normativa europea. Del futuro de una y otra instalación está pendiente el Ayuntamiento de Gijón a través de la Empresa de Aguas (EMA) que se encarga de su gestión. La fiesta de cumpleaños quedará para otro momento.

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