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La Milla, metro a metro

Ingenieros que arreglan sus problemas

Antiguos alumnos de la EPI crean una empresa pionera en Asturias para ofrecer soluciones innovadoras en el cálculo de materiales compuestos

Por la izquierda, Laura Álvarez, Dani Albes, Tamara Fernández, Ignacio Melón, Alberto Fernández y Andrés Menes, en la sede de Ingeniacity. ÁNGEL GONZÁLEZ

Una necesidad convertida en negocio. Es lo que han conseguido un grupo de antiguos alumnos de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón con ingenio y muchas ganas de trabajar. Tanto que su empresa Ingeniacity, que apenas lleva diez meses de vida, ya vende al extranjero y ha doblado el número de trabajadores.

Todo se gestó de la mano de la competición "Motostudent", un concurso en el que participan alumnos de la EPI afrontando el reto de construir una moto de carreras. Dos de los estudiantes implicados en este proyecto, Tamara Fernández e Ignacio Melón, se dieron cuenta de que necesitaban contar con soluciones de ingeniería para desarrollar su moto y elaborar determinadas piezas. Junto con Alberto Fernández y Laura Álvarez, por entonces patrocinadores del equipo de competición de los alumnos de la EPI, dieron con la clave para acabar con el problema, y de paso ofrecer soluciones a sus compañeros en la misma situación: crear su propia empresa.

Tamara Fernández se ha convertido en socia junto con Laura y Alberto, y con un volumen importante de trabajo han conseguido contar ya con una plantilla de seis personas, con sede en el Edificio Tecnológico Campus. Desde este enclave ofrecen consultoría y asesoría en Ingeniería a todo tipo de clientes. "Desde emprendedores que nos llegan con una idea para ver si es viable, hasta grandes empresas con las que trabajamos en el sector de la competición deportiva", señala Laura Álvarez, que aportó a la empresa una cartera previa de clientes en este ámbito que no ha dejado de ampliarse en los últimos meses. La confidencialidad manda, pero los gijoneses están aportando soluciones innovadoras en diversos ámbitos, con el plus de ser la primera compañía asturiana especializada en el cálculo de materiales compuestos, como la fibra de carbono y de vidrio. Tal y como enumera Tamara Fernández, en Ingeniacity se trabaja en proyectos de "automoción, naval, industrial, renovables, salud y bienestar".

Y eso incluye tareas como el diseño, cálculo y simulación de piezas y estructuras, el diseño de productos a medida y mejora de otros productos, la creación de prototipos con la técnica de la fabricación aditiva, la simulación dinámica de fluidos aplicada al sector de la automoción y las energías renovables, el diseño y desarrollo de sistemas de control de electrónica y robótica y, en general, "consultoría y asesoría de ingeniería de innovación" para ofrecer soluciones viables y rápidas a sus clientes. Tal y como ellos mismos necesitaron en su día.

Además, la compañía trabaja en sus propios proyectos de I+D, con la intención de venderlos en un futuro. Una de las principales líneas de trabajo en este sentido es, como explica Tamara Fernández, la de "resolver problemas de producción de energía a nivel local", para "ayudar a la sociedad a mejorar, tanto para particulares como para empresas".

A todo ello se añaden proyectos singulares como el de la creación de piezas de "tunning" para un exportador gallego que vende a Estados Unidos. Los gijoneses han sido responsables del diseño de un techo para un modelo de BMW que lucirá por las carreteras americanas. "Nosotros creamos el prototipo y vimos cuál era la solución que mejor se adaptaba al vehículo, estética y aerodinámicamente", explican los jóvenes ingenieros de la compañía. Un campo en el que seguirán creciendo, y al que sumarán otro tipo de actividades de responsabilidad social.

Como el rediseño de una silla de ruedas para la pequeña Ángela Linares, que no es capaz de mover el "joystick" -palanca de mando- por sus limitaciones físicas y necesita que le adapten el artilugio. Un trabajo que realizarán de forma completamente altruista, pero que también se podría aplicar en el caso de otros usuarios de sillas de ruedas con problemas de movilidad.

Y completan su actividad con otro proyecto: el patrocinio del actual equipo de "Motostudent" de la EPI y un posible patrocinio de la Fórmula Student. Será "no con aportaciones de dinero, sino ofreciendo soluciones y nuestras instalaciones para que puedan probar y hacer sus propias piezas, que adquieran los conocimientos necesarios para ello", señala Laura Álvarez.

Las previsiones, a menos de un año de vida, son las de "mantenernos, después de un inicio con mucho trabajo". Pero si les siguen llegando grandes proyectos internacionales, "necesitaremos más gente", aseguran. Un vivero para el futuro.

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