¿Cómo exprimir a 4.108 turistas que tienes atrapados durante una semana? La respuesta a esa pregunta es la que explica el diseño de megacruceros como el que ayer recaló por unas horas en El Musel, el "Ovation of the Seas", buque de la clase Quantum de la naviera Royal Caribbean, que visitó por segunda y última vez el puerto gijonés, antes de engarzar una ruta tras otra a través del Mediterráneo y el Índico antes de llegar a China, su base de operaciones definitiva.

Con 18 cubiertas y 347 metros de eslora por 41,4 de manga -un tamaño mayor que los grandes graneleros que acarrean hasta EBHISA las materias primas para la industria pesada asturiana- el "Ovation of the Seas" está concebido como un gran centro comercial flotante, con sus atracciones y tentaciones para conseguir que los pasajeros gasten a bordo desde al menos 30 euros diarios, hasta más dinero durante la semana de viaje que los 800 euros por persona que cuesta el embarque en el camarote más barato.

Así lo explica Jaime Oliver Pérez, ingeniero naval cuya empresa ha realizado varios diseños de cruceros y yates y que participó en la decimosexta jornada técnica de la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos, organizada en Gijón ayer y anteayer para coincidir con la escala en El Musel del barco de Royal Caribbean, que visitaron.

De hecho, agrega, no es casual que los dos grandes servicios gratuitos para el pasaje, el comedor y el teatro con capacidad para 1.300 personas, se hayan ubicado a ambos extremos del barco; en la popa el primero y el segundo en la proa. "Y en medio, las tentaciones", apunta, gráficamente. Unas tentaciones que incluyen desde tiendas con marcas de ropa, complementos o perfumes de lujo, hasta pubs y una barra robotizada para servir cócteles, pasando por establecimientos de belleza y spa, actividades de ocio como un minigolf, o lo que el pasajero decida jugarse en un casino que además es de las pocas zonas habilitadas para fumadores en el barco. ¿Por qué el "Ovation of the Seas" se va a China, donde ya tiene su base un crucero gemelo, el "Anthem of the Seas"? Una de las claves la da que el crucero que ayer paso por Gijón salió hace varias semanas del astillero alemán en que se construyó, con un casino con capacidad sensiblemente mayor a los otros dos buques de su clase. No hará falta reformarlo para ampliar la sala de apuestas, como tuvo que hacer Royal Caribbean con el "Anthem of the Seas", tras decidir destinarlo al mercado asiático, donde la cultura del juego está arraigada.

Andrés Molina Martí, otro de los ingenieros participantes en la jornada señaló la diferencia entre los cruceros y otros buques de pasaje. "Los cruceros no son un barco de transporte, aunque vayan de un puerto a otro, sino que están diseñados para crear un ambiente artificial, consiguiendo que los pasajeros hagan gasto a bordo". Esto es, "la atracción está en el barco". Sobre por qué la tendencia es a que se construyan cada vez más grandes, gastándose incluso los 1.000 millones de euros que costó el barco que ayer visitó El Musel, este ingeniero señala que se busca un "efecto escala", para abaratar los billetes de embarque. Con la venta de los camarotes la naviera cubre los gastos del barco en el viaje, mientras que las ganancias proceden de lo que se gastan a bordo los pasajeros. Una media de 30 a 40 euros diarios por persona en un crucero estándar como el "Ovation of the Seas", que se eleva hasta los 200 euros en los cruceros de lujo, como los más pequeños.

Los cruceros de la clase Quantum, como el de ayer, son los más avanzados tecnológicamente y en atracciones. Destacan el mirador que se eleva a 90 metros sobre la cubierta superior (la "North Star"), un simulador de caída libre como paracaidismo o la cristalera de 270 grados y tres cubiertas de altura sobre la que, tras oscurecerla, se hacen proyecciones que se pueden contemplar mientras se toma una cena ligera, agrega Oliver.