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Tiempo de despedidas en los centros de Secundaria

Las huellas del Bachillerato

Las graduaciones se han vuelto irrenunciables en los centros, con despedidas tan llamativas como el vídeo musical en el que participan 700 alumnos del Calderón

Arriba, los alumnos del Instituto Calderón de la Barca, preparados para la grabación del vídeo musical; debajo, a la izquierda, Gonzalo García Carro -de espaldas- graba a los alumnos, y a la derecha, animación en el patio. MARCOS LEÓN

En la calle, un perro se asusta, su dueña alucina y dos obreros se ponen a bailar. Son poco más de las 10 de la mañana y el IES Calderón de la Barca, en El Coto, abandona su necesario silencio para convertir sus pasillos y aulas en una romería. Los alumnos de segundo de Bachillerato organizaron ayer un "lipdub", una especie de vídeo musical en el que participa una colorida multitud -ésta era muy rojiblanca- y que sirve de paso para presentar algún lugar. ¿El objetivo? Poner el broche de oro final a seis años de estancia en un centro educativo que consideran su segunda casa. En esta ocasión se dieron cita 700 estudiantes de todos los cursos de ESO y Bachillerato, además de 70 profesores y personal no docente.

"Llevábamos dos años dándole vueltas a la idea, pero nunca llegamos a ejecutarla", apunta Gonzalo García Carro, uno de los alumnos organizadores, que mañana se graduará junto a 79 compañeros en un acto que tiene los ingredientes para ser tan masivo como la grabación de ayer.

Pero, ¿de dónde viene esa necesidad de dejar huella en un sitio al que aparentemente solo se va a estudiar? Gonzalo García lo explica: "En el Calderón todo el mundo se lleva muy bien, aunque no siempre sea eso lo que trasciende. Por eso queríamos dar esa imagen, que es real, y agradecer al Instituto los seis años que hemos pasado aquí". Algo que Ángela Fernández Sanz, otra de las alumnas que ha pensado el vídeo, comparte: "Han sido seis años, pero seis años muy importantes para nosotros".

La realidad es que cada vez más centros educativos apuestan por despedir a sus promociones de manera novedosa. Parte de culpa, o toda todo hay que decirlo, la tienen los propios alumnos. "Los que vienen detrás llegan pisando fuerte. Creo que se van a hacer muchas más cosas en el futuro", avisa María Pérez Presa, otra de las responsables, al igual que Sofía Fernández, Paula Cachón y Álvaro Claus, de que ayer el IES Calderón bailase a ritmo de "Volare", de los "Gipsy Kings", y de "Barrio de la paz", de los asturianos "TrueQuedart".

Pero ya se sabe que sarna con gusto nunca pica. "Nosotros estamos abiertos a ideas? ¡pero nos hacemos mayores", bromean José Manuel Fernández, director del Instituto, y Amparo Arboleya, jefa de departamento de Actividades Extraescolares. Ambos recuerdan entre risas cuando las despedidas tan solo consistían en un abrazo y un "hasta pronto". "Mis hijos me echan en cara que no tuvieron ceremonia, ni cena ni nada", ríe el director, que cree que las graduaciones aún pueden seguir cambiando: "Igual nos hacen en 3D, ¡qué se yo!". "¡Yo les temo!", agrega Amparo.

Pase lo que pase, organicen lo que organicen, los dos tienen claro que todos los actos y actividades que rodean a las promociones que se van siempre están y estarán cargadas de cariño y emoción: "Gusta ver salir adelante a los chavales, pero te da pena porque es gente con la que has tenido mucho trato", apunta el director, quien se muestra de muy acuerdo con la organización de estas actividades. "La gente las agradece, se viven con cariño. Solo hay que ver a los abuelos, ¡a los que casi hay que poner babero cuando ven a sus nietos!".

Igualmente, el colegio Montedeva celebró el pasado viernes la graduación de su última promoción de bachilleres, un total de 50 alumnos que, en muchos casos, llevaban en el centro desde los 3 años. Toda una vida.

El fiscal Miguel Rodríguez Marcos, antiguo alumno del centro, animó a los estudiantes a seguir esforzándose y a ser constantes en la nueva aventura académica y profesional que les espera. "Fue una tarde llena de emociones", apuntaron desde el colegio Montedeva. Y no fue para menos. Un vídeo editado por los propios alumnos recordó algunos de los mejores momentos de su paso por el colegio, al que sucedió una colección de fotografías en la que se podía ver cómo cambiaron los alumnos desde que ingresaron en el colegio, con 3 años, hasta su partida, con 18, también provocó alguna que otra carcajada. "Y algún que otro sonrojo", reconocieron.

Las emociones vividas en Montedeva y Calderón sólo son el comienzo. Quedan muchos centros por hacer su fiesta.

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