Tras seis etapas por el continente asiático, a 300 kilómetros cada una, el sueño de alcanzar la victoria en la sexta edición del programa de televisión "Pekín Express" se diluyó el martes por la noche tras la expulsión de la pareja conocida ya popularmente como "Las pulpeiras", integrado por la gijonesa Andrea González Trabanco, enfermera de 28 años y su jefa Vanessa, de 35, natural de Lugo y propietaria de una empresa de venta de pulpo con la que recorre el norte de España de feria en feria.

Juntas arrancaron el 5 de abril, desde la localidad de Anuradhapura, en Sri Lanza, esta nueva edición del "reality show" de aventuras que en esta ocasión llevó por título la "Ruta de los Elefantes". A pesar de no lograr completar la ruta, que consta de 5.000 kilómetros repartidos en trece etapas diferentes y con destino final en Bombai, Andrea y Vanessa regresaron a España con la mochila cargada de anécdotas y vivencias y una victoria en la segunda etapa. "El programa te ayuda a ser mejor persona. En solidaridad y humanidad nos dan mil vueltas. No les importa ni el dinero ni el color piel, te ayudan porque ven que lo necesitas; ellos son felices y no tienen el consumismo de aquí", resume Andrea.

Se apuntaron de casualidad y recorrieron 1.800 kilómetros. Andrea convenció a Vanessa durante una feria de pulpo en la que ambas trabajaron. Lo hicieron como jefa y empleada. Su buen humor y la naturalidad con la que han afrontado este reto convenció a quienes debían cerrar el elenco de diez parejas. "No sé qué vieron que les caímos en gracia y nos eligieron. Sigo alucinada porque nos cogieron mucho cariño, nunca vi cosa igual", matiza Andrea.

De principio se plantearon la intención de proclamarse vencedoras y llegar a la meta. "Siempre he sido muy competitiva pero al poner un pie allí, la percepción cambia", señala la aventurera gijonesa. Con el paso de las etapas, in situ, las expectativas de ambas concursantes fueron tornando hacia disfrutar de una "oportunidad única en la vida", tanto en Sri Lanka como en India, los dos países que Andrea y Vanessa recorrieron mochila acuestas. "No vas de visita, convives con ellos, entras y vives en sus casas, te relacionas y dependes de ellas con mucha gente increíble que sin el programa sería imposible disfrutarlo. Cambias querer ganar por querer estar el máximo tiempo posible". Y todo con 150 rupias, un euro, al día que la organización sólo permitía para comer. "Daba para bastante pero lo que hacíamos era dárselo a las familias que nos acogían y nos daban de comer porque eran muy hospitalarios". Sus viandas habituales eran el arroz, garbanzos, vegetales, pan y papayas, mas Andrea guarda un gran recuerdo del sabor de los tés de Sri Lanka y una salsa de coco y menta. No obstante, por momentos su permanencia en el concurso no ha sido fácil -"es duro pero bonito", reconoce- y se han tenido que enfrentar a duras pruebas de la organización.

El peor recuerdo, gustativo, llegó de la mano de unos cuencos que debían ingerir con un suculento menú: testículos de cabra, larvas y mucho picante.

En la lejanía, desde España, contaron con el apoyo de familiares y amigos en la sidrería El Paraíso, en la calle Colón de Gijón, que regentan sus padres Jose y Olvido. Durante la estancia de su hija en el programa tuvieron el lema "Por cada etapa, una tapa" con promociones especiales, todos los martes de emisión y ahora preside el establecimiento la mochila y el atril del concurso. Andrea seguirá el concurso, donde han hecho buenos amigos como la madre e hija de Ponferrada, Sonia e Ylenia; los vascos Marta y Giorgi y Blanca y Pepe. "Puede que sepa quién es el ganador", dijo. Y ahí nos dejó, con la miel en los labios.