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LAURA SAMPEDRO REDONDO | Doctora en Historia, exsenadora del PP y empresaria

"No experimenté la erótica del poder, tal vez porque no he tenido poder suficiente"

"Me educaron en el trabajo y desde los 18 años hice de todo; nunca fui la hija de la dueña, mi madre decía que para dirigir hay que saber hacer"

Laura Sampedro, en su negocio de la Travesía del Convento. Lucía Vázquez

Laura Sampedro acaba de estrenar una nueva actividad en su vida, aunque habría que valorar ésta de un modo individual, porque desde el punto de vista de su familia le viene de casta; incluso en su juventud participó de los negocios de sus mayores. Reconoce que la palabra "tienda" tiene para ella cierta seducción, como si fuera una continuidad de su propio hogar. Reflexiva, inteligente y buena comunicadora, conserva la ilusión, el positivismo y un singular espíritu creativo. Es una mujer de hoy que aparentemente manifiesta una gran seguridad en sí misma.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en Gijón (1965), tercera de cuatro hermanos. Soy temerosa aunque no lo parezca; comunicativa, creadora y responsable, muy consciente de mi obligación. Me exijo mucho. No me gusta el riesgo pero no lo evito: afrontarlo me hace crecer.

-¿De pequeña con qué jugaba, con perlas o con palabras?

-Con palabras, leía compulsivamente. Recuerdo que había un altillo en la librería Stella que despertaba en mi gran curiosidad, leía los títulos, los autores... Miraba y miraba para después elegir. Y en la joyería de mis padres hacía lazos y paquetes.

-¿Cómo fue su formación?

-Estudié el Bachillerato en dos colegios, en las Ursulinas y en Valmayor, pero mi espíritu está con las primeras, me considero ursulina, su colegio me marcó. Al acabar COU me puse a trabajar en la tienda de mis padres al mismo tiempo que empecé Filología Inglesa, pero después de dos cursos decidí pasarme a Historia. Me licencié, hice el doctorado y obtuve la especialidad en escritura y documentación del siglo XVI.

-¿Cómo se titulaba su tesis?

-"Protocolos notariales del siglo XVI". Luego escribí dos libros sobre actas municipales gijonesas, obtuve el premio "Padre Patac", y el de narrativa de la Diputación de Guadalajara por una novela titulada "El ala rota".

-¿Cuándo aparece la política en su vida?

-En 1997, nada más acabar la carrera, yo buscaba ser escritora y empecé a colaborar en prensa. Uno de mis artículos parece que llamó la atención del Partido Popular y se pusieron en contacto conmigo para ofrecerme ir en las listas de concejales. Acepté, iba con el número tres y salí elegida.

-¿Cómo fue esa experiencia?

-Muy intensa, importante, me dejó un recuerdo positivo, pero lo dejé a los dos años.

-¿Por qué?

-Por discrepancias con mis compañeros, no logré encajar con ellos. Aun así, lo más positivo fue conocer y tratar a Juan Campos Ansó, una persona entrañable y generosa. De esa época conservo buenos recuerdos y buenos consejos.

-Tantos como para volver...

-Sí, transcurridos once años en los que hice de todo, incluso ser profesora en la UNED, en las elecciones generales de 2011 me volvieron a llamar para formar parte de las listas del Senado. Fue una sorpresa que valoré: decir que no a una experiencia tan importante, en un momento tan difícil, me parecía una irresponsabilidad. Acepté y obtuve el acta de senadora. Las listas del Senado son abiertas, y sé que me votaron incluso algunas personas de izquierdas que eran amigas mías. Esta vez cumplí toda la legislatura.

-¿Se ha cortado la coleta política definitivamente?

-Sí, creo que ya he aportado todo lo que podía.

-¿En qué actividad se ha sentido más feliz?

-En los tres cursos que fui profesora y tutora de la UNED estuve encantada, me aportaron muchísimo. Daba clases de Paleografía y Diplomática, de Historia Medieval y Moderna. Y también este último año en que decidí poner la tienda... Es algo tan creativo que me ilusiona mucho, es como estar enamorada.

-Volvió a sus raíces, a las joyas, aunque éstas no sean auténticas...

-Sí, deseaba tener mi propio negocio. No había un hueco en la Universidad para una historiadora y yo tenía que trabajar. Mis padres me educaron en el trabajo, y lo hice desde los 18 años, en todas las labores; nunca fui la hija de la dueña. Mi madre decía que para saber dirigir hay que saber hacer.

-¿Borraría algo de su trayectoria profesional?

-Si lo hiciera, el resultado sería distinto, y éste, lo que soy, lo valoro y me gusta.

-¿Y le gusta Rajoy?

-Sí, me parece un hombre sensato, cabal, y con capacidad para navegar en tiempos difíciles.

-Pedro Sánchez...

-Pensé que iba a tener más consistencia.

-Albert Rivera...

-Interesante, más que Pedro Sánchez y menos que Rajoy.

-Pablo Iglesias...

-No me gusta nada, me parece un dictador encubierto, un lobo con piel de cordero.

-¿A qué teme?

-A la muerte, la enfermedad, a la falta de libertad.

-¿Qué ambiciona?

-Independencia. Poder tomar mis propias decisiones y tener mi vida equilibrada. Ser feliz en lo que hago.

-¿Oro o plata?

-Oro, y de piedra el diamante.

-¿Qué posee de su mayor estima?

-Varias cosas, pero en particular dos cuadros que heredé de mis padres, un bodegón de Julia Alcaide y un paisaje de Carolina del Castillo.

-¿Quién es su enemigo público?

-La negatividad tóxica, la envidia y el resentimiento.

-¿Ha experimentado la erótica del poder?

-No, tal vez porque no he tenido suficiente poder.

-¿A quién sacaría tarjeta roja?

-A los corruptos, a los que abusan del poder, a los tópicos viciados, a los estereotipos.

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