La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Arturito" firmó tablas con Alekhine a los 13 años

Arturo Pomar, fallecido el jueves, niño prodigio del ajedrez español, no pudo ser derrotado en 1944 en Gijón por el campeón mundial

Arturo Pomar, a la izquierda, disputando una partida de ajedrez en Gijón con el doctor José Salas Martínez, psiquiatra y padre de la investigadora Margarita Salas.

Gijón, 16 de julio de 1944, domingo. Frente a frente, separados por un tablero de ajedrez se sitúan Alexander Alekhine, de 51 años, campeón del mundo por aquel entonces y una de los más destacados ajedrecistas de todos los tiempos; y un niño mallorquín de 13 años, Arturo Pomar, "Arturito" para la propaganda del régimen franquista, estrella en ciernes entonces y fallecido el pasado jueves a los 84 años de edad. Se celebraba el primer Torneo Internacional de Ajedrez de Gijón y las partidas se disputaban en la sede del Club Astur de Regatas, de día en el pabellón de verano. Si se hacía de noche, la disputa continuaba en el Casino de la Unión.

Alekhine y un crío, frente a frente. El maestro arranca con una Apertura Española. Arturito, con negras, opta por una sólida variante denominada Defensa Steinitz Diferida. El resto de la partida ya es historia, jaleada en la época por los medios de comunicación españoles y por la prensa internacional: el chaval firmó tablas con el número uno mundial, que si bien ya estaba en horas bajas, mantenía la aureola de los grandes. Tan es así que cobró 1.000 pesetas de la época y el alojamiento por participar en un torneo que nacía y que tuvo en el desarrollo de esta partida su gran espaldarazo.

El ruso se había paseado por el torneo, no había perdido ni una sola partida. Y con Pomar, pese a la corta edad e inexperiencia competitiva del mallorquín, tuvo que emplearse a fondo. La primera sesión de juego, que se inició a primera hora de la tarde, duró cinco horas. La partida se reanudó tras la cena durante dos horas más y aún hubo que añadir una hora más a la mañana siguiente. Fueron ocho horas de lucha encarnizada en las que Alekhine incluso, según cuentas las crónicas de la época, estuvo por momentos acorralado. Al final, la partida acabó en tablas y el público asistente despidió a Arturito, que volvería al torneo, igual que Alekhine, un año después, con una estruendosa ovación.

Kotov, por aquel entonces entrenador de ajedrez en la extinta Unión Soviética, gran teórico de este juego, llegó a decir que de haber nacido en su país, Pomar habría aspirado al título mundial. Durante varios años se alzó con el título de campeón de España. No tuvo apoyos, el régimen se olvidó de sus hazañas y se malogró para la posteridad un genio del ajedrez que acaba de fallecer.

Román Torán, nacido en Gijón, el 8 de octubre de 1931, fallecido en Madrid el 1 de octubre de 2005, ajedrecista, periodista deportivo y divulgador de esta especialidad, narra el recuerdo de esa partida en el prólogo del libro "Arturo Pomar, una vida dedicada al ajedrez", de Antonio López Manzano. "Conocí los primeros pasos de "Arturito" cuando participó en el Campeonato de España de 1943, como subcampeón de Mallorca, pues el campeón, el doctor Ticoulat, no pudo desplazarse a Madrid. La actuación de "El niño del ajedrez" en el Torneo Nacional de 1943 -semifinal del Campeonato de España de 1944- y en el Torneo Internacional de Madrid del año 1943 dieron una gran propaganda al ajedrez. Yo, que apenas conocía algo más que el mate pastor, me convertí en un hincha de "Arturito" y en primera fila me encontraba cuando se iniciaron las partidas del Torneo In ternacional de Gijón, mi ciudad natal, en 1944".

Torán travó amistad con Pomar , con quien en esos días de estancia en Gijón salió a jugar a la playa e intercambió novelas de "El Coyote", héroe de la época. "¿Cómo le conocí?", explica el ajedrecista gijonés, "sencillamente, me acerqué a preguntarle el resultado de su partida, a lo que me contestó: "Hoy perdí,... sí". Quise consolarle y no se me ocurrió cosa mejor que decirle: "Mañana ganamos". Nos reímos y le invité a ir juntos a la playa. También recuerdo cómo lloraba "Arturito" cuando perdía una partida y a su madre diciéndole:"A rturito fill meu, ¡el rellotge!".

Tras el torneo de Gijón, Alekhine se comprometió a facilitar unas semanas de entrenamiento a Pomar, que se trasladó con su familia a Madrid, a fin de que el chaval tuviera buenos adversarios. "Sin embargo, le faltó una buena dirección en su carrera, reducir su intensa actividad y prepararse mejor para los torneos. Porque obtuvo excelentes resultados, pero a costa de perder mucha energía. Además, era un punto abúlico, como si estuviera cansado de tanto ajedrez", relata Torán en el citado prólogo.

De los logros de Arturo Pomar en los dos torneos de ajedrez de Gijón en los que participó dio cuenta en el diario "Voluntad" un conocido ajedrecista que firmaba sus crónicas como "Doctor Intríngulis". Era el médico psiquiatra José Salas Martínez, padre de la científica Margarita Salas y una institución en el Gijón de la época, que disputó alguna partida de ajedrez con "Arturito", de la que ha quedado memoria en distintas fotografías.

Compartir el artículo

stats