"No paré ni un segundo". Alberto Suárez, propietario de la calesa de caballos en la que se puede recorrer la ciudad, tuvo ayer una jornada maratoniana gracias a los cruceristas llegados en el "Independence of the Seas", un barco que atracó durante toda la jornada en El Musel y que fue bien visible por propios y extraños desde la costa gracias a sus 339 metros de eslora.

Uno de los atractivos con los que se encontraron los más de 4.000 pasajeros a su llegada a la ciudad fue la calesa de Alberto Suárez. Obviamente, no hubo tiempo para que todos montasen en ella, aunque sí lo hicieron unos cuantos. "Estuve desde las 9.30 hasta las 15.30 horas. Dimos diez paseos cortos, de 20 minutos, y otros dos de una hora. Calculo que montarían entre 50 y 60 personas", indicó Suárez, quien se sirve de la página web de la Oficina de Turismo para apuntar los cruceros que llegan a la ciudad y así poder ofrecer su servicio.

Durante estos paseos, los cruceristas tienen la posibilidad de conocer la ciudad de una manera diferente. En esta ocasión, lo que más les llamó la atención, cuenta Suárez, fue "la limpieza y El Rinconín". "No paraba de escuchar 'beautiful' y 'lovely'", señaló Suárez, quien también señaló que el 90% de los viajeros que ayer atendió "fueron británicos, de diversas zonas de Londres".

Para Suárez, quien no duda en poner el 'Gijón del alma' durante el paseo, la llegada de cruceristas sirve para promocionar la ciudad. "Se van encantados, diciendo que les gustaría volver para pasar más días en Gijón. Son personas muy amables y generosas con las propinas", señaló.