Se cumplen veinte años desde que Natalia Mazoun, junto a su familia creara, en la calle Marqués de San Esteban, una escuela de música. Lo que entonces supuso dar un salto en el vacío, hoy se ha visto coronado por el éxito, ya que la afluencia de alumnos es numerosa y constante. Natalia es una mujer de mediana edad absolutamente adaptada a la sociedad española, sólo un ligero acento extranjero delata sus orígenes, por lo demás, su aspecto, fisonomía, estilo, es muy agradable. Buena conversadora, habla con entusiasmo de su profesión.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en Moscú, mayor de dos hermanas. En cuanto a mi personalidad prefiero que me defina mi hijo Misha. Según él soy muy trabajadora, extrovertida, sociable, disciplinada, emprendedora y luchadora. Puntual y ordenada. Estoy casada y tengo dos hijos varones.

-¿Cómo fue su infancia?

-Feliz. Estudié música desde muy pequeña. La educación en Rusia tenía todas las puertas abiertas, pudiendo acceder a lo que quisieras. Hice el Bachiller normal, pero había empezado a estudiar piano a los ocho años. Cursé la carrera de Pedagogía Musical al mismo tiempo que daba clases de piano a los niños, bajo la supervisión de un profesor; aún recuerdo sus consejos, ya que todavía estoy aprendiendo. Esta práctica era ascendente, es decir, a medida que yo avanzaba en mi carrera, los alumnos también eran mayores. Organizábamos conciertos y clases magistrales.

-¿Qué le trajo a España?

-Vinimos acompañando a los "Virtuosos de Moscú", éramos familiares de uno de sus integrantes. Traíamos un visado para un año, pero nuestro propósito era quedarnos. Pronto encontramos trabajo, yo en la Academia Santa Cecilia y mi marido en otros sitios y dando conciertos.

-¿Por qué eligieron Gijón?

-La organización nos distribuyó y nosotros fuimos destinados a Gijón, donde estamos encantados.

-¿Fue fácil, asumir un cambio tan radical?

-No, pero tampoco demasiado difícil. Desconocíamos el idioma y tuvimos que aprenderlo sobre la marcha; el oído musical facilita mucho las cosas. Tanto los idiomas como la música se aprenden escuchando.

-¿Cuándo decidieron montar la Escuela?

-En 1996, y desde entonces siempre hemos estado en el mismo sitio. El primer artículo que se escribió sobre nosotros se titulaba: "Los rusos no sólo en el Sporting". Parece ser que el equipo contaba con algún jugador ruso. Antes, yo daba clases particulares en casa, y al abrir la Escuela mis alumnos vinieron aquí, eran pocos pero fue creciendo su número. Desde 2002, por las mañanas damos clases en el Colegio de La Inmaculada.

-¿Cuántos alumnos tiene su centro actualmente?

-Unos ochenta. No solo impartimos clases de piano, sino de cuerda, guitarra, canto, percusión. Vientos, no; hay poca demanda porque existen muchas escuelas que se dedican a ello, debido a la gran tradición que hay en España respecto a los vientos.

-¿Qué instrumento es el más solicitado?

-El piano. Es el más básico para facilitar el acercamiento de los niños a la música.

-¿A qué edad conviene iniciarse?

-Tengo una alumna de tres años, Vera; es una niña con aptitudes. En los inicios, aparte de las clases de piano, los niños cantan, ven videos musicales, hacen rítmica, escuchan, y de este modo van aprendiendo las bases del lenguaje musical. Primero ven, luego escuchan y asocian la música con la imagen.

-¿Sus alumnos tienen que examinarse en el Conservatorio?

-Aquel que desee el título, sí, pero la gente que valora la enseñanza de nuestra Escuela no necesita papeles. Sí alguien los quiere, se matricula en el Conservatorio. Para muchos de nuestros alumnos lo primordial es aprender bien y que le quede una sensibilidad especial.

-¿Qué me dice del pianista de moda, el chino Lang Lang?

-Es muy bueno, tiene muchísimo talento, muchísimo márquetin, y cosas que no me gustan, pero es un genio. He asistido a sus conciertos y a veces lloré de emoción, aunque en otras creí que me estaba tomando el pelo. Es un poco trasgresor, pero es imposible no adorarle.

-¿Por qué ha titulado a la Escuela con el nombre de Tchaikovsky?

-Es un referente de la música rusa, hay otros, pero éste nos pareció significativo.

-¿Qué le gusta de España?

-Todo. Me gusta España. La conozco casi toda, y me encanta la gente. España para siempre.

-¿Ha vuelto a Moscú?

-Sí, vamos una vez cada dos años. Yo soy rusa, pero mi hijo pequeño, Pavel (Pablo en español), tenía nueve años cuando llegamos y es un español integral, piensa y siente como un español, adora todo lo de aquí. El mayor, Misha (Miguel), es parte y parte.

-Dicen que el carácter ruso se parece mucho al nuestro?

-En algunos sentidos, sí; somos gente abierta. Aquí estamos toda la familia, incluso mi madre, una especialista en agronomía y cítricos, murió aquí.

-¿Quién es su compositor preferido?

-Chopin y Schumann. Estuve en Valdemosa varias veces y me conmueve respirar lo mismo que Chopin, ver su piano, la casa donde vivía.

-¿Hay un maestro en su vida?

-Los nombres no le dirían a usted nada, pero recuerdo a todos mis profesores de música con mucha gratitud. Para un pedagogo la mayor satisfacción es que sus alumnos lo recuerden. Nacho de Paz fue mi primer alumno en España, hoy es un gran director de orquesta y sé que me recuerda con cariño. Martín García y García, el gran pianista que incluso ha dado conciertos en Moscú, tiene veinte años, es de Gijón y fue mi alumno.

-¿Han sufrido la crisis?

-Sí, bajaron los discípulos, pero hemos podido soportarlo.

-¿Cómo van a celebrar estos veinte años?

-Ayer hemos dado un concierto en el Museo Evaristo Valle, integrado por profesores y alumnos, y celebraremos otro de fin de curso en el Centro Cultural Pumarín Sur, el próximo 18 de junio, éste con música de diferentes estilos y épocas, en los que participarán alumnos de todos los niveles.

-Una curiosidad, ¿ustedes votan?

-Sí, tenemos nacionalidad española desde 2003.

-¿Quién es mejor pianista, usted o su marido?

-Mi marido toca muy bien, pero yo sé enseñar mejor que él.

-¿Cuál es su hobby?

-Caminar. Vivo al final del Muro y siempre vengo al trabajo andando.