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Una ilustradora para nuevos Darwin

La gijonesa Vanessa González creyó que debía renunciar a su pasión por la pintura hasta que descubrió el potencial de los dibujos para hacer didáctica científica aplicada al mar

Una "Fucus vesiculosis", alga habitual en San Lorenzo.

"La pintura siempre fue una pasión para mí, pero no creí que las artes me fueran a dar de comer en el futuro". Vanessa González Ortiz (Gijón, 1983) no podía estar más equivocada cuando sustituyó los lienzos por las probetas para estudiar Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz. Aunar su formación y su pasión le ha facilitado una proyección laboral con la que no contaba y ahora puede decir que es una demandada ilustradora científica.

"A la gente le cuesta interesarse por la ciencia, lo ve como algo inaccesible, que sólo comprenden unos pocos y de lo que no se van a enterar. Mi trabajo consiste en romper esa barrera para que todo el mundo entienda, valore y disfrute la ciencia", explica Vanessa González. La joven asturiana, afincada en Málaga, ya ha comenzado a labrarse su futuro logrando el reconocimiento de muchos científicos que, como ella, ven la necesidad de dar otro enfoque a sus pesquisas para que los descubrimientos no pasen desapercibidos ante la sociedad. "Hago esquemas sencillos y entendibles para que la gente sepa, por ejemplo, cómo funciona el océano", explica.

Comenzó a pintar a los 8 años en el colegio Santa Olaya. Viró el rumbo hacia la ciencia porque, como buena gijonesa, es una mujer de mar -"el gran desconocido"-, sobre el que se concienció aún más tras su etapa universitaria. "Lo que más me piden son dibujos de procesos químicos, físicos y biológicos que se producen dentro del océano porque es un sistema supercomplejo y su complejidad es muy desconocida", describe. Su ritmo diario lo marcan los encargos de "colegas" científicos que comparten su visión sobre la necesidad de comunicar la ciencia, acercarla a todos los públicos y en todos los formatos, cuanto más atractivos mejor. "Es importante la innovación, y los investigadores lo valoran mucho y te lo agradecen. Son conscientes de que deben salir de su ámbito", confirma.

Vanessa, optimista y positiva en su día a día, siente pena por lo maltratado que se encuentra el sector científico en España. "Siempre se ha dicho que tenemos buenos investigadores y se ha apostado muchísimo por nuestra formación. Ahora que podemos ejecutar nuestras labores investigadoras es cuando falta financiación y dinero para contratarnos", reprocha. Pero ella se siente una privilegiada por tener trabajo y, además, en su propio país. "Me estoy quedando sin amigos porque todos se han tenido que ir fuera a trabajar. Los pocos que me quedan aquí es porque están en el paro", destaca. No obstante, aun trabajando en España, echa de menos su tierra. Vive en Málaga, con su pareja, y aunque no vislumbra un cercano retorno sí reconoce su interés por descubrir e ilustrar las profundidades del Cantábrico.

Ahora, con la incidencia del calentamiento global no para. "Los océanos absorben mucho carbono atmosférico y con el cambio climático está subiendo su temperatura. Al aumentar la temperatura del agua los procesos químicos que se producen también se modifican", expone. "Se está produciendo una acidificación. Cuanto más caliente y más ácida es el agua algunas especies se ven afectadas en el modo de vida o mueren".

El cambio climático, hoy enemigo, puede convertir sus ilustraciones en únicas. Vanessa recuerda aquellos científicos que dibujaron las especies que se encontraron a su llegada a las islas Galápagos y hoy están extinguidas. Quizás, en cien años, sus obras recuerden la anatomía de un mar que ya no existe.

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