"Empresa que no trabaje como Dios manda no entra en la parcela". Con esta premisa, dice Jesús Pascual, accedió a la compra del terreno y así "evitar que se trabaje de forma irregular como algunas empresas de parapente hacen en Asturias".

Las acusaciones de Pascual a su competencia no sólo van en línea a la seguridad para quienes saltan, donde algunas "trabajan con materiales de mala calidad", sino a la profesionalidad de los mismos monitores que acompañan al cliente, algo que pone en cuestión. "Hay pilotos ilegales, algunas empresas llegaron a tener hasta seis trabajadores como muestran sus fotos en redes sociales y sólo uno de ellos estaba dado de alta en la Seguridad Social. Es más, uno empezó en 2013 a trabajar y en 2015 la federación asturiana convocó un examen para pilotos de biplaza al que se presentó. ¿Cómo es posible?", se pregunta Jesús Pascual que no descarta "acudir a los tribunales para denunciar esta situación realmente grave". Lo ejemplica con labor de un taxista. "Es como si llevo tres años trabajando en un taxi y me presento a la autoescuela a examinarme. El problema es que al final pueden poner en riesgo a los que vivimos de esto".

Hay más reproches. "En este sector hay gente que hace tres años se dedicaba a pilotar aviones teledirigidos, allí en la colina, y que al ver la capacidad del negocio se metieron en el parapente", avanza. "Turismo les pidió entonces las titulaciones. Como no las tenían lo que hicieron fue comprarlas a federaciones vecinas", denuncia.

Jesús Pascual también pone en duda la gestión de la propia federación asturiana, con la que es muy crítico. "En los años noventa había más de 240 federados y en el año 2016 han quedado en cincuenta. Eso significa que la federación no defiende los intereses de los parapentistas sino que defiende el ánimo de lucro de sí misma".