"No tenía intención de matarlo pero que lo hice está claro. Estaba drogado, discutimos y me calenté". Miguel Ángel D. L., el vecino de La Calzada acusado de acabar con la vida del gijonés Andrés V. G. -que falleció asesinado a cuchilladas en su domicilio en septiembre de 2014-, admitió ayer ante el jurado popular ser el responsable del asesinato que se le imputa. Pero lo hizo con matices. El reo y su abogado rechazan las peticiones de condena que pesan sobre el procesado -los 22 años de prisión que pide la Fiscalía y los 30 años de privación de libertad solicitados por la acusación particular-, y piden al tribunal que tenga en cuenta que el presunto homicida actuó "en defensa propia" al verse atacado y que lo hizo con sus facultades alteradas por el consumo de drogas.

Miguel Ángel D. L. admitió durante el interrogatorio al que le sometió el fiscal encargado del caso que el día del crimen había acudido a la vivienda de su víctima en Nuevo Roces armado con un cuchillo de cocina que le había prestado su novia. Pero negó que su intención entonces fuera cometer un asesinato. "Cuando voy zonas conflictivas o a comprar heroína siempre llevo aunque sea una simple navaja", aseguró el reo. Aquel 21 de septiembre de 2014 a las once de la mañana el gijonés fue a casa de la víctima "para hablar con él". Según Miguel Ángel D. L. no existía, tal y como aseguró la Policía Nacional en el momento del arresto, una deuda de 7.000 euros por un alijo de heroína que la víctima le había dado al ahora procesado para que se la vendiera.

"Yo no trabajaba para él, sólo me daba heroína de vez en cuando. Aquel día discutimos, me calenté y me levanté del sofá. Lo maté, sí, lo apuñalé, también, pero lo hice para defenderme porque venía a por mi. Esos días llevaba muy descompensado el consumo de tranquilizantes", justificó el reo.

Una vez consumado el crimen Miguel Ángel D. L. limpió el piso con una fregona y metió en una bolsa de plástico el cuchillo, un plato y un vaso que estaban manchados de sangre. Además se llevó 150 euros en efectivo y 170 gramos de heroína de casa de la víctima. El fiscal asegura que después el gijonés se trasladó a Candás para pedirle ayuda a José Luis C. C., un presunto delincuente que también se sentó ayer en el banquillo de los acusados como responsable de un delito de encubrimiento por el que afronta dos años de cárcel. El reo negó ser consciente de lo que había pasado el día del asesinato. Ni siquiera se percató, según su relato, de que su amigo escondía en su coche los objetos que le incriminaban. El vecino de La Calzada tiró en una zona boscosa el cuchillo y el machete. La ropa la quemó con un bidón de gasolina que compró dos días después del asesinato. "Nunca supe nada del crimen. Me dijo que había discutido con su novia y metió algo en el coche. Después pensé que lo que quemaba eran las cosas de su chica porque quería vengarse de ella", relató el presunto cómplice.

El juicio continuará durante cuatro sesiones más para que el jurado pueda valorar las pruebas que expongan las partes. Durante su primera intervención la Fiscalía enfatizó que Miguel Ángel D. L. había atacado a su víctima "cuando no tenía posibilidad de defensa". El ministerio público aseguró que el reo le asestó al gijonés más de 20 puñaladas y le pegó dos golpes con un machete de cocina cuando la víctima cayó al suelo ya fallecido. El abogado de la defensa, por su parte, hizo hincapié en la adicción a la heroína de su cliente. Pidió su libre absolución y que el reo no tenga que indemnizar a los hermanos del fallecido, con los que, según el letrado, "el hombre había roto ya su relación personal". El representante del ministerio público y la abogada que representa los intereses de la familia de la víctima piden que el reo abone cantidades de entre los 10.000 y los 150.000 euros en concepto de indemnización. El presunto asesino y el cómplice fueron condenados hace meses por tráfico de drogas.