El jurado popular declaró ayer culpable de la comisión de un delito de asesinato a Miguel Ángel D. L., el gijonés acusado de asestarle más de 20 puñaladas a un vecino de Nuevo Roces al que supuestamente le debía 7.000 euros por un cargamento de heroína. Los nueve miembros del tribunal popular que desde el pasado lunes han escuchado las declaraciones de las partes y han visto las pruebas recopiladas por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía encargados de la investigación del caso no aprecian en este crimen ningún eximente que pudiera rebajar la condena del reo. Ahora deberá ser el magistrado de la sección octava de la Audiencia Provincial de Asturias José Francisco Pallicer quien decida los años de cárcel que se le imponen al condenado.

El jurado no admitió en su veredicto los argumentos del abogado de la defensa. Ni hubo legítima defensa ni Miguel Ángel D. L. tenía sus facultades alteradas por el consumo de drogas, tal y como sostuvo durante todo el procedimiento judicial el letrado defensor. El reo reconoció desde el primer día su autoría del crimen pero negó que le debiera al fallecido una importante cantidad de dinero por el alijo de heroína que le había dado y que había utilizado para consumir en lugar de venderlo. "Yo no trabajaba para él, sólo me daba droga de vez en cuando. Aquel día discutimos, me calenté y me levanté del sofá. Lo maté, sí, lo apuñalé, también, pero lo hice para defenderme porque venía a por mi. Esos días llevaba muy descompensado el consumo de tranquilizantes", justificó el reo. Unas palabras que de nada sirvieron ante el tribunal.

Para el jurado que la mañana del día del suceso Miguel Ángel D. L. saliera de su casa armado con un cuchillo avala que su intención fue la de acabar con la vida de su víctima ya desde un primer momento. Después del crimen el reo intentó limpiar con una fregona los restos de sangre que había por todo el piso. El fiscal asegura, además, que antes de irse del lugar del suceso el gijonés, vecino de La Calzada, se llevó 150 euros en efectivo, una cartilla bancaria y 170 gramos de heroína. Y se dirigió a Candás. Una vez allí se encontró con el segundo imputado en este procedimiento judicial. La Fiscalía acusaba al amigo del acusado vecino de esta localidad de un delito de encubrimiento y pedía para él dos años de cárcel. El jurado no consiguió ayer alcanzar la unanimidad necesaria para condenar a este procesado, que fue declarado inocente. El tribunal popular no consideró que hubiera pruebas suficientes que indicaran que el reo había ayudado a su amigo a deshacerse en un monte de los objetos que le pudieran incriminar en el asesinato de Andrés Valdés.

La sección octava de la Audiencia Provincial deberá decidir ahora los años de cárcel que se le imponen a Miguel Ángel D. L. después del veredicto de culpabilidad. Mientras la Fiscalía mantiene la petición de 22 años de prisión la acusación particular eleva esta solicitud hasta los 30 años de privación de libertad.

No es la primera vez que Miguel Ángel D. L. y el hombre que fue acusado de ser su cómplice se sientan en el banquillo de los acusados de los juzgados de la ciudad. El detenido por acabar con la vida de Andrés Valdés ya fue castigado hace semanas con una condena de cuatro años de cárcel como responsable de un delito contra la salud pública. Este primer juicio tuvo lugar como consecuencia del alijo de heroína que la Policía Nacional encontró en la vivienda del reo durante la investigación del crimen. El hombre que ayer salió del juzgado absuelto pero al que se llegó a procesar como cómplice fue en su día condenado también por un delito contra la salud pública. En aquella ocasión el juzgado de lo penal le impuso una pena de tres años de cárcel.