En el año 1864, el Gobierno de la reina Isabel II ordenó a la Real Armada ocupar las islas Chinchas, ricas en guano y enclavadas frente a las costas del Perú, para tratar de solventar, con honor para España, un confuso incidente diplomático con una de las entonces jóvenes repúblicas sudamericanas que habían sido territorio español. Así se desencadenó la que en la historia se denomina la Guerra del Pacífico y que enfrentó, por un lado, a un escuadrón naval español despachado a aquellas aguas del Pacífico, con una coalición militar formada por Perú, Chile, Bolivia y Ecuador.

Entre los oficiales navales españoles que más se distinguieron en aquella guerra lejana estuvo el gijonés Claudio Alvargonzález Sánchez, entonces capitán de navío, quien, tras una refriega en aguas chilenas próximas a la isla de Chiloé, el 7 de febrero de 1866, pasó a la historia con el sobrenombre de el "Héroe de Abtao", lugar del combate.

Al retornar a su ciudad natal, el pueblo de Gijón tributó un gran homenaje a Claudio Alvargonzález (1816-1896), miembro de una de las familias más antiguas de la villa y que dio, por el momento, 28 oficiales de la Armada y de la Infantería de Marina. Asimismo, el 2 de mayo de 1897, se colocó una placa (que aún se puede ver en la fachada del hotel Asturias), en la que se recuerda que Claudio Alvargonzález nació allí.

También, por suscripción popular, y para homenajear al ilustre marino, se encargó en 1866 un retrato del brigadier de la Real Armada Claudio Alvargonzález al célebre retratista Ignacio Suárez Llanos, que se colgó, de forma permanente, en las paredes de la Casa Consistorial entre 1866 y 2002, es decir, durante 136 años. Así vio pasar la historia de España el "Héroe de Abtao": el final de la monarquía de Isabel II, la de Amadeo de Saboya, la I República, los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII (con la dictadura de Primo de Rivera), la II República, el franquismo y la restauración juancarlista.

Lo descolgaron a principios de este siglo, por las obras de rehabilitación de la Casa Consistorial (finalizadas en 2002), pero el cuadro del brigadier no volvió a su lugar. Durante los últimos catorce años estuvo guardado en un almacén municipal. El empeño de la Fundación Alvargonzález sirvió para que el retrato haya vuelto a su lugar en el Salón de Recepciones, reparándose así la "sectaria, gratuita e injustificada 'damnatio memoriae'", en palabras de Ramón Alvargonzález, director de la citada fundación.