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JOSÉ PABLO CALLEJA | Profesor de Trabajo Social y autor de una tesis doctoral sobre los sindicatos

"Los sindicatos se conformaron con su papel institucional sin buscar afiliados"

"El PP ha atacado a la línea de flotación sindical con la reforma laboral y con la ley de Seguridad Ciudadana"

José Pablo Calleja. JUAN PLAZA

José Pablo Calleja Jiménez, profesor de la Facultad de Trabajo Social "Jovellanos" de Gijón presentó el pasado mes en la Universidad de Valencia su tesis doctoral titulada "Estrategias de revitalización de los sindicatos españoles". El trabajo obtuvo un sobresaliente cum laude y una mención internacional.

-¿Qué momento atraviesan ahora mismo los sindicatos españolas?

-Están viviendo una crisis de efectividad y de legitimidad desde hace años. Su discurso no está calando en la mayoría de la sociedad y eso les lleva a que baje considerablemente la afiliación. Desde 2010 las dos grandes centrales sindicales del país están perdiendo seguidores. Hasta entonces fluctuaba mucho la afiliación pero el balance neto se mantenía constante. Desde hace seis años no están siendo capaces de mantener a los trabajadores, se les van más de los que entran y eso es un serio problema que se suma al deterioro de las ayudas públicas.

-¿Cuáles son las causas de esa crisis de efectividad de la que habla?

-La mayor parte de esas causas son externas a los sindicatos. Por un lado habría que estudiar el debilitamiento del sector industrial, un caldo de cultivo importante desde siempre para las centrales sindicales. También hay que tener en cuenta que se ha debilitado mucho el sector público y que se ha producido una pérdida de identidad cultural en la clase obrera, en donde los sindicatos convivían y se desarrollaban adecuadamente. Los ciudadanos han sucumbido al individualismo y se han perdido los lazos de cultura obrera, donde los sindicatos eran importantes. La globalización, además, ha conseguido que el espacio decisor de la política económica y laboral haya salido fuera de los estados nación donde tienen la capacidad de influir los sindicatos. En la esfera internacional las grandes centrales aún no son fuertes y por eso han perdido poder. El sindicato tiene que buscar apoyos en otras organizaciones sociales que pueden servir de ayuda para ganar afiliados.

-¿Y qué ha pasado en España?

-A nivel interno los sindicatos no están sabiendo adaptarse a los cambios sociales y laborales que han surgido en los últimos años. En el caso español son organizaciones con una estructura muy grande, rígida y conservadora y eso les pesa mucho a la hora de introducir cambios y adaptarse a los retos que se plantean en la sociedad.

-Quizá los casos de corrupción también les han pasado factura.

-Los sindicatos españoles han confiado mucho en su papel institucional que les dio el gobierno hace años y con el que se conformaron en lugar de buscar un poder más autónomo. Tendrían que haber desarrollado la movilización y las afiliaciones. El papel que se les dio les comportaba recursos económicos y era más fácil de desarrollar pero desde mi punto de vista ese ha sido el origen de su crisis. Creo que fue un error, por ejemplo, que los sindicatos se metieran en la formación de los trabajadores. Cumplir ese papel que debían desarrollar otras instituciones no sirve para llegar a objetivos sindicales, sólo sirvió para crear estructuras que al final llevaron a escándalos de corrupción y a un deterioro de su imagen social. Los sindicatos son, según el CIS, la tercera institución peor valorada del país por detrás del Gobierno y de los partidos. Como han jugado ese papel institucional que se les dio la gente los mete a todos en el mismo saco. La desafección política se ha convertido en desafección sindical.

-El deterioro de los partidos ha llevado a la creación de nuevas formaciones pero parece que a las centrales sindicales parece que no les ha salido competencia.

-El discurso antisindical promovido por parte del espectro político y por algunos medios de comunicación ha calado en la opinión pública. Eso, sumado a los escándalos de corrupción, ha hecho que la gente abandone los sindicatos. Pero sí es cierto que han crecido algunos sindicatos. En Asturias, por ejemplo, ha experimentado un importante ascenso la Corriente Sindical de Izquierdas. La gente que cree en el sindicalismo milita ahora en otras organizaciones pero muchos han dejado de creer en los sindicatos y eso es un error porque estas organizaciones desarrollan de forma exclusiva una función trascendental para el reparto de la riqueza. Está demostrado que allí donde el sindicalismo es fuerte los países tienen menor tasa de desigualdad.

-¿Ha aumentado la crisis el medio a afiliarse?

-En tiempos de crisis los trabajadores se acobardan y no se afilian al sindicato porque tienen miedo a que eso sea concebido como una traición.

-¿Empeoró la imagen de los sindicatos tras las últimas huelgas generales?

-Las huelgas generales había que convocarlas y eso para un sindicato es muy difícil. No podían perder la huelga. En España la capacidad de movilización de los sindicatos es muy importante porque es ahí donde demuestran fuerza y se juegan mucho cuando convocan una huelga pero tras las reformas laborales no tenían más remedio que hacerlo. El gobierno dejó a los sindicatos en una situación desesperada. Se vieron forzados a convocar a los trabajadores. Los sindicatos son organizaciones con una estructura muy grande. Hay sectores más conflictivos que otros y no puedes controlar todo lo que paso pero en este caso se exageró todo el tema relacionado con los piquetes. En los 80 pasaban cosas peores. El Gobierno utilizó los conflictos con piquetes para hacer la Ley de Seguridad Ciudadana. El ejecutivo del PP tiró a la línea de flotación de los sindicatos con esa regulación y con la eliminación de la negociación colectiva. Me parece grave que se condene a gente a cárcel por defender los interese de los trabajadores.

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