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Cuando Comisiones se hizo visible

Se cumplen este mes cuatro décadas del nacimiento de CC OO como un sindicato de clase y de la reunión clandestina preparatoria en la iglesia de Roces

Juanín habla en la asamblea de Barcelona, entre Marcelino Camacho y Nicolás Sartorius; de pie, a la izquierda, en el extremo de la imagen, aparece Gerardo Iglesias. FUNDACIÓN JUAN MUÑIZ ZAPICO

El 2 de julio de 1976 fue viernes y lució el sol en Gijón, en los comienzos del verano de hace cuarenta años. La Comisaría de Policía estaba entonces en la calle de Cabrales, en el edificio de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana, y el cuartel de la Policía Armada muy cerca, frente al paseo de Begoña, en uno de los edificios que ahora alberga la Escuela de Hostelería y Turismo. El general Franco había muerto, tras una larga agonía, el 20 de noviembre de 1975, y en julio de hace cuarenta años no estaban permitidos los sindicatos llamados de clase.

Al día siguiente, sábado 3 de julio, en la página 13 de LA NUEVA ESPAÑA, debajo de la cartelera de cines, a dos columnas se publicó (con un escueto titular que decía "Disuelta una asamblea"), la siguiente noticia: "Se celebró en Gijón, en la tarde de ayer, una asamblea de las ilegales Comisiones Obreras de Asturias, con asistencia de varios cientos de personas procedentes de distintos lugares de la región asturiana. Durante la reunión se informó sobre el desarrollo de la asamblea nacional y a continuación, según una nota enviada a los medios informativos, se procedió a la elección de 30 delegados de Asturias, a propuesta de las diferentes ramas de la producción. Pasados los primeros momentos de la asamblea y cuando se había procedido a la designación de delegados se presentó la Policía Armada, quien comunicó que por orden gubernativa se debía desalojar el local. Ratificados los delegados por los asistentes, éstos abandonaron en orden y pacíficamente el lugar de la reunión".

Es conocido que los orígenes de las Comisiones Obreras están en Mina La Camocha, concretamente como consecuencia de una huelga convocada en enero de 1957. Los mineros eligieron una comisión obrera de tres trabajadores para que negociase con la empresa. Formaron dicha comisión el comunista Casimiro Bayón González, Pedro Galache (sin adscripción política) y Gerardo Tenreiro (un picador falangista). No hubo católicos ni "socialistas de corazón".

No sería hasta 1964, dos años después de las grandes huelgas en la cuenca minera asturiana y en otras partes de España, cuando puede decirse que las Comisiones Obreras inician su andadura como movimiento organizado que decide luchar contra la dictadura franquista desde las entrañas del sindicalismo vertical.

Muerto el general Franco y con los cimientos del régimen surgido de la Guerra Civil agrietándose por la "aluminosis de la historia", la clandestina coordinadora general de las Comisiones Obreras decidió celebrar una asamblea nacional, en Madrid, a finales de junio de 1976, con el propósito de salir a la luz de la opinión pública y tras ver que la UGT había celebrado su congreso con los parabienes de la autoridad. Por contra, las autoridades prohibieron la asamblea de Comisiones, que había sido solicitada oficialmente, por lo que la dirección de la coordinadora tomó la decisión de organizar la asamblea clandestinamente, en Barcelona, el día 11 de julio.

Previamente, en todas las regiones debían celebrarse asambleas para designar a los delegados territoriales que acudirían a la de la Ciudad Condal. En Asturias, se decidió convocar la asamblea regional el 2 de julio, por la tarde, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Covadonga de Roces.

En la coordinadora clandestina de las Comisiones Obreras de Asturias figuraban entonces Gerardo Iglesias Argüelles, Luis Felipe Capellín, Francisco Fernández Corte, Juan Muñiz (Juanín), Manuel Nevado, Francisco Prado Alberdi, Carlos Ponte y Francisco Javier Suárez. Y en Gijón había una figura carismática: Luis Redondo, quien con el paso de los años abandonaría las Comisiones Obreras para fundar la Corriente Sindical de Izquierda.

Luis Felipe Capellín Corrada comenzó a militar en las Comisiones Obreras clandestinas el 2 de mayo de 1974 por mediación, precisamente, de Luis Redondo, cuando, afirma, "no había una verdadera estructura orgánica" en el sindicato en Gijón. Su embrión, recuerda, salió de una reunión "que hicimos al aire libre, en un 'prao' de Carreño, en septiembre de 1974".

Testigo, en primera persona, de la asamblea de Gijón del 2 de julio y de la de Barcelona del 11 de julio de 1976, el siguiente relato de lo ocurrido se debe a los recuerdos de Luis Felipe Capellín.

El veterano sindicalista considera que un hecho muy importante hay que buscarlo en el mes de diciembre de 1975, cuando salen de la cárcel los últimos presos del denominado Proceso 1.001, que eran Nicolás Sartorius, Marcelino Camacho y Juanín.

A partir de ese momento y con la entrada de nuevos elementos en las Comisiones Obreras "con otra visión", se decide, explica Capellín, "forzar la legalidad y decir que nosotros somos de Comisiones y que tenemos que decirlo en todas partes".

Otro hito importante, rememora Capellín, fue que por aquellos años, en los astilleros de Gijón había prestamismo laboral, y "un abogado laboralista muy importante entonces en Asturias, Luis Fernández Ardavín, hoy magistrado, se plantea toda una cuestión jurídica para acabar con el prestamismo. Fue él quien preparó el juicio, aunque quienes se llevaron los honores, por hacer del conflicto una cuestión de ámbito nacional, fueron Felipe González y Cristina Almeida. Quien trajo a Felipe González fue José Luis Rodríguez-Vigil, que sería presidente del Gobierno de Asturias, y a Cristina Almeida la gente del Partido Comunista".

Considera Luis Felipe Capellín que el año 1976 es el "punto de inflexión de lo que será Comisiones Obreras". Él y Manuel Nevado eran los delegados de Asturias que formaban parte de la coordinadora clandestina nacional, en la que "se plantea, con buen criterio, que hay que transformar las comisiones en un sindicato".

Se propone, entonces, a Julián Ariza que elabore unos principios de estatutos y "lo que se plantea es copiar a los sindicatos europeos". Las reuniones de la coordinadora clandestina, en las que participaba como abogada la actual alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se hacían en el despacho laboralista de la madrileña calle de Atocha, donde, en enero de 1977, pistoleros de la extrema derecha asesinaron a cinco personas e hirieron a cuatro más.

Para determinar la fuerza de afiliación que podrían tener las Comisiones Obreras ya como sindicato, se utilizó el número de bonos que se habían vendido, cada uno a 25 pesetas, para financiar a la organización. "No era una afiliación, pero nos sirvió para calcular la gente que se podría afiliar al sindicato", subraya Luis Felipe Capellín.

La asamblea regional de Asturias se hizo en Roces "por el cura", rememora Capellín, quien pone en valor "el papel importantísimo de los curas en la historia del movimiento obrero en Asturias, sin ellos hubiera sido todo mucho más difícil".

Y llegó el 2 de julio, a media tarde. "Más o menos, cuando llegamos, estaba todo consensuado. En la iglesia había cientos de personas apiñadas como sardinas en lata, una cosa tremenda -recuerda Luis Felipe Capellín-. La asamblea empezó bien, con la coordinadora clandestina al frente, pero al llegar a la elección de los delegados el Partido Comunista vetó a Luis Redondo".

Problemas dentro del PC, con una corriente interna crítica con la dirección, había supuesto la caída en desgracia de Luis Redondo. "Yo tomé la palabra y me opuse. Luis Redondo, en Gijón, era un líder obrero muy respetado y se había ganado a pulso el asistir, como delegado, a la asamblea de Barcelona. Entonces, los miembros de la coordinadora entramos en la sacristía para discutir el asunto. Me puse 'borde' y, al final, se decidió que Luis fuera delegado".

Todavía dentro de la sacristía es cuando avisan que la Policía Armada estaba rodeando la iglesia. En esos momentos, afirma Capellín, "unos cuantos escapamos por las ventanas. Empecé a correr pero, al poco, me paré y pensé que en la iglesia quedaban cientos de personas. Me di la vuelta y volví a entrar por la ventana en la sacristía. Lo mismo hizo Gerardo Iglesias y entre nosotros no habíamos hablado. Juanín no escapó, se quedó en la sacristía".

Otra vez en la sacristía "abrimos la puerta que daba a la iglesia Gerardo Iglesias, Juanín y yo. La Policía Armada estaba fuera, en la puerta, con policías de paisano y gente de los Guerrilleros de Cristo Rey. Nos despedimos y recuerdo que Juanín nos dijo que nos separáramos en distintos grupos. Salí con otros treinta o cuarenta y esa noche no dormí en casa", relata Luis Felipe Capellín.

El 11 de julio (domingo) estaba convocada la asamblea de Barcelona y la asistencia de 650 delegados de toda España. Los treinta por Asturias no viajaron juntos. Gerardo Iglesias y Luis Felipe Capellín, que entonces tenía 24 años, viajaron en avión a la Ciudad Condal.

"En Barcelona yo tenía una buena amiga y fuimos a dormir a su casa. Era sábado y Gerardo y yo, después de ´picar´ algo, llegamos a la plaza Real, y el espectáculo era formidable: julio, calor, la plaza llena de chavalas, gente cantando y tocando la guitarra. Entonces le dije a Gerardo: ´Esta noche triunfamos´. Nos sentamos encima de un banco y empezamos a cantar ´Santa Bárbara bendita´ e, inmediatamente, toda la gente pegada a nosotros. Todo de maravilla, pero, de pronto, entró en la plaza un grupo numeroso de marineros americanos y la gente empezó a gritar contra los yanquis. Un tío les lanzó una botella y se armó una batalla campal. Yo quería que nos quedásemos, pero Gerardo me empujó diciendo que lo importante era la asamblea del día siguiente y que estábamos a lo que estábamos, y eso que él y yo ya habíamos medio ligado".

Al ser una reunión clandestina, la mayoría de los delegados no conocían el lugar en el que se celebraría la asamblea. A_eso de las ocho de la mañana Luis Felipe Capellín y Juanín se subieron al Metro y fueron a una de las estaciones del extrarradio de la ciudad, "una estación en superficie", donde José Luis López Bulla, apodado "El Gordo", le reveló a Juanín el lugar de la clandestina reunión sindical.

De vuelta, Juanín le reveló a Capellín que la asamblea se celebraría un par de horas después en el salón de actos de la iglesia de Sant Medir. "Yo había quedado con otro delegado de Asturias, que no sabía en principio quién era, para indicarle el lugar. Fui en autobús al sitio de la cita y allí veo, tumbado en el suelo y tomando el sol, a lo ´hippie´, a Triki (Emilio Huerta)".

La asamblea comenzó hacia las diez de la mañana y duró todo el día bajo la presidencia de Marcelino Camacho, "aunque el hombre clave era Nicolás Sartorius, el cerebro gris", opina Luis Felipe Capellín.

No hubo incidentes policiales, aunque sí "una bronca terrible con los que fueron a la asamblea no para crear el sindicato Comisiones Obreras, sino para crear ellos su propio sindicato, como Jerónimo Lorente, que era cartero", subraya Capellín.

Y así, de la iglesia de Sant Medir salieron las Comisiones Obreras como "un sindicato de clase, unitario, sociopolítico e internacionalista". No obstante, el camino hasta la legalización y normalización sería largo.

Otro hito a destacar en esta historia, en opinión de Luis Felipe Capellín, fue que "a_los pocos días de la asamblea de Barcelona el Partido Comunista celebró su Comité Central en Roma, en el que deciden también hacerse visibles".

De vuelta en Asturias, la dirección aún clandestina de las Comisiones Obreras da un paso al frente para hacer "visible" el sindicato y convoca el 12 de septiembre de 1976, a las doce del mediodía, un gran mitin en el campo de fútbol de El Entrego, anunciado en carteles en los que aparecen las fotos y los nombres y apellidos de todos (menos uno) los miembros del núcleo dirigente de las Comisiones Obreras de Asturias. El mitin no se pudo celebrar y muchos aún recuerdan la contundencia empleada por las Fuerzas del Orden Público para impedirlo.

A principios de enero de 1977 falleció, en un accidente de tráfico, Juan Muñiz Zapico (Juanín). En la Semana Santa del mismo año el Gobierno de España, presidido por Adolfo Suárez, legaliza al Partido Comunista y al poco tiempo, en una asamblea que se celebró en la Casa Sindical de Gijón, Gerardo Iglesias Argüelles es elegido secretario general de las Comisiones Obreras de Asturias.

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