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Catalina López Liñero | Diseñadora

"Londres representa la creatividad, Nueva York el negocio y París la tradición"

"No me interesan ni la moda efímera ni la consideración que actualmente se tiene de la ropa, que se pone dos días y luego se tira"

Catalina Liñero, en Mallorca. LNE

Ha trabajado fuerte y pese a su juventud hoy es una de las firmes promesas de un mundo, el de la moda, que cada vez solicita más profesionalidad, debido a la contundencia de su industria. Cata Liñero, como se hace llamar, es una chica muy segura de sí misma, que sabe cómo orientar su profesión huyendo de los objetivos meramente comerciales para centrarlos en una oferta más racional y práctica. Recientemente ha ganado el Concurso de Jóvenes Diseñadores de las Islas Baleares. Charlamos a la orilla del máximo exponente del lujo mallorquín, Puerto Adriano.

-Dígame, ¿usted quién es?

-Nací en Gijón (1994), hija única. Soy nieta del empresario, aviador y político Alfredo Liñero. Mi abuelo militó en el PSP que presidía Tierno Galván antes de integrarse en el PSOE, con el que fue concejal de Urbanismo en una de las corporaciones de José Manuel Palacio. En cuanto a mí, creo que soy luchadora y cabezona, desordenada pero perfeccionista. Sociable, extrovertida y muy cariñosa. Tengo pocas amigas, pero muy buenas; las de siempre.

-¿De pequeña, qué quería ser?

-Diseñadora, mi vocación fue muy clara. Dibujaba al lado de mi abuela Emily, que era pintora y restauradora, y sin querer me introduje en un mundo más relacionado con el arte que con la tela.

-¿Cómo fue su formación?

-Hice el Bachiller en el colegio Peñamayor y estudié Diseño de Moda en la Escuela Superior de Palma de Mallorca, EDIB. Una formación básica que perfeccioné en el Central Saint Martins de Londres, en la actualidad la mejor escuela de diseño. Esta experiencia supuso un palo al darte cuenta del bajo nivel de los centros españoles. Hoy, la creatividad la representa Londres; Nueva York, el negocio, y París, la tradición.

-¿Qué camino se debe seguir tras la obtención del título?

-En moda el título se valora poco, pesa más el porfolio, el dossier artístico que puedas aportar, las capacidades; en una palabra, el talento.

-¿Cómo fue el trabajo que presentó al certamen de Islas Baleares?

-Hice una colección de ocho modelos, aunque al concurso sólo pude llevar seis. Éstos estaban inspirados en "Lolita", la novela de Vladimir Nabokov, una secuencia que describe la corrupción de la inocencia. Empleé telas de tonos claros y líneas sencillas, al principio, para luego ir derivando hacia influencias masculinas, siluetas amplias y envolventes, y colores más oscuros. Fue un modo de reflejar la negatividad del asunto. Pienso que los niños nacen inocentes y es la relación con los adultos la que determina su salud mental. Del blanco me fui al beige, al gris y al negro. Fue una experiencia muy bonita ver mis modelos en la pasarela.

-¿Este premio le garantiza un sitio en el mundo de la moda?

-No, sólo es un paso más en mi formación. Después de obtenerlo trabajé un mes en el estudio Three Graces, de Londres, y después me fui a Amberes, donde reside Hilde Frunt, la mejor experta en punto: lo sabe todo. Y he regresado a Palma esta misma semana.

-¿Qué proyecto contempla de forma inmediata?

-Me iré a Bruselas para hacer un posgrado de Creación y Gestión de Empresas de Moda. En Amberes trabajé para un estilista muy importante, Dries van Noten, al que había estudiado en Historia de la Moda; es uno de los conocidos como "Los Seis de Amberes". Cuando regrese, quiero crear mi propia empresa. No ansío tener una marca y hacer desfiles, sino ofrecer moda al estilo de antes, una especie de atelier francés.

-¿Su idea no choca con el "prêt-à-porter", tan utilitario?

-Es que no me interesa la moda efímera ni la consideración que actualmente se tiene de la ropa, que se pone dos días y luego se tira. La culpa es de la industria, y esto es algo que va creciendo, en perjuicio del medio ambiente. La moda, en gran medida, se nutre de fibras sintéticas cuya producción implica procesos químicos muy nocivos y un elevado consumo de energía, pero se hacen oídos sordos. De la moda se ha creado un circo, un mundo loco, y yo quisiera ofrecer algo distinto, bueno y bonito, que se valore, y que mis clientes estén de acuerdo con mi filosofía.

-¿Qué le motiva más a la hora de diseñar, el arte o la idea? Michael Goma, por ejemplo, que creó para Jean Patou entre otros, hoy vende aquellos diseños en galerías de arte y a precios elevados.

-Para mí lo primero es el trapo, no busco el arte.

-¿A quién admira?

-Una marca que me gusta mucho es Proenza Schouler, resulta muy femenina. También la francesa Céline y la italiana Marni. De los creadores pasados, pienso que Balenciaga fue el mejor, tenía un aura especial, todo lo suyo era diferente.

-¿Cuál es su sueño?

-Conseguir cambiar la interpretación de la moda; sin la presión de tener que estar al día, la gente puede que fuera más.

-¿Tiene usted un vaquero roto?

-Sí.

-¿No es una contradicción con sus ideas?

-No, porque el vaquero roto proviene de la época "grunge", que supuso una revolución en la música y en la moda. Es el estilo mendigo, y me gusta.

-¿Cuál es su color preferido?

-El negro, luego el burdeos y el verde esmeralda.

-Dígame cuatro básicos de su armario.

-Un pantalón vaquero, una camiseta negra holgada, una americana de raya diplomática y una pashmina también negra. Éste sería mi uniforme, aunque variaría el color de la pashmina.

-¿Qué es para usted la elegancia?

-La seguridad en uno mismo. La sencillez. Hay personas que en su naturaleza son elegantes.

-¿Qué falta y qué sobra en la moda actual?

-Faltan buenas escuelas y sobra el pensamiento de que los estudios consigan hacerte famoso.

-¿Tiene la moda un enemigo?

-Sí, el sistema de las grandes empresas de copiarlo todo, renunciando a sus propios diseñadores.

-¿No le apetecería tener una tienda en Gijón?

-Sí, y voy a tenerla. Gijón es mi ciudad, donde respiro hondo de felicidad de tanto que me gusta. Es mi Gijón del alma.

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