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Una joya de almacén de cristal

Raúl Quijano recibe el Premio Nacional de Ingeniería Industrial por su proyecto de remodelación de los silos de la Universidad Laboral como sede empresarial

Una joya de almacén de cristal

De joven paseaba a diario observando unas imponentes construcciones de hormigón sin saber qué eran ni cuál podría ser su cometido. Ajeno a que más de cuatro décadas después esos silos del Intra, en el actual Parque Científico y Tecnológico de Gijón, le iban a suponer un reconocimiento a su trayectoria profesional. Raúl Quijano recogerá mañana jueves en Madrid el Premio Nacional de Ingeniería Industrial 2013, en el apartado de proyecto, que otorga el Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales de España.

"No es un reconocimiento personal si no al trabajo de todos los ingenieros industriales en el campo de la construcción", apunta Quijano que estima que detrás del galardón se encuentran otros factores importantes a tener cuenta por lo innovador de su proyecto. "Se ha premiado la labor de los ingenieros industriales a la hora de trabajar en equipo y de forma grupo interdisciplinar puesto que en esto han contribuido numerosos profesionales de otras cualificaciones como arquitectos, agrónomos, de minas, geólogos o topógrafos, entre otros", señala en referencia al proyecto "Reforma y ampliación de construcción industrial para la implantación de Centro Tecnológico, Formativo y de Gestión de Productos Biosanitarios" que ha sido reconocido a nivel nacional.

Raúl Quijano (Palencia, 1964) llegó a Gijón en 1978, con 14 años, con una maleta de madera a la Universidad Laboral -"el primer año que ya no había curas", matiza- por lo que se considera plenamente asturiano. Allí vivió junto a algunos cientos de compañeros que cursaban estudios de Ingeniería Industrial y Económicas en la residencia de estudiantes que durante los años ochenta estuvo activa en la zona del Intra. Entre sesión y sesión de estudio oteaba los ocho silos terminados y abandonados que comenzaron a construirse en 1948, en lo que otrora se ideó como granja agronómica ligada a la Universidad Laboral, para darles un uso de almacenamiento de remolacha y forraje que nunca se llevó a efecto. Su misión, por encargo de la multinacional MBA Incorporado, fue transformar la estructura original en unas oficinas que introdujeran al inmueble en el siglo XXI por todo lo alto.

Por ese vínculo con su juventud no es de extrañar que además de la satisfacción que supone un premio de nivel nacional, otorgado por sus "colegas" de profesión, en esta ocasión pese más la parte emotiva. "Residía en el Intra en los años ochenta y luego tuve la oportunidad de ayudar a transformar este entorno que ahora es tan emblemático. De intervenir ahí, aprender qué y para qué fueron previstos esos silos y transformarlos hasta convertirlos en lo que es hoy", reconoce Quijano con emoción sobre un proyecto que sorprende a muchos expertos. "Vienen de todo el mundo y se sorprenden con 'La milla del conocimiento' porque no es fácil encontrar en España, y mucho menos en Gijón, construcciones con estas integraciones con el respeto que se ha tenido en la estructura a los trabajos de quienes lo construyeron en su momento", confirma.

En las labores de reforma de los silos "se trabajó con criterios muy prácticos y realistas. Valoramos que el edificio quedase integrado en el entorno porque transformar de forma drástica estas construcciones no hubiera traído un resultado apropiado", indica el ingeniero. En su buen hacer también lograron la integración funcional y ambiental donde "procuramos revestir de naturaleza, cubierta y entornos para que el disfrute interior fuese bien recibido y que en el exterior su visión resultase estéticamente conveniente", valora. Un trabajo por el que aun le llegan mensajes de satisfacción de los trabajadores que allí se dan cita cada día.

Raúl Quijano reconoce y presume de las virtudes de los nuevos silos. La parte técnica más significativa que se llevó a cabo es el mantenimiento de las estructuras de hormigón sobre los que "se hicieron unas perforaciones y vaciados muy importantes, además de mantener el comportamiento estructural del hormigón de hace cincuenta o sesenta años, acoplándolo a las nuevas soluciones y sin fricciones", describe. "Es el enfoque técnico más destacado del proyecto", recalca.

Raúl Quijano recogerá, tres años después de su concesión -porque diversas cuestiones demoraron el acto oficial-, el premio que le otorga el Consejo General de Colegios de Ingenieros Industriales de España. Un galardón que en su sexta edición tienen marcado acento gijonés.

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