Eva Hevia Freire (Gijón, 1976) es el orgullo de su familia por la vertiginosa trayectoria como investigadora que atesora. Unas dotes que la convierten en una de la "científicas más sólidas y prometedoras de su campo a nivel nacional". Y no es amor fraternal. Los elogios provienen de los jueces que se decantaron entre otras cincuenta opciones por su candidatura para el I Premio de Talento Emergente concedido este semana por la Sociedad de Científicos Españoles en Reino Unido (Ceru).

Eva es la mayor de tres hermanas -Sara y Rebeca la siguen- e hija de Eloy y María del Carmen. Cursó sus estudios en el Instituto Calderón de la Barca y ya asombraba con su expediente sin apenas proponérselo. "Desde pequeña fue una niña muy inteligente. No estudiaba, o lo hacía sólo la noche anterior, a última hora. Luego lograba el sobresaliente sin ninguna dificultad. Con ir al colegio, escuchar al profesor y leerse los apuntes la víspera, le servía", destaca una amiga y compañera de pupitre que se apura a aclarar que "no era la típica empollona, disfrutamos mucho de las fiestas de juventud". Tampoco esas notas, que causaban cierta envidia sana, le hacían cambiar su carácter generoso y humilde.

Todo su entorno pronto percibió que el futuro de Eva Hevia estaría ligado a la ciencia y tras una selectividad brillante se matriculó en Químicas en la Universidad de Oviedo. Allí hizo completa la carrera a excepción de un año que gracias a una beca Erasmus lo cursó en Reino Unido. Entre 1998 y 2002 se licenció y doctoró en Química Inorgánica. Su buen expediente sirvió para que la Unión Europea le concediera un "contrato Marie Curie" para llevar a cabo los estudios postdoctorales en la Universidad de Strathclyde, en Glasgow, Escocia. Al igual que la científica de origen polaco que tuvo que emigrar a Francia para continuar con sus estudios, Eva Hevia hizo las maletas para dejar su Asturias del alma. Allí compartió probetas y reacciones con el profesor Robert Mulvey, una autoridad a nivel mundial dentro de la química organometálica y fuente de conocimiento para Eva que le ha servido para convertirse en un referente de esta rama científica.

A los 38 años ya era catedrática de Química Inorgánica en la Universidad de Strathclyde. "Es de las pocas personas que conozco que se lo pasa bien trabajando. Disfruta mucho porque es su pasión", desvelan desde su casa aclarando que no por ello es menos duro. "Trabaja muchas horas". Pero allí, lejos de casa, no sólo encontró empleo. También conoció el amor gracias a Gordon Honeyman. Ambos son padres de Lucía, de cuatro años, y Marina, de seis meses, con quienes Eva pasa todo su tiempo libre. Es una "súpermamá" que concilia a la perfección, aunque con mucho esfuerzo y sacrificio, su vida laboral y personal.

No obstante tiene dos válvulas de escape. Por un lado salir a correr para liberar las tensiones del trabajo. "Es una loca del running" -valoran los allegados- que nunca se pierde la "San Silvestre" de Gijón en la que participa normalmente con su hermana Rebeca. Además ha participado en dos medias maratones en Glasgow. Ahí, en cambio, con quien tiene "piquilla" por ganar es con Gordon. Con él comparte habitualmente sesiones en estas lides.

El otro momento zen viene de la mano de la literatura pues las letras no están reñidas con la ciencia y prueba de ello es que Eva que devora libros. Siempre hay uno en su mesita de noche. Y entre página y página una loncha de jamón. Lo que más echa de menos de España, junto a las aceitunas, y que cada vez que alguien la visita en Escocia les pide que lleven cantidades ingentes. Un gusto, el del jamón, que va en los genes como prueba la pequeña Lucía.

Eva, a quien el "Brexit" ha pillado por sorpresa y lo recibe con incertidumbre pero sin agobios, ha publicado más de cien artículos en revistas especializadas del ámbito científico y no paran de llegar premios y reconocimientos. A este último de Talento Emergente del Ceru hay que sumar la recepción del Harrison-Meldola Memorial Medal and Prize, en 2009, que entrega la Royal Society of Chemistry, de Reino Unido, y el premio RSEQ-Sigma-Aldrid a investigadores noveles en 2011 otorgado por la Real Sociedad Española de Química, así como una de las ayudas más prestigiosas que concede el Consejo Europeo de Investigación en el mismo año. No sería de extrañar que dentro de unos años siga, también en los galardones, el ejemplo de Marie Curie que fue la primera persona en ganar dos premios Nobel en distintas disciplinas. Eva Hevia ya tiene uno en maternidad. Tan sólo le falta el de Química.