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Una grúa rota que vale un superpuerto

La operatividad de El Musel con sus "tráficos cautivos" vuelve a ser la misma que hace veinte años, antes de la ampliación de la terminal de graneles sólidos

Una panorámica del puerto de El Musel tomada desde el Muro a finales de octubre de 2001, cuando se instaló la tercera grúa-pórtico (a la derecha) en el muelle de minerales. MARCOS LEÓN

El consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Gijón adjudicó, el 22 de febrero de 2000, por un importe de 4.060 millones de pesetas, la ampliación del muelle de minerales del puerto exterior de El Musel, con el objetivo de ganar a la mar 33.000 metros cuadrados y 220 metros lineales de atraque mediante la reubicación, más al Este, del contradique del dique Príncipe de Asturias.

Era una obra considerada estratégica para no constreñir en los años venideros la actividad de la empresa mixta EBHISA, piedra angular de El Musel, dado que manejaba, y lo sigue haciendo, los denominados "tráficos cautivos" portuarios, es decir: mineral de hierro y carbón siderúrgico para Arcelor-Mittal y carbón térmico para las centrales eléctricas.

En el mes de diciembre de 1999, los consejeros portuarios ya habían adjudicado a Duro Felguera la construcción de una tercera grúa-pórtico para EBHISA, así como una nueva cinta para transportar los graneles sólidos desde el muelle de minerales, situado a la vera del dique Príncipe de Asturias, hasta la terminal de almacenamiento asentada en el valle del río Aboño, al Oeste de la Campa Torres. El coste de la tercera grúa-pórtico rondó los 1.400 millones de pesetas.

A finales de los años noventa del pasado siglo se estimaba que los tráficos de graneles sólidos aumentarían significativamente y que las empresas que utilizaban el muelle de minerales de El Musel (Aceralia y las eléctricas) requerían una solución para no tener que esperar varios días la descarga de los buques graneleros contratados.

Por fin, a finales de octubre de 2001 entró en pruebas la tercera grúa-pórtico, que con las obras de ampliación del muelle de minerales solucionaron el problema y, desde entonces, se dejó de ver grandes buques graneleros fondeados frente a la costa gijonesa en espera de atraque.

Y así fue hasta que en la noche del pasado 6 de enero una de las tres grúas-portico se empotró contra un barco atracado en el muelle de minerales. Declarada como siniestro total, la grúa nunca más volvió a estar operativa y EBHISA, como en los años noventa del siglo pasado, vuelve a tener problemas para atender la descarga de graneles sólidos para la siderurgia asturiana y las centrales térmicas.

Salvo por un detalle: el martes 11 de enero de 2011 quedó oficialmente inaugurada la ampliación del puerto exterior de El Musel, que se había iniciado en 2005 para duplicar los espacios portuarios y, especialmente, para reubicar la terminal de graneles sólidos en el flamante muelle Norte y así "jubilar" la que gestionaba EBHISA en el muelle del Ingeniero Marcelino León, en el dique Príncipe de Asturias.

El 5 de agosto del año 2000, cuando aún estaban en marcha las obras para ampliar el muelle de minerales y todavía faltaba más de un año para la entrada en servicio de la tercera grúa-pórtico, en la inauguración de la edición de ese año de la Feria Internacional de Muestras de Asturias se presentaron las nueve propuestas que entonces tenía sobre la mesa la Autoridad Portuaria para ampliar El Musel y convertirlo en un superpuerto del Cantábrico.

Las obras de ampliación del muelle de minerales y la tercera grúa-pórtico costaron, en total, alrededor de 5.500 millones de pesetas y solucionaron, hasta el pasado 6 de enero, los "atascos" en la descarga de graneles sólidos. Por su parte, las obras de ampliación del puerto exterior costaron 709,12 millones, pero de euros, y sin contar el IVA (el coste puede alcanzar los 1.059 millones en el caso de que prospere la reclamación presentada por la unión temporal de empresas que hizo la obra).

El proyecto de ampliación se justificó por las "restricciones para los tráficos" que representaban los "calados insuficientes, poco espacio para las operaciones de frenado y reviro, congestión de la terminal de graneles sólidos, falta de atraque, escasez de superficie de almacenamiento, problemas de conexiones por carretera y ferrocarril y falta de capacidad de evacuación de las cintas de Aceralia".

Por ello, dichas "restricciones" se traducían, según los responsables portuarios, en "un incremento de buques en espera, aumento de los fletes y pérdida de competitividad, tanto para los tráficos actuales como futuros". Desde el 11 de enero de 2011 el flamante superpuerto está prácticamente vacío todo el año y la piedra angular de El Musel sigue siendo, como hace veinte años, la terminal de graneles sólidos del muelle del Ingeniero Marcelio León.

Y es que unos meses después de la inauguración del superpuerto la multinacional siderúrgica Arcelor-Mittal rechazó trasladar la terminal granelera a la ampliación portuaria por el incremento de las tarifas que ello supondría.

En conclusión: de una solitaria grúa-puente depende que la operatividad del puerto exterior sea la adecuada y no haya demoras en la llegada de las materias primas para la siderurgia y las eléctricas. Y de El Musel, como se repitió machaconamente durante los años de las obras del superpuerto, la industria regional (lo que queda de ella).

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