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Efemérides de bronce

Se cumplen este mes 125 años de la inauguración de las estatuas dedicadas a Jovellanos y al rey Pelayo

Propuesta de recuperación de la Puerta de la Villa como monumento vegetal.

La historia de los tres primeros monumentos contemporáneos que se levantaron en Gijón se entrelaza formando una madeja que, cómo muchas cosas en nuestra villa y puerto, tiene como hilo conductor a Jovellanos. Este pasado se hace hoy presente ya que en este mes de agosto se cumple el 125 aniversario de la inauguración de su estatua y lo mismo sucede con la del rey Pelayo. A esto hay también que añadir que hace 230 años que fue terminada la Puerta de la Villa, ubicada en la actual plaza del Seis de Agosto hasta su derribo en 1886.

Tanto la Puerta como el monumento a Pelayo fueron iniciativas del propio Jovellanos incluidas en su Plan de Mejoras pensado para Gijón, redactado en agosto de 1782.

La primera se concibió como un arco monumental exento, siguiendo la moda del urbanismo ilustrado, que se convirtió literalmente en el pórtico de entrada a la ciudad desde la carretera de Castilla. A mediados de septiembre de ese mismo año el propio Jovellanos participó en la colocación de la primera piedra del que fue el primer monumento civil de Gijón, cuya construcción estuvo facilitada por el reaprovechamiento de la cantería de otra antigua puerta de entrada de la ciudad ubicada, aproximadamente, al final de la actual calle de la Trinidad. Su construcción fue por tanto rápida y la última de sus placas conmemorativas fue colocada en 1786 quedando así finalizada.

El monumento al rey Pelayo fue otro cantar ya que desde la propuesta jovellanista hasta su ejecución transcurrieron 109 años, coincidiendo al final su materialización con la de la efigie de su promotor.

Aunque inauguradas sólo con un día de diferencia -la del monarca el 5 de agosto y la del ilustrado el día siguiente-, siendo ambas realizadas en bronce y contando con un peso y tamaño similares, estas esculturas tuvieron sin embargo una génesis dispar. La de Jovellanos es un año más antigua puesto que ya se encontraba terminada en julio de 1890, mientras que la de Pelayo vio la luz el domingo 12 de julio de 1891. La estatua del rey fue realizada en Gijón por el escultor ribadense afincado en la ciudad José María López y fundida en la acería Moreda y Gijón. Mientras el monumento de Pelayo es así un 100% gijonés, el de Jovellanos proviene íntegramente de Barcelona. Fue obra del escultor Manuel Fuxá -vino personalmente a Gijón a finales de junio de 1891 a supervisar su montaje-, realizada en la fundición de Federico Masriera. En él se representa a Jovellanos con toga de magistrado prenda que, curiosamente, en vida nunca vistió en Gijón.

También dispar fue la cronología de los soportes de ambas obras: si la estatua de Pelayo tuvo su pedestal realizado más de medio año antes de que fuese colocada sobre él el 30 de julio de 1891, la estatua de Jovellanos llegó a Gijón meses antes que su basamento de mármol, también realizado en la ciudad Condal bajo diseño de Fuxá, que no arribó al puerto local hasta el 28 de junio de ese año.

A lo largo de estos últimos 125 años también contrasta lo vivido por ambas piezas. Mientras Pelayo ha llevado una plácida existencia en su ubicación inicial sin conocer mayores variaciones, el monumento a Jovellanos ha visto modificado su emplazamiento media docena de veces dentro de la plaza que lo acoge, el pedestal -hoy bastante deteriorado- ha perdido su base escalonada y se le han ido añadiendo múltiples inscripciones, a la vez que la estatua recibió la pasada década una indefinible coloración totalmente cuestionable.

En lo que si coincidieron ambos monumentos fue en situarse en lugares simbólicos dentro de la ciudad. El monarca ocupó en la plaza del Marqués el sitio en el que había estado la fuente de La Barquera desde, al menos, trescientos años antes y Jovellanos pasó a presidir la plaza que antes había dominado su Puerta de la Villa durante un siglo.

Sin embargo del arco jovellanista no nos queda hoy nada. Fermín Canella -catedrático, académico, rector de la Universidad de Oviedo y cronista oficial de Asturias- reivindicó a finales del siglo XIX la reconstrucción del monumento en el punto de confluencia de las actuales avenidas de la Costa, Schulz y Constitución como solución para enmendar el "arquicidio" y también como desagravio a la memoria de Jovellanos. Como remate se deja aquí constancia de una posible solución para ese reto nunca culminado, consistente en la recuperación de la Puerta con su silueta y dimensiones originales pero en forma de monumento vegetal, proyecto ya culminado hace un par de años con ayuda del Instituto Universitario de Tecnología Industrial de Asturias (IUTA) de la Universidad de Oviedo.

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