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RODOLFO ÁLVAREZ-SALA WALTHER | Catedrático de Neumología de la Universidad Autónoma y jefe del Servicio de Neumología del Hospital La Paz de Madrid

"Me encanta Gijón, vengo siempre que puedo; en cuanto paso Pajares, empiezo a respirar"

"Mi padre nos daba ejemplo constante; mi madre era alemana y nuestros estudios se basaron en el orden, el esfuerzo y la constancia"

Rodolfo Álvarez-Sala Walther, en el paseo de Begoña. ÁNGEL GONZÁLEZ

Nació en Madrid en 1956, pero rezuma asturianía. Rodolfo Álvarez-Sala es el cuarto de los siete hijos de un gijonés insigne: José Luis Álvarez-Sala Morís, de brillante trayectoria médica militar.

-Por fuerza tiene que creer usted en la genética, ya que de tal palo?

- Sí, creo un poco, y más en el esfuerzo personal. El ambiente de estudio y de trabajo influye muchísimo.

-Desde su autoridad, ¿qué le puede decir a un fumador?

-Ha de tener muy claro que debe dejar el tabaco, que se deje ayudar por los especialistas. Hoy día, hay unidades muy buenas que consiguen magníficos resultados; una de ellas la tenemos en La Paz.

-¿Estas unidades son infalibles?

-No, tiene que contribuir la voluntad del fumador. El tabaco es un tóxico que genera muchísima dependencia, y hay que saber el daño que causa: enfermedades pulmonares, cardiacas, vasculares, y un largo etcétera.

-Todos sus hermanos son eminencias. ¿Hay una carrera entre ustedes?

-No, cada uno está a lo suyo y nos ayudamos como podemos.

-¿Cómo es su vida en Gijón?

-Tengo una casa en Somió, cerca de Villamanín, pero voy a desayunar y a comer todos los días a "Villa Nieves", la casa familiar donde vivió mi padre y que sigue albergado el veraneo de toda la familia, unas cincuenta personas, entre padres, hijos y sobrevenidos. Me encanta Gijón, vengo siempre que puedo, es obligatorio; en cuanto paso el Pajares, empiezo a respirar bien.

-¿Le recomienda Gijón a sus pacientes?

-Mis pacientes no están para muchos trotes. Si pudieran? El intercambio gaseoso alveolocapilar es estupendo para la salud. Aparte, Gijón es una ciudad preciosa con alrededores de ensueño, aquí se respira salud. Desde que nací he veraneado en Gijón, aquí están mis arraigos familiares, mis amigos, mis mejores recuerdos.

-Su esposa es también médica, ¿discuten de medicina en casa?

-No, ella es radióloga en el Hospital de la Princesa, y profesora de la Universidad Autónoma. Nos ayudamos mutuamente en las investigaciones.

-¿Cómo ha sido su etapa de director médico del Hospital La Paz?

-Aprendí muchísimo en esos tres años, tienes la sensación de que estás arriba y puedes ver todo lo que hacen tus compañeros. En La Paz hay 7.000 trabajadores y se realizan un millón de consultas al año. Era mucho trabajo, llegaba a casa a las diez de la noche, pese a que tenía un equipo y un director gerente, Rafael Pérez-Santamaría, muy buenos. Lo que más me impacto fue ver la categoría profesional de todos ellos.

-Acaban de nominarlos como el mejor equipo de neumología de España. ¿Cómo lo lleva?

-Es un honor que implica a todos los compañeros de servicio. Un reconocimiento a nuestra labor y un estímulo para los residentes que tenemos. Al enterarse la madre de uno de ellos se puso a llorar de alegría al saber que su hijo estaba formándose en el mejor sitio posible.

-¿Cómo ve la tercera generación de médicos Álvarez-Sala?

-Sólo hay tres. Dos ya son médicos y el tercero está en sexto de carrera.

-¿Su educación fue especialmente rígida?

-Por encima de todo, nuestra obligación era estudiar. Mi padre nos daba ejemplo constante. Mi madre era alemana y nuestros estudios se basaron en el orden, el esfuerzo y la constancia. Nos fomentaron la lectura y la duda continua a todo lo que íbamos aprendiendo.

-¿Los espectaculares avances médicos conducen a la inmortalidad?

-Viviremos más y mejor, pero nuestro organismo, tarde o temprano, tiene un fin.

-¿Está usted sano?

-Sí, y hago mucho deporte, juego al tenis, al pádel, al golf, nado, hago footing... todo bastante mal, pero disfruto.

-¿Qué posee como un tesoro?

-Uno de los fonendos de mi padre, fotografías familiares y algún cuadro de Ventura Álvarez-Sala, mi bisabuelo.

-Su padre era políglota, ¿y usted?

-Hice el Bachillerato en Alemania, luego hablo alemán, además de inglés, y en francés me defiendo.

-Cómo es su camiseta, ¿blanca o rojiblanca?

-Soy del Madrid y después del Sporting, y rechazo la violencia en el fútbol.

-Y la política, ¿azul o roja?

-Del que lo haga bien; no puedo tener implicaciones políticas. Me gusta la moderación, así que los radicales, fuera.

-¿Rajoy o Rivera?

-Lo que quiero es que dialoguen y que de una vez haya un gobierno para que España salga de esta situación.

-¿Qué le gusta comer?

-Fabada. Y el arroz con almejas de La Pondala.

-¿Cómo celebrará Begoña?

-Tengo guardia, así que me iré a Madrid dos días. Lamentablemente, me perderé este año los fuegos.

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