-¿Qué es lo que le atrae de Asturias?
-Llevo viniendo aquí desde que tenía ocho años y no he parado de venir. Para mí lo diferencial de Asturias es la gente, que es agradable, amable y te ayuda. Es más acogedora. Y después tienen un paisaje impresionante. Ahora también ha mejorado la gastronomía. Asturias siempre fue de fartones, pero ahora es de fartones buenos; no sólo de comer mucho, sino de comer mucho pero bien. Y después tiene un clima que para mí es estupendo, aunque llueva. Mi polo central es Gijón, aunque tengo casa en Luanco, pero es rarísimo el día que no vengo a Gijón, que es una ciudad muy paseable. La pena de Asturias es que se está masificando. Lo que he encontrado como enorme mejora respecto a los veranos de antes es la cantidad de cosas que puedes hacer y que puedes hacer gratis, tú y tus hijos. Todos los días hay oferta en diversión y cultural importantísima en Gijón, por eso venimos. Además, es una ciudad que está guapa y limpia. El único pero es que en su día le mató a la playa los edificios altísimos que se dejaron hacer frente a una de las mejores playas del norte de España. Nos bañamos poco en San Lorenzo, que siempre está muy llena, pero ya estaba muy llena cuando yo era chaval.