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Gijón en retrovisor

Los cracks que cambiaron nuestro mundo y abrieron una nueva etapa histórica

Hasta la Feria Internacional de Muestras de Asturias no pudo sobrevivir a causa de los cambios políticos, como auguró Romualdo Alvargonzález

Los cracks que cambiaron nuestro mundo y abrieron una nueva etapa histórica

Tras el crack de la bolsa de Nueva York en octubre de 1929, con espeluznantes fotografías de ciudadanos tirándose por las ventanas desde lo alto de los rascacielos de la gran manzana de Manhattan, la gran depresión amenazaba al mundo y daría paso a una nueva época. De aquella terrible crisis financiera, los Estados Unidos supieron salir con tres contundentes medidas: reducción de la jornada laboral, la creación de nuevos puestos de trabajo y el aumento de los salarios. De esta manera la cadena del motor del consumo se puso de nuevo en marcha imparable, pero sabido es que no siempre aprendemos de las experiencias de los demás. En España también hubo entonces el crack político con la caída del dictador Primo de Rivera, quien puso en el precipicio la continuidad de la Monarquía. También la Feria Internacional de Muestras de Asturias, en Gijón padeció su económico crack local al no poder seguir adelante. Y para espectacular crack, la bailarina Josefina Baker que, a los veinticuatro años, en el Teatro Dindurra, con su superminifalda confeccionada con pétalos de plátano levantaba fuegos imparables, aunque menos destructivos, desde luego, que los que profanaron "La Iglesiona" y que nos encaminaban hacia una nueva época.

Primo de Rivera falleció en la cama a los dos meses de dimitir. Tras la dimisión del ministro José Calvo Sotelo, el dictador Miguel Primo de Rivera ya no tenía salida por lo que, tras varias notas confusas en las que aludía a su mal estado de salud, el rey Alfonso XIII le aceptó la dimisión el 28 de enero de 1930 y se exilió a París en donde falleció el 16 de marzo a causa de una embolia mientras dormía. La población gijonesa no era ajena al final de aquella dictadura que había durado seis años y se apreciaba ya el malestar general en toda España contra la Monarquía. Y así, un grupo de intelectuales adscritos "Al servicio de la República" organizaron una reunión en el número 45 de la calle del Marqués de San Esteban.

Inaugurada la nueva Pescadería Municipal. En los finales de aquella década de cierta prosperidad -tras sólo dos años de obras- pudo inaugurarse la nueva Pescadería Municipal -un edificio de mil cien metros cuadrados- obra del modernista arquitecto municipal Miguel García de la Cruz y del ingeniero José María Sánchez del Vallado quien incorporó una estructura de hormigón armado, construcción cuya fachada es de piedra caliza traída desde Santander, en combinación con paños de mármol blanco, que fue realizada por la empresa Giménez y Compañía y supuso la creación de ciento veintiocho puestos de trabajo. Las vendedoras de marisco fueron ubicadas en los laterales y las de pescado, en los pasillos del centro, en un hall rodeado de amplios ventanales que daban una gran luminosidad natural a la mercancía allí expuesta a la venta.

Los malos augurios de Romualdo Alvargonzález sobre la Feria de Muestras se cumplieron. Tal como el clarividente Romualdo Alvargonzález Lanquine había advertido años antes, la Feria Internacional de Muestras celebró su séptima y última edición en los Campos Elíseos entre los días 10 y 31 de agosto de 1930. Todos tenían claro, sin embargo, a pesar de las grandes dificultades económicas por la inestabilidad política, que era preciso encontrar un recinto ferial a las afueras de Gijón que permitiese afrontar un futuro más próspero. De acuerdo con las indicaciones dadas por Romualdo Alvargonzález -tras haber visitado las más importantes ferias europeas, con una cierta inspiración en el emblemático parque de Montjuic, donde se había celebrado la exposición universal de 1929- el arquitecto Juan Manuel del Busto realizó un ambicioso proyecto de recinto ferial para desarrollar desde La Guía, por la ería del Piles hasta la casa de Rosario Acuña, en una superficie de cien mil metros cuadrados en la que había de todo: pabellones a los que se accedería a través de una avenida central de setenta metros de ancho y trescientos metros de largo; un gran "stadium" con teatro y cine al aire libre para seis mil espectadores; campos de tenis al lado de la mar y un gran restaurante con acuario en La Providencia con vistas hacia la fascinante bahía de Gijón. El presupuesto total era de un millón setecientas cuarenta mil pesetas, pero todo quedó en agua de borrajas porque los avatares políticos posteriores pusieron al país patas arriba. Y ya no se pudo celebrar la octava edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias, en Gijón.

La traída de aguas de Nava fue celebrada en la pérgola de "Los Patos" . Ya en agosto de 1929 había sido construida aquella inolvidable pérgola de azulejos con frondosas enredaderas de fascinante hiedra que servían como refugio con su sombra en los días de sol, en los campinos de Begoña, en cuyo estanque chapoteaban felices los patos en libertad, que fue inolvidable punto de encuentro en nuestros años de adolescencia.

De ahí que el alcalde Claudio Vereterra celebró allí el acto oficial de la traída de agua potable desde Nava, en diciembre de 1930, con la apertura solemne de un grifo en el estanque, en medio de una multitud que se felicitaba por remediar la escasez del suministro del preciado líquido.

Incendiada y profanada "La Iglesiona" . La incertidumbre sobre el futuro político del país iba a más y el 15 de diciembre -en plena huelga general por lo que Gijón se quedó sin periódicos, tras el fusilamiento de los capitanes García Menéndez y Galán por el levantamiento militar de Jaca, que curiosamente también fue apoyado en Cuatro Vientos por el comandante Franco y el general Queipo de Llano, quienes tras el fracaso de aquella conspiración para derrocar la Monarquía y proclamar la República lograron huir a Portugal- un grupo de obreros arrancó la placa que daba el nombre del dictador caído a la actual calle del Instituto, que se encontraba colocada en la pared de "la Iglesiona". Tras enfrentarse a la fuerza pública -dado que el alcalde Claudio Vereterra y Pola no lo autorizó, por lo que apedrearon la Casa Consistorial- penetraron en el templo y los jesuitas se refugiaron con el Santísimo en el tercer piso de la residencia. Los asaltantes causaron importantes destrozos en el templo del Sagrado Corazón de Jesús rociando con gasolina el órgano y varias imágenes que fueron pasto de las llamas y en una hoguera hecha en la calle quemaron bancos, confesionarios y la imagen de la Virgen de Covadonga. En un momento del asalto sonaron varios disparos cuando el joven Carlos Tuero Morán trataba de desclavar el Cristo de la Paz cayó muerto y varios de sus compañeros heridos. Nunca se supo la autoría de la utilización de armas de fuego en el profanado templo.

Todo iba muy mal y a muchos no se les caía la venda de los ojos sobre su fatídico futuro. El comandante militar de la Gijón impuso una cuantiosa multa de quinientas pesetas a veinticuatro comerciantes por no haber abierto sus establecimientos, a pesar de lo ordenado en el bando por el que se había declarado el estado de guerra.

Noches de fuego y rosas en los escenarios. Otro tipo de guerra y de fuego era la sensualidad desinhibida y exótica de la bailarina mulata Josefina Baker, con su mínima vestimenta -una superminifalda confeccionada con plátanos de tela- quien enloquecía al personal en el Teatro Dindurra con un hasta entonces desconocido ritmo llamado charlestón que la había hecho triunfar en el Folies Bergère de París y que escandalizaba a más de uno por tratarse de una danza salvaje o así. Josefina Baker se hospedaba en el Hotel Savoy y hasta allí la seguían sus apasionados admiradores en celo en la desesperada lucha por lograr la oportunidad de su gran noche.

Así son las radicales reacciones primarias de los hombres -en la política, la guerra y el amor- si así les parece. Por eso pasa lo que pasa: antes y ahora. No tenemos remedio.

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