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LUCÍA ÁLVAREZ-BUYLLA BUSTILLO | Psiquiatra y psicoanalista de niños y adolescentes

"Los niños de hoy representan la culminación narcisista de los padres"

"Si los hijos han vivido en un sistema familiar que les ha inculcado principios acabarán siendo personas de provecho"

Lucía Álvarez-Buylla. JUAN PLAZA

Lucía Álvarez-Buylla es psiquiatra y psicoanalista de niños y adolescentes. Aunque hace años que colgó la bata y se jubiló, esta gijonesa afincada en Madrid que en su día llegó a ser responsable del área sanitaria IV de salud mental de la Comunidad de Madrid sigue atendiendo a algunos de sus pacientes. "Sólo trabajo tres tardes a la semana", confiesa. La psiquiatra no quiere desvincularse por completo de la medicina. Y eso no es lo único que no quiere dejar atrás. Álvarez-Buylla tampoco olvida su Gijón natal, una ciudad a la que vuelve al menos una vez al año, normalmente a finales de agosto. El objetivo es doble: disfrutar del verano asturiano y "poder dormir" sin calor. Licenciada en Medicina, Álvarez-Buylla realizó la especialidad de Psiquiatría Infantil en la Universidad de Washington.

-¿Cuáles son los trastornos psiquiátricos más comunes en niños y adolescentes? ¿Han cambiado mucho desde que usted empezó en la profesión?

-No han cambiado apenas, los seres humanos somos iguales. Lo más frecuente en los niños es el trauma generado por el nacimiento de un hermano pequeño. Muchas veces esta situación pasa desapercibida, es una especie de herida narcisista que sufre el niño mayor, que no entiende lo que ha sucedido. Para los niños tener un hermano pequeño significa que sus padres no le quieren y que le han tenido que sustituir por otro. El problema es que los que sufren este trauma jamás hablan de ello.

-¿Y dice que eso pasa desapercibido?

-Los padres no se enteran, probablemente porque ellos a su vez han tenido hermanos de pequeños y han tenido que vivir con la misma sensación. Yo veo muchos adultos cuyo problema es que han tenido un hermano cuando eran pequeños y no han sido capaces de superarlo. No son cosas graves, pero a veces eso lleva a depresiones. Ahora está de moda diagnosticar a los niños el síndrome de déficit de atención e hiperactividad pero eso no es un diagnóstico psiquiátrico, es un síntoma que acompaña a diversos casos clínicos. La hiperactividad puede llegar por el nacimiento de un hermano o por la dificultad de separarse de los padres. Hacer un diagnóstico de hiperactividad es erróneo, no existe como tal. Lo que hay que hacer es ver de dónde viene esa hiperactividad.

-¿Y porqué dice que ese trastorno está de moda?

-Porque es el diagnóstico más frecuente hoy en día. Los niños presentan casi siempre los mismos síntomas independientemente de la gravedad del cuadro clínico que sufran. Hay que tener en cuenta que un niño tiene un reducido abanico de expresiones. Si tiene un problema lo expresa moviéndose, pero que se mueva no es el problema. Lo que hay detrás es lo que da la gravedad del caso. Un niño puede ser hiperactivo, pero lo es secundariamente como consecuencia de algo que hay que tratar.

-Casi el 80 por ciento de las chicas de entre 14 y 18 años que acuden al psiquiatra en España lo hacen por trastornos alimentarios.

-Esa es otra historia como la de la hiperactividad. En la adolescencia es relativamente frecuente tener trastornos de alimentación pero el 95% de los casos -por dar una cifra-, no son anorexias ni bulimias. Es, sencillamente, la forma que tienen las chicas de expresar la incomodidad que sufren a esa edad con su cuerpo. La mayoría de las veces los trastornos alimentarios significan que la chica está teniendo problemas con su madre, que no se acepta físicamente o que tiene mucho miedo a la sexualidad y a no ser aceptada por el sexo contrario. Suelen ser síntomas transitorios sin importancia. Un porcentaje mayoritario de las chicas que consultan por problemas de alimentación en la adolescencia tienen un problema detrás que manifiestan dejando de comer. Un tanto por ciento pequeño de las pacientes presentan anorexia, pero esta enfermedad es tan "rara" como la esquizofrenia.

-¿De qué otros problemas hablamos en el caso de los varones en la adolescencia?

-Llegan muchas más chicas que varones a la consulta. Los chicos tienen normalmente problemas con el padre en el proceso de identificación masculina que tienen que hacer para luego poder separarse y empezar a funcionar independientes. Las patologías que más se dan en adolescentes son las de padres que no permiten que los hijos les superen. Los hijos siempre acaban ganando a los padres y a la larga hay hombres a los que les cuesta aceptarlo. Otros son excesivamente exigentes con sus hijos. El momento de separarse de la madre para los chicos también es duro y se traduce muchas veces en trastornos del aprendizaje. Eso es lo más común en chicos que están en el período previo a la adolescencia. Ahí sí que llegan muchos chicos a la consulta.

-¿Es lo que llamamos el fracaso escolar?

-Efectivamente. Y tiene que ver con la asociación que hacemos en la cabeza de que saber de los libros es, al final, saber de nosotros mismos. Los chicos no quieren saber nada de lo que hay en los libros porque no quieren pensar en lo que les sucede y eso lo usan como forma de protestar contra sus padres o sus hermanos. No poder pensar es, para ellos, atacar a su cabeza. Es así como se rebelan. La mayor parte de las veces es una rebelión inconsciente. En las chicas los trastornos más importantes en la adolescencia tienen que ver con las conductas promiscuas, los embarazos no deseados o la adicción a las drogas. Pero eso son casos poco frecuentes.

-¿Cuáles son las claves entonces para dar una buena adolescencia a los chicos?

-Para tranquilidad de los padres hay que decir que el 95 por ciento de los jóvenes que han tenido una adolescencia horrorosa y que les han hecho la vida imposible a los padres, acaban normalizándose completamente una vez acabada esa etapa tan convulsa. Si los niños han vivido dentro de un sistema familiar que les ha inculcado principios éticos por los que regirse y se han sentido queridos, acabarán convirtiéndose en personas de provecho en cuanto acabe la adolescencia, por mucho que los padres se hayan confundido. Hay que pasar el trago. El problema es que los adolescentes se ponen muchas veces en situaciones de riesgo. Un niño que podría normalizarse después de esta etapa puede sufrir muchos problemas si en la adolescencia ha empezado, por ejemplo, a consumir estupefacientes. Los padres tienen que estar atentos para que su hijo no se meta en dificultades que luego le marque toda su vida.

-¿Hasta qué punto influye la educación de los padres?, ¿nacemos ya con conductas intrínsecas a la personalidad de cada uno?

-Tenemos unos genes, eso es innegable y en virtud de ellos no todos tenemos la misma predisposición para la vida. Pasa lo mismo en el plano físico. Cuando enfermamos, a cada uno nos duele una parte del cuerpo. Los lugares de menor resistencia los marca la genética. Es cierto que sobre eso se añaden otra serie de factores como la educación, la alimentación y lo que vas absorbiendo del medio en el que te mueves. En cuestión psicológica es importante lo que los padres hacen con los hijos queriendo y lo que hacen de forma subconsciente. Muchas veces los progenitores influyen en los hijos a través de lo que ellos vivieron en su propia infancia y transmiten valores que desconocen. Puede que una persona que ha perdido a un hermano mime demasiado a su hijo sin darse cuenta, como consecuencia de su experiencia.

-¿Quizá los padres de hoy caen en la sobreprotección?

-Se están pasando de sobreprotectores. Los padres de hoy piensan que los hijos les representan. Piensan que no ha habido más hijos en el mundo antes que el suyo. Después de los niños parece que no hay vida. Los hijos de hoy representan la culminación narcisista de los padres y eso nunca debería ser así. Los hijos son fruto de un deseo, eso está claro, pero no son representación de nada. Los niños no pueden compensar lo que no han tenido los padres en su infancia. El hijo siempre suspirará porque necesita algo que no le dan. Es inevitable que el pequeño tengan carencias. Lo que no puedes es tratar de que tu hijo no tenga ninguna necesidad porque las va a tener. Cada niño es una persona. Los hijos no son una extensión de los padres, no les pertenecen.

-¿Está demostrado que un niño que crezca en una familia homosexual vaya a tener más problemas psicológicos?

-De eso aún no hay estadística. La sociedad va por delante de lo que se considera bueno o malo. Un niño lo que necesita es unos adultos que hagan de padres. Si vas al psicoanálisis los niños se identifican con los padres y las niñas con las madres. Como teoría eso queda muy bien, pero la sociedad lleva otro camino. La realidad es que no sólo te formas con lo que ves o escuchas en casa, los maestros, los tíos y los compañeros juegan un papel muy importante.

-¿Aceptar la homosexualidad en la adolescencia puede suponer un escalón más de dificultad en esa etapa?

-Depende del medio en el que se mueva cada uno, pero no tiene porqué. Actualmente la homosexualidad está completamente admitida. Siempre puede ser un problema ser diferente, todo depende de como se maneje la situación pero ya no es ni mucho menos motivo de suicidio como pasaba antes entre los adolescentes.

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