"Vamos a exigir es que se cumplan todos los límites de emisión y todas las condiciones de operación como si fuesen unas baterías nuevas, independientemente de que parte sea nuevo y parte puedan aprovechar algunas de las instalaciones anteriores, pero lo que sí les vamos a aplicar son los límites como si las instalaciones fuesen nuevas". La directora de control ambiental del Principado, Elena Marañón, se refirió ayer con estas palabras al proyecto de ArcelorMittal para la reapertura de su vieja coquería en la factoría de Veriña, reconstruyendo las instalaciones y dotándolas de mejoras tanto desde el punto operativo como medioambiental y al rechazo al mismo por parte de la Plataforma Contra la Contaminación en Gijón. La Plataforma va a presentar alegaciones al Principado para que denieguen la reapertura de las viejas baterías de coque e inste a la multinacional a que construya unas nuevas. La respuesta dada ayer por la Directora de Control Ambiental da a entender que el Principado no está predispuesto a aceptar esa alegación.

"Creo que la industria puede ser rentable y perfectamente compatible con el medio ambiente y esto es de aplicación a cualquier tipo de actividad nueva, porque ya nadie se plantea hacer las cosas sin cumplir normativas y poniendo las mejores técnicas para contaminar menos. Entre otras cosas porque no se les iba a permitir", señaló Elena Marañón para añadir a continuación que "claro, estamos hablando de instalaciones que tienen más de 50 años. Pues, bueno, éstas tienen que implementar una serie de mejoras y ahí es donde hay veces que sí son viables desde el punto de vista técnico y económico y otras veces que igual no lo son tanto; me refiero a las baterías de coque de Avilés, que si en tres años van a cerrarse, van a abordar una serie de mejoras, pero posiblemente no fuese viable que hiciesen unas inversiones tremendas para algo que va a durar tres años".

0,4 microgramos de PM10

Marañón recalcó que aunque el proyecto de Arcelor aproveche instalaciones ya existentes, sus baterías de Gijón llevan paradas casi tres años, "con lo que a todos los efectos sería como arrancar unas nuevas", respecto a los niveles de exigencia que aplicará el Principado.

Arcelor, por su parte, declinó ayer valorar la petición de la Plataforma, remitiéndose al comunicado que efectuaron en julio en el que afirmaron que "las baterías de coque dispondrán de las mejores técnicas disponibles medioambientales; entre ellas un nuevo sistema de captación y filtrado de humo y polvo procedente del deshornado, un nuevo sistema de lavado de gas y una nueva planta biológica para el tratamiento de aguas residuales".

En el documento sometido a evaluación ambiental simplificada, elaborado por la consultora Applus para Arcelor, se indica que las baterías una vez reconstruidas tendrán efectos moderados en la contaminación del aire y del suelo y compatibles o sin efectos en los demás casos. El documento señala que "no se predicen" superaciones de los niveles máximos diarios de emisión de ningún contaminante. A modo de ejemplo, señala que en lo que respecta a las partículas inferiores a 10 micras (PM10) el valor máximo en el entorno de la planta tras la obra será de 0,4 microgramos por metro cúbico, frente a los 40,1 microgramos por metro cúbico que emitían las baterías antes de su cierre en 2013.