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Periodista

Sin sangre y con jarana se pasaría de la Monarquía a la República

Sin sangre y con jarana se pasaría de la Monarquía a la República

Aquel año de 1931 atrás quedaría la dictadura de Primo de Rivera y la "dictablanda" del general Dámaso Berenguer, con el decadente bipartidismo que padecía una grave crisis moral que la cegaba de la realidad circundante y que ya entonces se entretenían mirándose al ombligo al practicar la nefasta política del avestruz, como telón de fondo de una obra cuyo final ya había advertido Benito Pérez Galdós. La comunicación iba a ser fundamental en los nuevos tiempos y Gijón disfrutaba de los mayores avances tecnológicos tras la inauguración, a primeros de marzo, del Palacio de Comunicaciones, en la plaza del 6 de Agosto -flanqueado por el famoso kiosco de Pachín de Melás y de su casa natal, ubicada en la esquina de cuesta de Begoña- con el servicio de telégrafos a través de un hilo de cobre de tres milímetros, lo que permitía una gran fluidez en los telegramas que en cosa de un minuto eran enviados a Oviedo, Madrid y viceversa. Aquella modernidad técnica fue fundamental para que los telegramas confirmasen oficialmente el cambio de régimen político. Los periodistas celebraron elegantemente ataviados -no estaría de más emularlos ahora marcando tendencia con su vestimenta en estos tiempos en que se han perdido las mínimas normas protocolarias en los atuendos para los eventos oficiales- y a todo trapo tricolor el aniversario de la fundación de la Asociación de la Prensa de Gijón -la primera de Asturias, ya que no hay que olvidar que fue constituida en la Casa Consistorial el 20 de noviembre de 1909, por iniciativa de la redacción del progresista "El Noroeste"- con un banquete en el restaurante de "Somió Park", tras la reconversión de la "Quinta Peláez" para rendir también el debido tributo hedonista a Terpsícore.

El Café Dindurra gozaría también de una espectacular remodelación y por el Ateneo Casino Obrero, que celebraba sus "Bodas de Oro" pasaron personajes de la importancia de José Ortega y Gasset y Federico García Lorca. Sin sangre y con jarana se pasaría de la Monarquía a la República, pero muy pronto el fuego incendiaría los conventos, por lo que antes los jesuitas abandonaron Gijón.

La descomposición de aquel corrupto Estado. Ante la gravedad de la situación política y dado que no se supo aprovechar una etapa económica de gran desarrollo a pesar de la crisis internacional, intelectuales de la talla de José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y el asturiano Ramón Pérez de Ayala fundaron en febrero de 1931 con un manifiesto muy breve en el que todo quedaba claro: "El Estado español tradicional llega ahora al grado postrero de su descomposición. No procede ésta de que encontrase frente a sí la hostilidad de fuerzas poderosas, sino que sucumbe corrompido por sus mismos vicios sustantivos. La Monarquía ha de ser sustituida por una República que despierte en todos los españoles a un tiempo dinamismo y disciplina llamándoles a la soberana empresa de resucitar la Historia de España".

Así que el 2 de marzo fueron convocadas las inevitables elecciones municipales -ante el rechazo popular que iba contra la acorralada Monarquía al haber respaldado a una dictadura, con la que también había pactado el líder sindical minero Manuel Llaneza Zapico, quien moriría a principios de aquel año- por el gobierno que presidía Juan Bautista Aznar-Cabañas, con las carteras de Estado y de Guerra, en manos de Romanones y Berenguer, quienes ya no sabían qué hacer para salvar al rey Alfonso XIII del callejón sin salida en el que se había metido borboneando con su nefasta politiquería de campanario.

En Asturias, el resultado de las elecciones celebradas el 13 de abril fue: 385 concejales monárquicos, 319 republicano-socialistas y 248 reformistas. El diario "El Noroeste" informó de que en Gijón habían sido "derrotados estrepitosamente los cavernícolas disfrazados de gijonistas triunfando los 31 candidatos de izquierdas".

Todo empezaba a cambiar en España y viéndolas venir, un mes después, los jesuitas abandonaron el colegio de La Inmaculada en Ceares, previa advertencia a los padres de los alumnos para que recogiesen todas sus pertenencias realizándose el desalojo sin incidente alguno. Luego pasó lo que pasó.

"Almacenes Simeón" se lució ante la demanda de banderas tricolores. Tras la abdicación del rey Alfonso XIII y la proclamación de la II República con Niceto Alcalá Zamora como presidente, el alcalde Claudio Vereterra y Polo -a las diez de la noche- leyó un telegrama a la Corporación Municipal, en el que se le comunicaba oficialmente que había tomado el mando en Asturias, Teodomiro Menéndez y entregado al médico Carlos Martínez -quien era socio del RCAR que pronto quitaría su denominación de "real"- el control gubernamental de la ciudad. Isidro del Río fue elegido como nuevo alcalde. Cinco horas antes ya habían quitado la bandera roja y gualda de la fachada de la Casa Consistorial y puesto en su color una tricolor y otra roja, entre los aplausos de la multitud.

Tras la arriada general de banderas "Almacenes Simeón" se lució con su previsora eficacia empresarial a la hora de atender con su stock la gran demanda de las nuevas banderas tricolores. Hasta el gobernador Teodomiro Menéndez fue uno de los clientes que las cogió para instalarlas en los mástiles de las instituciones oficiales. Por las calles de Gijón cantaban "La Marsellesa" y el himno de Riego, cuya letra había sido compuesta por el general gijonés Evaristo San Miguel.

El padre del periodista Clotas ondeó la primera enseña republicana de Gijón desde el balcón de su casa. El maestro de periodistas Juan Ramón Pérez las Clotas siempre recordó, con toda exactitud, aquella histórica jornada que él vivió en primera línea a pesar de que solamente tenía ocho años: "Mi padre era un fervoroso seguidor de Melquiades Álvarez, como lo eran todos los asturianos mínimamente ilustrados, que celebró la llegada de la República en 1931 izando la primera bandera tricolor desde el balcón de nuestra casa en la plaza del 6 de Agosto. Mi padre asistió como espectador a la reunión del Comité Revolucionario que se celebró en el Teatro Dindurra y en el que se instauró la República en Gijón. Centenares de personas en la plaza del Seis de Agosto esperaban a que llegasen los telegramas a la Casa de Correos y a que, a continuación, se izase la bandera republicana en ese mismo edificio. Hubo grandes aplausos y mi padre lanzó vivas a la República desde el balcón".

Ortega y García Lorca en las "Bodas de Oro" del Ateneo Casino Obrero. Dentro de los actos organizados para conmemorar el cincuenta aniversario de la fundación del Ateneo Casino Obrero, el filósofo José Ortega y Gasset también quiso sumarse el 23 de agosto a aquellas "Bodas de Oro" con una invocación al momento que atravesaba España: "Es de esperar que este pueblo asturiano, en esta hora decisiva acepte claramente las circunstancias de la vida española y sepa hallarse a sí mismo, al poner en esta obra elementos y entusiasmo, pues como dice Píndaro todo está en llegar a ser lo que se es". Y el 16 de diciembre Federico García Lorca pronunció una conferencia sobre la "Arquitectura del Cante Jondo", muy coincidente con las tesis del musicólogo asturiano Eduardo Martínez Torner -con quien había coincidido en la Residencia de Estudiantes de Madrid- sobre las similitudes de las raíces armónicas con la tonada. Como prueba de ello ahí está la de que uno de sus palos del cante lleve el nombre de "La Praviana".

Aquel verano de 1931, Celestino Nosti hizo una gran remodelación del Café Dindurra, con obras acometidas bajo la dirección de Manuel del Busto y del decorador José Morán, lo que supuso la cuantiosa inversión de cien mil pesetas para reconvertir el interior del establecimiento dándole un cierto aire modernista alemán, con divanes, profusión de espejos, mesas de mármol, una moderna máquina de hielo y billares, todo acorde con los nuevos tiempos. Hasta en las épocas difíciles siempre hubo emprendedores, por lo que lo cortés, obviamente, no quita lo valiente.

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