Llevan cuatro décadas como socios del Real Club Astur de Regatas, algunos incluso más, y han hecho de un espacio tan gijonés su "segunda casa", un espacio de punto de encuentro en el que "somos ya casi como hermanos". Por eso, por su fidelidad al Club y su colaboración con la entidad, un grupo de 14 veteranos recibieron ayer sus insignias de oro en un concurrido acto en el salón principal de la casa.

Fue durante la celebración del día del socio, una coincidencia que hace tiempo no se daba y que, como explicaba Alfredo Alegría, presidente de la entidad, se ha retomado en esta ocasión como novedad. Se trata de "socios mayores de 80 años y que llevan más de 40 con nosotros", añadió el presidente, quien quiso destacar que las insignias suponen "un símbolo de agradecimiento y de reconocimiento por su continuada fidelidad, y también por traer al Club a sus familiares e hijos; son ellos los que hacen que la entidad se mantenga y esperamos que lo haga durante muchos más años".

Los homenajeados en esta ocasión han sido Avelino García Prendes, Francisco Gil Tuero, José Manuel Liñero Azcárate, Albergo González de Arriba, José Ramón Enguita Álvarez, Víctor Álvarez Fernández, Santiago Eguiagaray Fontana, José Luis Martínez Martínez, Luis Dintén Suárez, Emilio Iglesias Villa, José Manuel Díaz Sánchez, José Antonio Fanjul Calleja, Manuel Luis Fernández Fernández y Faustino Pérez-Holanda Fernández. Todos ellos recibieron la insignia tras la celebración de una eucaristía festiva celebrada por el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, y cantada por el Coro Voces de Cimadevilla.

"Soy socio desde los 20 años y tengo 80, llevo aquí más de media vida", bromeaba Francisco Gil Tuero, quien a pesar de pasar largas temporadas fuera de Asturias, siempre que regresa a Gijón se deja caer por el Club. "Sólo por este sitio espectacular al lado del mar merece la pena ser socio", asegura, encantado de pertenecer "al Club de aquí, ser socio es casi tanto como ser gijonés", asegura el homenajeado.

Manuel Luis Fernández, de 90 años, lleva medio siglo frecuentando el Club de Regatas. Sobre todo, "a la hora de echar la partida, en los locales de la calle Corrida, y cuando era más joven la piscina", indicaba ayer acompañado por una hija. "Estar aquí es fantástico, es un sitio impresionante", afirmaba con su flamante insignia en la solapa. Una forma de reconocimiento y una manera de animar a las generaciones más jóvenes a permanecer.