Marta García tiene un hijo de 17 años con alta capacidad diagnosticada, así como con dislexia, disgrafía, vulnerabilidad emocional y baja autoestima. A pesar de los informes que avalan su delicada situación, el joven se ha quedado sin plaza en un centro concertado de la ciudad, aún cuando "las leyes, tanto la LOE como la LOMCE, reservan dos plazas en cada centro educativo para alumnos con necesidades de apoyo educativo".

Las plazas, le aseguran en el centro, "ya están dadas con nombres y apellidos", cuando en realidad es una decisión que debería tomar la Consejería, clama la madre.

Por ello, ante una situación "de rabia y de indefensión, con muchos meses y años previos de lucha", Marta García ha tomado la decisión de protagonizar durante la próxima semana sentadas diarias ante la Consejería para dar a conocer su situación, y para que otras familias en parecida situación "puedan verse reflejadas y actuar en común, porque somos muchos los que estamos así", asegura la madre con tono de desesperación.

El "calvario" al que se enfrenta la madre gijonesa se remonta a los primeros años de escolarización de su hijo, cuando quedó ya claro que el pequeño tenía necesidades educativas especiales. Con un logopeda y los apoyos que la madre consiguió a base de exigir informes y valoraciones, su hijo fue superando etapas.

Los mayores problemas se los encontró en el Bachillerato, donde "no se aplicaron los protocolos que los informes establecen para mi hijo". A saber, el joven tiene dificultades para expresarse por escrito y por lo tanto los profesionales que lo han valorado en varias ocasiones recomiendan que sus exámenes sean orales, que se le permita el uso del ordenador para redactar sus trabajos o que se le faciliten materiales audiovisuales con los que puede obtener un mejor rendimiento.

Todo ello teniendo en cuenta la "autoestima muy baja, probablemente determinada por sus experiencias negativas de fracasos a lo largo de su trayectoria escolar y concretamente por sus dificultades en el desarrollo de la lectura y escritura", como se recoge en varios informes de evaluación del joven.

En dichos documentos también se refleja que se trata de "un alumno muy vulnerable emocionalmente, que soporta escolarmente las consecuencias de sus trastornos, lo que ha influido negativamente en el desarrollo de los aprendizajes".

Con semejantes diagnósticos, Marta García asegura que no logra entender que su hijo no haya obtenido plaza en un centro en el que buscaban "una mayor dedicación por el ratio de tutores por alumno y la dedicación que les prestan".

Sobre todo cuando se trata de "un caso muy especial por el que llevo muchos años trabajando, y que parece no importar nada a la Consejería", denuncia la madre, antes de añadir que "quien debería velar por dar las mejores oportunidades en igualdad a los alumnos es la propia Consejería de Educación".

Además de las protestas, Marta García ha iniciado una recogida de firmas a través de change.org reclamando que "la Consejería de Educación de Asturias otorgue a mi hijo una plaza a la que tiene derecho". Ayer por la tarde ya tenía 165 apoyos.