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Trabajos sobre la realidad de las autolesiones en la ciudad

El centro de Montevil reduce con éxito los suicidios entre los enfermos mentales

Un seguimiento de siete años sobre 200 pacientes del psiquiatra Juan José Fernández demuestra la eficacia de las técnicas de prevención

Juan José Fernández Miranda.

La prevención es la mejor receta para evitar los suicidios. Puede parecer una obviedad pero los datos hay que demostrarlos y a ello ha contribuido el psiquiatra Juan José Fernández Miranda con dos estudios focalizados en Gijón, uno relativo al hospital de Jove y el otro Centro de Tratamiento Integral Montevil, dependiente de la red de salud mental del Sespa. Ambos se dieron a conocer -en formato de póster científico, que es como se presentan de forma básica algunas líneas de investigación- durante este fin de semana el decimosexto "Simposio Europeo sobre el suicidio y el comportamiento suicida". Un simposio donde se reúnen más de 500 profesionales de los cinco continentes y que se celebra en Oviedo con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, el 10 de septiembre.

El estudio de Fernández Miranda, firmado con la colaboración de Silvia Díaz-Fernández, tiene como marco el Centro de Tratamiento Integral Montevil. En este caso el periodo de análisis es de siete años y abarca 200 pacientes, "unos números a tener en cuenta para realizar un estudio". Desde entonces lleva en marcha el programa de prevención que allí tienen implantado para trastornos mentales graves tales como esquizofrenia, trastorno bipolar o depresiones graves. "La tasa de suicidios en personas con enfermedades mentales es mucho más alta en comparación con el resto de la población", advierte Fernández Miranda sobre unos resultados halagüeños.

Los indicadores generales hablan de que un 10% de las personas con esquizofrenia llegan a cometer suicidio y el caso de centro de Montevil, con el estudio de la evolución de 200 pacientes durante 7 años, ha tenido sólo 4 casos, es decir, un 2%. "Desgraciadamente, hay algunos que acaban cometiendo suicidio pero muchísimo menos de lo que cabría esperar de no estar atendidos por un programa como el nuestro", sostiene. La reducción del porcentaje obedece a la puesta en práctica de un tratamiento intensivo, "en contacto con los pacientes, a veces diario y otras veces semanal, que permite estar alerta ante la posibilidad suicida para impedir que lo lleven adelante. Es fundamental esta supervisión de pacientes con riesgo importante", describe Fernández Miranda.

El otro estudio del experto en psiquiatría, éste en colaboración con el residente Danny Francisco Frías Ortiz, se centra en casos recopilados entre 2014 y 2015 en el hospital de Jove. De los 2.370 ingresos que tuvo la unidad de psiquiatría del centro 427 fueron debido a un intento de suicidio, y de ellos 300 fueron hospitalizaciones obligadas, en contra del criterio del propio paciente. Se demuestra que en esos dos años, son los suicidas fallidos los que protagonizan la mayoría de esos ingresos involuntarios, ya que en total en esos años hubo 347 hospitalizaciones no consentidas (por todo tipo de causas). "El ingreso, de alguna manera, es preventivo y se realiza porque el intento del paciente podría volver a producirse", señala Fernández Miranda. De hecho, la reincidencia es una realidad con la que trabajan los médicos. La cuarta parte de los enfermos, un 25% lo vuelve a intentar al poco tiempo y un 10% lo consigue. "De ahí que la prevención consista en evitar que lo vuelvan a intentar", sostiene Fernández Miranda, que como conclusiones del estudio cita la importancia de la asistencia de urgencia, incluso cuando no haya receptividad por parte del paciente, para propiciar un diagnóstico fiable y el seguimiento de la situación del paciente para que no incurra en una conducta "altamente probable" como es la de reincidir en la autogestión.

No obstante, Asturias continúa por encima de la media nacional, como ayer informó la consejería de Sanidad del Principado. La región mantiene estables los registros desde 2003 con unos 125 casos anuales, con aumento entre los 30 y 59 años. Todo ello por encima de la tasa media nacional de 8,3 casos cada 100.000 habitantes.

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