La cara de invierno que se le ha puesto a la postrimería del verano no fue obstáculo para que la Casa del Chino, uno de los iconos de la historia de Cimavilla a la sombra del recuerdo de Chaoyo Wei y sus leches de pantera, rebasara ayer aforo para asistir a la presentación de "La tinta del calamar. Tragedia y mito de 'Rambal'". Mucha expectación para escuchar al autor del libro, el escritor asturiano Miguel Barrero (1980, que ha hecho del asesinato sin resolver de Alberto Alonso Blanco, acuchillado en su casa del barrio alto una madrugada del 19 de abril de 1976, una suma de perspectivas para explicarse y explicar a los gijoneses las razones por las que crimen y víctima permanecen como una acuciante pregunta en el subconsciente local.

"He querido ser honesto y no frivolizar", afirmó Barrero, que eligió como pareja de presentación al periodista Pachi Poncela, buen conocedor (ha escrito sobre ella muy bien) de esa página negra de la crónica gijonesa. "No he querido contar una vez más la historia del crimen, sino reflexionar sobre ese relato y el porqué de que aún tenga relevancia cuarenta años después", añadió Barrero, para quien aquella madrugada de hace cuarenta años "murió Alberto Alonso Blanco y nació Rambal como mito".

Barrero, a quien el libro se le atrancó durante años pese a que investigó a fondo el sumario y habló con algunos de los policías que investigaron sin éxito el asesinato, está convencido de que el "caso 'Rambal'" marca un antes y un después en la historia del Gijón del último medio siglo. Su muerte fue también, de alguna manera, la de una ciudad que ya no volverá a ser igual. "Una persona como 'Rambal' sólo podía darse en Cimavilla", subrayó.

Muy querido en un barrio en el que se preocupada de ayudar todo lo que podía, "Rambal" no velaba su homosexualidad y fue, en cierto modo, un pionero del travestismo. "Su entierro fue un clamor", recordó ayer uno de los vecinos que participó en la presentación. Aquel día de 1976, el barrio pidió "justicia" con una pancarta que aún se recuerda. Cuarenta años después, la historia asociada a su nombre y a su trágica muerte sigue viva en Cimavilla. Es lo que narra un libro que, según señaló Poncela, enlaza con algunos de los textos del siciliano Leonardo Sciascia: "Toma las piezas y ensambla el rompecabezas". Para este último, 'Rambal" en unos de los fantasmas familiares más persistentes de Gijón porque "resplandeció en medio de la 'pudriella'". "La tinta del calamar" hurga en una pregunta, pero no pretende cerrar un caso que sigue escociendo a falta de saber quien mató a Alberto Alonso Blanco. Está el barrio alto ilustrado y jovellanista, pero también el que no olvida a "Rambal".