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RICARDO POCHTAR | Escritor y traductor, presentó ayer su libro "Pequeñas percepciones"

"Sin querer parecer un viejo gruñón, creo que antes se cuidaba más la escritura"

"En mi libro no hay máxima o sentencia que proponga pautas, es un cruce de poesía mínima e ideas que se imponen"

Ricardo Pochtar, ayer, en La Buena Letra. JULIÁN RUS

A Ricardo Pochtar le han elogiado sus traducciones de "El nombre de la rosa", de Umberto Eco, y de "El gatopardo", de Lampedusa. A esa labor, suma otra más callada, quizás menos conocida. Es un muy estimable poeta, incluido en antologías como "Poemas y poetas argentinos". Bonaerense de 1942, lleva años afincado en Gijón, a la que llegó en busca de la luz del Norte. Este escritor y traductor acaba de publicar "Pequeñas percepciones" (Amargord), una colección de aforismos que presentó ayer en La Buena Letra.

-¿Cómo describiría "Pequeñas percepciones"?

-En un texto inicial del libro me refiero a ese concepto de Leibniz, el de las pequeñas percepciones. Y es que yo dudo a la hora de clasificar estos textos como aforismos. Cualquiera que mire la definición de "aforismo", ve que no se corresponde con lo que hago. No hay síntesis de sabiduría, al menos no hay esa intención por mi parte. Son chispazos que caen a veces del lado de la razón, y otras, de lo lírico. Están en la tierra de nadie, entre el aforismo y la poesía.

-¿El aforismo sería entonces para usted una conjunción de pensamiento, como fogonazo, y de hallazgo lírico?

-Justamente, pero no quiero sentar escuela. No hay ahí máxima o sentencia que proponga una pauta. Es un cruce, una fusión entre la poesía mínima y una idea que se impone. Yo defino el aforismo como una evidencia sin verdad, en referencia a la conocida frase en que Spinoza dice que la verdad se manifiesta en sí misma. Estos textos míos no pretenden divulgar ni consolidar doctrina alguna.

-¿A qué cree que obedece el auge que ha experimentado el aforismo, al menos en España, en los últimos años?

-Por cierto, la palabra aforista no está en el "Diccionario". No sé, pero, como mera hipótesis, pienso que toda persona metida en la creación literaria produce de alguna manera aforismos. Hay un libro muy bello de Roa Bastos, titulado "Metaforismos", en el que recoger perlas, aforismos que estaban en sus novelas. Se cultiva de una manera tácita.

-Hay quien relaciona esa pujanza con la extensión de redes sociales como Twitter...

-Puede ser. Es un formato que está ahí, disponible. Me parece bien todo lo que sea creación auténtica. Ahora, en mi caso, yo no escribo pensando en el producto o en cómo colocarlo. Me interesa el resultado.

-¿Lleva mucho tiempo escribiendo aforismos?

-Se fueron dando como centellas, digámoslo así, en esas nebulosas que propicia el estado poético. Uno no los reconoce como objetos estrictamente poéticos, así que van a parar al archivo de los aforismos. Tengo períodos de más o menos escritura, pero soy esporádico, también como poeta. El único hábito que tengo es el de la madrugada; cuando tengo una mala noche, suelo ser prolífico. Entrado el día, estoy ya en otra cosa. Es una especie de ensoñación, aunque en realidad estoy despierto y desayunado.

-¿Cómo conjuga esa labor literaria con la traducción?

-Si son traducciones literarias, no se da mayor problema; hay un aspecto de la imaginación que entra. Si son documentos o estudios, es otra cosa. Hay una relación con el lenguaje. Cuando escribo, pasa lo mismo.

-¿Está con alguna traducción literaria?

-Con una revisión de unos relatos de Lampedusa, que en vida no publicó nada. Después de la publicación de "El gatopardo" se editaron esos relatos. En los años noventa los traduje. Ahora los he revisado y se publicarán el próximo año.

-¿En qué lengua se siente más a gusto como traductor?

-Por volumen, lo que más he traducido es del inglés. Ahora bien, me siento más a gusto con las lenguas romances, el francés y el italiano. Soy un enamorado del italiano, y el francés es la primera lengua que aprendí.

-¿Qué libro le gustaría traducir al castellano porque considera que no está bien vertido o permanece sin traducción?

-Del italiano, aunque creo que está todo traducido, me gustaría volcar algo de Giorgio Bassani. No sé, siento que los gustos por la lectura han cambiado mucho y que los libros que lee ahora la gente joven son diferentes. El gusto literario se renueva mucho con el paso de las generaciones. Yo creo, sin querer parecer un viejo gruñón, que antes había mucho más cuidado con la escritura misma. Y para mí, el material de la literatura es la escritura misma y no la historia que cuentas. He admirado siempre a Bassani, de quien la gente conoce "El jardín de los Finzi-Contini", sobre todo por la película. Y, también, Giorgio Manganelli me gusta mucho. Además, me gustaría traducir algo de Raymond Queneau. Tiene obras intraducibles.

-Hace años funcionó bien su "Ejercicios de estilo"...

-Sí, están publicados. Umberto Eco hizo una traducción muy ingeniosa al italiano, pero es un escritor poco conocido. Es un autor que también me gusta mucho.

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