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JOSÉ MARÍA RUILÓPEZ | Escritor, acaba de publicar la novela "La antojana"

" 'La antojana' está en la tradición del drama rural; hay que escribir de lo que se conoce"

"Creo que esta última novela tiene una mayor madurez y es más completa que la anterior, 'Todo fue en La Habana' "

José María Ruilópez. ÁNGEL GONZÁLEZ

El escritor asturiano José María Ruilópez (1948) ganó varios premios de narrativa en la década de los años ochenta. Acaba de publicar la novela "La antojana", que presentará el próximo día 28 en el Ateneo Obrero. Afincado en Gijón y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, explica en esta entrevista algunas de las claves de su último título.

-¿Cómo surgió esta novela?

-Quise escribir una segunda novela rural, con el paisaje de Teverga de fondo y en el marco temporal de los años cincuenta del pasado siglo. Los personajes son conocidos.

-¿Está inspirada en hechos reales?

-No, es ficción. La historia es producto de mi imaginación. Es una familia de tres personas que se relacionan, a su vez, con tres animales: una vaca, un cerdo y un gato.

-El hambre es una constante en los personajes...

-Sí, es fundamental. Toda la acción de los personajes se orientan a satisfacer esa necesidad. Creo que es una novela cuya lectura hay que hacer con atención a los detalles; no te puedes saltar un párrafo. Quise hacer una novela comprimida.

-¿Se puede incluir en la tradición de los dramas rurales?

-Sin duda. Es dramática, obviamente, pero creo que es también seria y rigurosa. Aquí hay buenos y malos, intereses, amores soterrados. Y el cerdito que le regalan al matrimonio protagonista cuando nace su hijo. Es el hilo conductor de la narración, al convertirse en el futuro sustento de esa familia. Hay que escribir de lo que se conoce.

-¿Los topónimos son los reales?

-Sí, sí, La Barzaniella es un barrio tevergano. Es un espacio acotado, por lo que casi podría hacerse una obra de teatro. Es una novela, en cierto sentido, claustrofóbica, con esa cocina cerrada. No hay muchos exteriores.

-Y está la vaca, animal tan presente en la literatura de Asturias, empezando por Clarín.

-Tiene ese prestigio. Mi abuelo tenía también una vaca, y es en la que me he inspirado para esta novela y para la "Linda". Una vaca vieja, con un simbolismo que da pie a las otras circunstancias luctuosas. Lo que creo que está logrado es la atmósfera de la narración, equilibrada. Los diálogos son frases breves, casi sentencias.

-Otro animal importante en el relato es el cerdo, otro tótem asturiano...

-El relieve que le ha dado era necesario. La madre (Josefina Gancedo) se vuelca en la crianza de ese niño de paternidad dudosa, mientras que el hombre (Armando Montaña) se concentra en la de ese cerdito. Son dos mundos familiares contrastados. Y está la hermana de este último, un tercer personaje con los afectos truncados.

-Usted convierte al veterinario, personaje que suele apreciado en los pueblos, en el malvado de la novela...

-Es el que maneja la ganadería, los animales, así que tergiversa y engaña en su propio beneficio. Y es alguien faldero, chantajea a las mujeres. Es también un personaje frustrado, de ficción.

-¿Qué diferencias estilísticas hay entre "La antojana" y su anterior novela, "Todo fue en La Habana" (2013)?

-Son muy distintas. Creo que esta novela tiene mayor madurez y es más completa. Aquí hay algunos destellos poéticos, sin abusar, porque lo importante de una novela, a mi juicio, es que la gente pueda leerla con claridad. Cuando se entiende bien, es que está bien escrita. En "Todo fue en La Habana" hay muchísimos personajes, mientras que aquí no y la acción transcurre alrededor de una antojana.

-Hay una cierta ambigüedad moral en alguno de los personajes del libro, no sólo en el veterinario...

-Es necesaria para algunos personajes, que no sean planos. Montaña, al final, se redime y descarga la tensión de la trama. Se da como una especie de ensoñación que se puede interpretar y concede una circularidad a la novela. Es un recurso que utilizó Hemingway en un cuento. Redondea la novela.

-¿Y el Ruilópez viajero?

-Sigo con mis viajes.

-Es un buen conocedor de La Habana y de Cuba. ¿Cómo ve el proceso de acercamiento entre la isla y Estados Unidos?

-Dicho sencillamente: no veo que eso llegue a la gente, al pueblo. La mejora económica no se nota en los particulares. Hay un cierto sector relacionado con el turismo que sí lo puede notar. Han pasado desde los dos millones de turistas a más de dos millones y medio en un año. El día que vayan más estadounidenses, los europeos y los españoles tendremos que olvidarnos de viajar allí. De hecho ya se están subiendo los precios. Y hay algunos conflictos internos. Ha subido el precio del combustible por los problemas que tiene Venezuela. Los cubanos están dolidos, porque con sueldos de veinticinco dólares al mes no se puede hacer mucho. La política es economía, y si la gente no vive bien, pues surgen los problemas y las complicaciones. El año pasado estuve a punto de entrevistar a Mariela Castro, en quien algunos ven la sucesora al frente de Cuba, algo que yo no creo, pero no pudo ser. Aparecieron los "paladares" como pequeños comedores, para diversificar, y ahora algunos son restaurantes de lujo, para gente de dinero.

-O sea: hay una Cuba que prospera y otra que sigue anclada y con muchas necesidades...

-Puede haber un capitalismo más feroz que el de aquí

-¿Terminará siendo un país de economía capitalista?

-A corto plazo, no, al menos mientras Fidel y Raúl Castro sigan ahí. Este último estará al frente del poder hasta 2018. Hay varios aspirantes, pero es el Ejército quien maneja el cotarro económico.

-Leonardo Padura explicó en Gijón que podría ser una fecha para el cambio.

-Había una generación preparada para asumir ese cambio, que era la de Carlos Lage, pero lo apartaron a raíz de un escándalo. Los cambios, como enseña la historia, o vienen desde arriba, desde el poder, o por las guerras.

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