El barrio alto no tiene límites. Cimadevilla no se conforma y quiere seguir creciendo. Ayer cerraron sus dos semanas festivas en honor a la Virgen de los Remedios y de la Soledad, y lo hicieron con ambición, pensando ya en el año que viene. "Queremos hacerle la competencia a San Mateo", indicó Omar López, presidente de la comisión de festejos. "Nuestra intención es que venga aquí todo el mundo y que las fiestas de Cimadevilla vuelvan a ser como antes, y que pongan el broche, a lo grande, al verano gijonés", añadió.

La última jornada festiva tuvo uno de los tradicionales momentos. Y de los más emotivos para sus vecinos. Adultos y niños, muchos de ellos vestidos de sardineros, realizaron la tradicional marcha hasta el parque Isabel la Católica para realizar la ofrenda floral ante el busto del doctor Fleming. Este año fue el primero de la pequeña Valeria Fernández, de seis meses, que acudió junto a su madre Patricia Menéndez. "Es un momento especial, que pasa de padres a hijos, de pequeña yo también venía de sardinera, y ahora es mi hija la que viene también para que este sentimiento pase de generación en generación", señaló.

También acudieron en familia Iván García, con su hija Clara de seis años y su mujer Marta Alcázar, a disfrutar de la tradición. "Le traje unas margaritas a Fleming", señaló la pequeña. Y después, en familia, continuaron con los festejos con la tradicional comida vecinal multitudinaria en el Cerro de Santa Catalina.

Las fiestas se cerraron con la Procesión de Nuestra Señora de la Soledad por la noche y conciertos musicales, que tuvieron protagonismo estas dos semanas al igual que los cabezudos y la batucada. "Hay que engalanar aún más la ciudad y hacer más actividades. Veo a la gente muy animada y lo vamos a conseguir", apuntó el presidente de la comisión de festejos.