Javier Tourón es vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo en la Universidad Internacional de La Rioja-UNIR desde septiembre de 2015, además de Catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación y Doctor en Ciencias de la Educación y Ciencias Biológicas. Es la suya una de las voces más reconocidas en el mundo de las altas capacidades infantiles, y este viernes inaugura el congreso de la Asociación de Padres de Alumnos de Altas Capacidades del Principado, que se celebrará durante todo el fin de semana el Colegio Corazón de María.

-¿Cuál es el objetivo del congreso?

-Este congreso viene del esfuerzo de una asociación de padres, algo que es muy encomiable y que apunta a un déficit del sistema educativo, porque los padres están promoviendo actividades que deberían venir de la Administración. Tenemos un modelo escolar que está basado en la edad y no en la capacidad y la competencia de las personas, y eso obliga a la gente a seguir un esquema que nadie se cree, ni siquiera los propios profesores: el de que todos los niños de la misma edad tienen las mismas necesidades educativas. Y esto no es así.

-¿Se les deja solos?

-La gente suele manejar frívolamente la idea de que los niños, si son listos, ya saldrán adelante ellos solos, que para eso son listos. Es lo mismo que decir que si el niño tiene condiciones para el fútbol, ya jugará en el Sporting él solo, no necesita que nadie lo ayude. Todo el mundo sabe que eso es una tontería, y lo que necesitamos es un modelo de escuela que esté mucho más centrado en las necesidades de los alumnos, y no un curriculo estándar para todos. Eso es algo del siglo pasado; las nuevas tecnologías y el acceso a la información hacen que lo importante ya no sea saber unas cosas que están en un libro de texto, que es otra cosa del pasado. Las nuevas tecnologías nos permitirían llegar a establecer planes individualizados de aprendizaje para cada alumno.

-¿Están preparados los profesores para identificar a los niños con altas capacidades?

-Los profesores no están entrenados ni tienen la formación adecuada. Formémoslos, pero lo que no se puede hacer es decir que el problema no existe. El 98 por ciento de niños que deberían estar identificados como de altas capacidades no han sido diagnosticados. Lo que quiere decir que estamos deperdiciando el talento.

-¿Cómo se identifican?

-Hay muchos cuestionarios para los padres, para los hijos, para los profesores... Procurando no generar un retrato robot, porque luego todo tiende a simplificarse. No todos los niños que se aburren en el colegio tienen altas capacidades; pueden aburrirse también si no ven bien la pizarra. Los niños con altas capacidades suelen ser precoces, suelen tener intereses avanzados para su edad, suelen tener un lenguaje pulido y culto, así como una gran motivación para el aprendizaje. Los padres intuyen que sus hijos pueden tener altas capacidades con signos o indicios externos, pero lo aconsejable es que acudan al personal especializado que les haga las pruebas y los test para que se despeje esa sospecha.

-¿Qué pueden hacer los profesores?

-Lo que tenemos que hacer es formar a los profesores para que tengan herramientas, y para que los padres también las puedan tener. Pero lo primero de todo es remover los prejuicios: los niños de alta capacidad existen por centenares. Y no todos los niños de alta capacidad son iguales, hay que entender que hay una gran diferencia entre ellos. Cuanto más excepcionales son las capacidades más excepcionales han de ser las medidas que se tomen. Es como si los niños tuvieran unas necesidades alimenticias de 3.000 calorías y la escuela les da 1.500. Pues una de dos: o alguien les da las 1.500 que faltan o el niño acabará pasando hambre y adelgazando. El niño acaba desmotivándose, desinteresándose, perdiendo todo afán de saber y muchas veces fracasando. Aún siendo muy inteligente fracasa porque para convertir el potencial en rendimiento hace falta motivación, trabajo, ayuda externa. Lo principal a mi juicio es no negar el problema. Y luego vamos a poner los medios que podamos, con buena voluntad, para ir solucionándolo. También hay que buscar los niños con alto rendimiento para que sigan aprendiendo a otro nivel.

-El sistema siempre se ha ocupado más de los que no llegan a la media...

-Ese es el asunto. El sistema está muy enfocado al alumno medio y a los alumnos que fracasan y tienen dificultades de aprendizaje. Y está muy bien que lo hagan, pero lo que no podemos hacer es olvidar que también fracasan con respecto a su potencial todos aquellos que no logran desarrollarse como podrían. Si pudiéramos formar a los niños con altas capacidades desde que son muy jóvenes estaríamos poniendo solución a otros problemas. Ahora mismo hay un déficit de carreras tecnológicas enorme, va a haber miles de puestos de trabajo que no se van a poder cubrir porque la gente no tendrá la formación suficiente. Y eso es algo muy relevante, porque si alguien va a producir cambios significativos en el estado de la ciencia y el conocimiento son las personas más capaces. Y cada uno tiene que hacerlo a su altura, el que puede más debe hacer más, porque lo que tenemos que enseñar a estos niños también es a poner su talento al servicio de la sociedad. No para que ellos brillen, sino para que puedan prestar su mejor servicio a las personas con las que conviven en la sociedad.

-¿Qué hacer una vez que se tiene el diagnóstico?

-Lo primero es tratar de negociar lo mejor posible con los profesores para que se busque una solución. Si los profesores tienen una actitud negativa ante el problema, habrá que buscar a quien no la tenga. Y esto es un itinerario muy frustrante para los padres, porque a veces la escuela en vez de ser su mejor aliado es su mayor enemigo. Y eso no puede ser. Tampoco digo que los profesores lo hagan con mala intención; lo que pasa es que probablemente desconocen el problema o no saben cómo afrontarlo. Y para no tener que enfrentarse a él, lo mejor es negarlo. Las administraciones tienen que jugar un papel para ver cómo podemos dar la máxima formación a los profesores para que este problema se pueda abordar. No puede haber cientos de niños sin diagnosticar. En Asturias están identificados unos 600, lo que significa que deberían ser varios miles. Por eso los padres se agrupan, porque se ayudan entre ellos, y a los profesores también se les puede ayudar.

-¿Cómo trabajar con los niños?

-Lo interesante no es que los convirtamos en pequeños sabios en la escuela, lo importante es que mantengamos vivo su afán de saber y su capacidad de aprender. No venimos a hacer científicos a los seis años, se trata de que el niño no diga "mamá, no quiero ir a la escuela porque me aburro". La fuga de cerebros empieza ya en la escuela, hay que empezar a formarlos cuando están en Primaria.