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Baldornón quiere festejar en su templo

Tres años después de la clausura de la iglesia de Santa Eulalia por riesgo de derrumbe, la parroquia encara el final de las obras

Baldornón quiere festejar en su templo

El pasado mes de abril se cumplieron tres años desde que las misas en Baldornón ya no se celebran en su templo oficial. Una pequeña capilla y un almacén anexo al cementerio de Santolaya, con las comodidades imprescindibles, ha dado cobijo durante todo este tiempo a las celebraciones y oficios religiosos de la parroquia. Se afrontaba así un traslado precipitado, decidido por el párroco José Manuel Alonso y respaldado por el Arzobispado, con el que se quisieron evitar males mayores: los derivados del riesgo de derrumbe en el que estaba inmerso el templo oficial por el agravamiento de las grietas del edificio debido a un corrimiento de tierras que desde hacía mucho tiempo le estaba afectando.

Ahora, pasados tres años y medio después del cierre, lo que se vislumbra es una reapertura que tiene muy ilusionado al párroco y a los vecinos. Y el primer ensayo de normalidad se quiere experimentar el próximo fin de semana, coincidiendo con el festejo de la Virgen del Rosario. El domingo 2 de octubre, a las 13.00 horas, los vecinos de Baldornón ya no tendrán que volver a celebrar la misa de la fiesta en la pista polideportiva de la parroquia, como vino sucediendo en los pasados años. "Nos vamos a acercar al entorno de la iglesia; celebraremos en el altar exterior y si llueve hasta nos podremos refugiar en el atrio. Porque ahora ya hay más seguridad; los expertos me han dicho que la iglesia ya está segura", sostiene el sacerdote José Manuel Alonso.

Esa decisión del párroco es la evidencia de que, si todo sigue como hasta ahora, "el final del año lo podremos vivir ya con el templo abierto. Tenemos esperanza de culminar las obras que restan antes de las fiestas de Santa Eulalia, que se celebran el 11 de diciembre. Y si no es posible, será un poco más tarde, pero ya se ve la luz al final del túnel", comenta el párroco de Baldornón, Vega, Fano y Huerces.

Han sido necesarias varias intervenciones técnicas y una importante inversión económica que, aunque aún no está del todo saldada, ya no le quita el sueño al sacerdote que controló hasta el último euro dándole cuentas periódicamente a los vecinos en la hoja parroquial y mandando avanzar las obras a medida que la "hucha" colectiva tenía efectivo. De ahí lo prolongado del cierre.

Un estudio geológico, la construcción de un muro de contención, la instalación de una barandilla de madera, la inyección de resinas en el solar donde se asienta la iglesia, obras para la recogida de aguas del templo, un saneamiento de aceras y otros trabajos han supuesto una inversión en el templo de casi 140.000 euros. Y aún falta algún pico más. Un gasto afrontado con la venta de fincas del arzobispado en la parroquia, ayudas de vecinos y amigos, y algunas subvenciones.

Aún queda por hacer, explica el párroco, una importante reparación de las grietas del templo y de asegurar las vigas "que acusaron mucho el desplazamiento del terreno". Para el final, cuando se pueda, se dejará también un retejado y la dosis de pintura que volverá a darle brillo a una iglesia que fue edificada en el siglo XII -no hay certeza documental-, aunque hubo de ser reconstruida a mediados del siglo XX tras sufrir un incendio durante la guerra civil. Esa reconstrucción se llevó a cabo, según los técnicos, en un terreno que se apoyaba en una escollera de piedra que durante décadas fue perdiendo estabilidad, hasta generar el problema del templo. Que empieza a ser agua pasada.

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