Las tablas del Teatro Jovellanos se convirtieron en la tarde de ayer en un tablao andaluz de fuego y magia y el patio de butacas en un hervidero, con uno de los llenazos más espectaculares de los últimos meses. El coliseo gijonés acogió ayer la representación de "El amor brujo" de Falla en formato de revisión del ballet que Víctor Ullate estrenó en el año 1994 en la Maestranza sevillana. Y el público gijonés agradeció la propuesta. Entre el público, muchos alumnos de academias de baile de la ciudad, atraídos por la calidad de la compañía que dirige Ullate, plagada de notables bailarines.

Ayer no estuvo el célebre artista sobre el escenario, pero su compañía se bastó y se sobró para llenar de arte el coliseo gijonés con un espectáculo de luz y fuego para el que los artistas estrenaron coreografía y vestuario, con un reparto integrado por Marlén Fuerte, en el papel de Candela; Ksenia Abbazova, como Lucía, y Dorian Acosta, que encabeza el elenco masculino como José, junto a Josué Ullate, que tiene a su cargo el papel de Marcelo. La pitonisa es Leyre Castresana, y así hasta un total de veinte bailarines y bailarinas, bajo la dirección artística del granadino Eduardo Lao, quien en los inicios del ballet de Ullate era el primer bailarín de la compañía. El vestuario, además, ha sido elaborado por María Araujo, una de las más importantes figurinistas del país, y también de las más galardonadas.

La fluidez fue nota dominante del espectáculo, con números de danza de grupo, solo y dúo. La primera salva de aplausos llegó cuando los bailarines interpretaron "La danza del fuego". Sobre el escenario se detecta un fuerte contraste entre el ambiente flamenco y la oscuridad del ultramundo. Y ese contraste se refleja tanto en la coreografía como en la iluminación.

La obra, escrita por Manuel de Falla a principios del siglo XX y de marcado carácter andaluz, ahonda en el misticismo gitano, y narra la historia de Candela, cuyo amor por Carmelo se ve atormentado por el espectro de un antiguo amante. Se trata de una historia de amor y pasión sobre la partitura de uno de los genios musicales de la historia de este país.

Un número grupal al amanecer, de gran belleza y enorme plasticidad, culminó el celebrado espectáculo, que fue despedida por el público con una ovación por todo lo alto, especialmente para los bailarines principales y para la protagonista, Marlén Fuerte.