Toda edificación que no parta de una buena envolvente, con puentes térmicos y sin un riguroso control sobre las infiltraciones nacerá obsoleta. En la actualidad, construir sin criterios de ahorro energético es una mala práctica que, según los expertos, derivará en una peor inversión.

Por fortuna, éste no es el caso de la nueva vivienda unifamiliar que acaba de levantarse en Somió, ejecutada bajo los criterios del estándar "Passivhaus". Proyectada por Jorge Noval Estudio de Arquitectura, SLP (integrado por los arquitectos Jorge Noval y Marta Pujades), se trata de la primera del territorio nacional que se construye con el citado estándar de su tipología, que consiste en muros de hormigón armado revestidos de un SATE (sistema de aislamiento térmico por el exterior), con la doble función de soporte estructural y cerramiento.

Si un buen proyecto es vital para conseguir un edificio de calidad "Passivhaus", la planificación, la puesta en obra -dirigida en este caso por la arquitecto técnico Tania Crespo- y la ejecución, llevada a cabo en esta vivivienda de Somió por Construcciones Zapico y Álvarez, SL, son igualmente importantes para la consecución del éxito.

El proyecto de la vivienda unifamiliar se concibió como un volumen en el que se diferencian claramente las áreas de día y noche, creando un continuo espacial que engloba cocina, salón-comedor y porche con orientación Sur-Oeste, participando del mismo el estudio situado en la planta superior mediante una doble altura. Los dormitorios ocupan el ala este del inmueble. Dicha disposición de los espacios favorece la funcionalidad, al tiempo que permite diseñar los huecos de fachada acordes a los usos interiores, consiguiendo que las ganancias por radiación solar se produzcan en invierno, manteniendo un control de dicha radiación mediante la selección de la vegetación situada en la parcela. Los únicos espacios que no disponen de ventana son los distribuidores y un amplio vestidor a los que se les ha dotado de iluminación cenital.

La pregunta que hay que hacerse actualmente no es si es difícil construir "casas pasivas", sino, más bien, si hay otra alternativa a éstas. En el transcurso de la vida útil de una vivienda, va oscilando el coste de los distintos tipos de combustibles. Así se ve cómo, en determinados momentos, cuando las eléctricas dominan el mercado, los derivados del petróleo fluctúan periódicamente según circunstancias geopolíticas, y las energías renovables dependen de las decisiones de los gobiernos de turno. Por eso si se reducen los consumos al mínimo, su coste será igualmente mínimo, independientemente del tipo de combustible. De ahí la máxima: "La energía más barata es la que no se consume".

Naturalmente, lo anterior ha de simultanearse con unos niveles de confort óptimos que se consiguen mediante una ventilación mecánica con recuperación de calor, un sistema altamente eficiente que, amén de impedir la entrada de polvo, polen, etcétera, es capaz de aprovechar hasta en un 95 por ciento el calor del aire de expulsión para transferirlo al aire fresco de impulsión, utilizando como fuente adicional de calor para momentos puntuales un sistema de calefacción mediante suelo radiante alimentado por una bomba de calor aire-agua.

Habida cuenta de que la arquitectura ha de intervenir en la modificación del medio, el principio básico arquitectónico fue conseguir que la vivienda funcionara de forma pasiva conservando el calor o el frío gracias a los aislamientos, determinando, entre otras importantes decisiones de diseño, cuál era la posición óptima de la carpintería dentro del cerramiento y, asimismo, haciendo un control sistemático de la hermeticidad. Ello supone un salto de calidad en la forma de construcción convencional.

Evitando las excesivas infiltraciones de aire exterior en el interior, controlando las pérdidas de calefacción y asegurando una construcción sin condensaciones intersticiales, se garantiza un confort climático superior respecto a lo que actualmente regula la normativa española. El flujo inadecuado del aire a través de la envolvente provoca una descompensación en el sistema de ventilación, con corrientes de aire que pueden afectar a la confortabilidad en el interior, a la eficiencia energética de la vivienda y al rendimiento de las instalaciones. Para conseguir esto, la dirección facultativa y la empresa constructora pusieron su empeño en el cuidado de los detalles, siguiendo la máxima de que el objetivo era conseguir una vivienda de consumo energético casi nulo, dando un giro obligado hacia la sostenibilidad.

El pasado 27 de septiembre se realizó el test "Blower door" ("la prueba del algodón") tras finalizar la ejecución de la vivienda. El resultado de N 50=0,35 h, puesto que las infiltraciones medidas según la norma EN-13829 y siguiendo las recomendaciones del Passivhaus Institut fueron inferiores a 0,6 renovaciones por hora, con una diferencia de presión de 50 pascales entre el exterior y el interior, garantizan un muy alto confort térmico y unas pérdidas energéticas muy reducidas y, en consecuencia, un consumo casi nulo.