"Si llueve así un par de jornadas más, en diez días estará esto hasta arriba de setas". Así proclamó, esperanzado, Manuel Lobo, abarcando con su brazo una gran extensión de prao dentro del Jardín Botánico Atlántico. Lobo, guía de visita micológica al Botánico, con motivo de las "Hongo-jornadas", no dejó de lamentar la escasez de lluvias de este verano, que hicieron que la época micológica se haya retrasado unas semanas.

Debido a esta mínima pluviosidad, en la lluviosa tarde de ayer fue complicado, hasta el final del recorrido, visualizar un boletus, un níscalo o una "Amanita phalloides", pero este recorrido sí que sirvió para saber que el primero de ellos es uno de los hongos más consumidos, que el segundo desprende un látex de un color rojizo o que el último es una de las especies más mortíferas que existen, que cada año se cobra decenas de vidas por su ingesta.

El largo paseo, "bueno para el colesterol" como bromeó Lobo, por el incomparable paraje que comprende el Jardín Botánico Atlántico gijonés llevó a los visitantes a discurrir por distintos ecosistemas, cada uno de los cuales con sus hongos característicos, todo ello acompañado de las explicaciones del guía, avezado micólogo.

Así Lobo intentó iniciar a los menos expertos en el tema, además de avivar el interés de aquellos que ya veían en la micología un hobby estacional, con la intención final de "difundir" esta práctica, en la que algunos se adentran de la mano de la gastronomía y otros como complemento a su gusto innato por el senderismo.

Antes de comenzar el recorrido, Lobo adoctrinó a los presentes con una somera explicación sobre el reino de los hongos, que cuenta con más de 100.000 especies y que se encuentra "a caballo entre el mundo animal y el vegetal", como aseveraba Lobo, "con características propias de ambos" pero también con diferencias notables. El guía explicó del mismo modo la diferencia existente entre el hongo, que es "el todo, el organismo" y la seta, que es "la parte que contiene el aparato reproductor".

Lobo también repartió consejos para el disfrute de la recogida de setas, para lo que es imprescindible "fijarse mucho". Herminio Lara, compañero de Lobo, añadió que "hay que saber dónde y cuándo buscar las setas", ya que cada especie tiene sus particularidades, creciendo en una época u otra, dependiendo del clima existente, y a la vera de este o aquel árbol. Tanto Lara como Lobo insistieron, eso sí, en la necesidad de tratar estas especies con la delicadeza que requieren.

Para los micológos, es imprescindible, "si se conoce una seta, cortarla", para no arrancar así la parte del hongo que crece bajo tierra, mientras que "si es para su estudio, es mejor arrancarla", para observar el hongo en su totalidad. Una vez arrancado, se ha de tapar el hueco y nunca rastrillar para buscarlos, para que no se dañe la parte que vive bajo tierra. En caso de duda, se ha de dejar el ejemplar en su lugar de origen ya que "todas las setas cumplen una función en el ecosistema", principalmente de reciclado de este, "comiendo" las partes muertas o putrefactas.

Pero claro, no todo es recogerlas, sino que el otro gran placer viene cuando se degustan. Los expertos cierran filas al respecto, "en caso de duda, no se ha de comer" y, en caso de hacerlo, siempre es mejor cocinadas, para eliminar ciertas toxinas nocivas. Como dictamina Lara, "las setas se comen todas, pero algunas, solo una vez".