La "guaxa" y el hombre del saco no tendrán que pagar entrada estos días en el Jardín Botánico. Ellos son algunos de los "seres" que darán vida a la cuarta edición de "Calabazas y calaveras", un proyecto de animación pensado para toda la familia y que huye del Halloween más comercial para enraizarse en las tradiciones asturianas entorno a la noche de difuntos y las celebraciones del otoño. El terror recorrerá el Botánico con el espectáculo teatral "La casona del miedo" y los "Encuentros inquietantes", que mezclan la música de "Las Eléctricas" y "Petit pop" con la aparición de seres tenebrosos al ponerse el sol y la sidra dulce y las castañas de un tradicional "magüestu".

Hasta aquí la parte de las calaveras pero estando en una jardín quienes van a mandar son las calabazas. El Botánico gijonés exhibirá entre el día 22 de este mes y el uno de noviembre ejemplares de las cincuenta variedades que se cultivan en su tierra . Además, se abre a las calabazas foráneas con un concurso en que se premiarán a la más grande, la más rara y la mejora decorada. Este año se ha optado por premiar a la más grande y no a la más pesada, como en ediciones anteriores, y por eliminar la participación del propio Botánico para evitar la competencia desleal. Los premios oscilan entre los 75 y 175 euros.

Quienes participan tendrán la posibilidad de llevarse semillas de calabaza de Tios, un pueblo del concejo de Lena. Se trata de una de las variedades asturianas más antiguas que se conocen y que cultiva una familia de l a zona desde hace generaciones para hacer morcillas.La familia cedió una calabaza a los técnicos del Botánico y ellos se encargarán ahora de diseminar sus semillas para, por un lado, garantizar la pervivencia de esa calabaza y, por otro, tener ya ejemplares para un nuevo concurso de cara al año que viene sobre calabaza asturiana.